Los niños vienen al mundo con una
carga biológica que los padres comienzan
a identificar y conocer al ver cómo se
comportan en sus primeros meses de vida.
Es lo que los psiquiatras y psicólogos describen como temperamento o la parte
del comportamiento humano no aprendida. El carácter es la otra pieza de nuestra
personalidad e integra los rasgos de nuestro comportamiento aprendidos, como
consecuencia de nuestra relación con el entorno, desde el mismo momento de nuestro nacimiento.
La familia primaria, compuesta por padres y hermanos, es un factor
configurador de nuestro carácter muy importante.
La
vida diaria en el entorno familiar va configurando una forma específica y
personal de comportarnos; un traje que nos va a acompañar para siempre y que va
a ser una causa importante de nuestra felicidad o tristeza, de nuestro progreso
o retroceso, de nuestros éxitos o fracasos y de nuestra estabilidad o
inestabilidad.
Las cosas pequeñas sumadas hacen grandes
cosas. Son muchas gotas de agua las que terminan provocando grietas en las piedras
hasta desintegrarlas o la aparición de hermosas estalactitas y estalagmitas. De la misma forma son pequeñas decisiones de
los padres en relación con los hijos, mantenidas día a día, a las que quizás no se les da importancia,
que nacen de sus convicciones acertadas o equivocadas, de sus modelos y valores , o del propio
ejercicio de la libertad personal que termina cubriendo de normalidad a los propios actos, las que ayudan o estorban en su
desarrollo como personas. También influyen, sin duda, el centro escolar, los
compañeros y amigos de la infancia, el barrio donde viven, el tipo de acceso
a las redes sociales e Internet, el número de horas pasados frente a la
televisión o los videojuegos, las personas que han sido
su referente (cantantes, deportistas, profesores, primos, tíos…), etc.
Antes
de seguir quiero matizar que nuestra
historia personal y las influencias de los demás en ella, NO ANULAN nuestra
libertad personal, pero si nos hacen las cosas más fáciles o difíciles. De
hecho, terminan siendo las ideas que dejamos circular por nuestra mente y los
hábitos que hemos ido generando con nuestro comportamiento, los que influyen
sensiblemente en nuestro actuar diario. Las ideas podemos modificarlas en cada
momento, podemos obviarlas, sustituirlas o cambiarlas sabiendo que tienen una
importante carga de subjetividad que nos aleja de la realidad. Se trata de
colocar en nuestra cabeza un guardia de circulación que de paso a unos
pensamientos y pare otros. También ayuda tener un listado de las principales
distorsiones del pensamiento, sobre todo para reírnos de nuestra “facilidad”
para construir una “realidad paralela” a la verdadera. Los hábitos también podemos
modificarlos. Podemos pasar del desorden al orden y ganar en eficacia y
tranquilidad personal. Podemos pasar a levantarnos puntualmente si no lo
hacíamos, podemos mejorar nuestra atención, ser más educados y respetuosos,
aprender a trabajar en equipo, ser más éticos, hablar bien de la gente y
respetarla, etc. Ayudarán al cambio una voluntad fuerte y motivos atractivos
para el cambio. Nada se consigue sin esfuerzo e ilusión, sobre todo las cosas
valiosas.
Retomando
el hilo de las pequeñas decisiones que los padres toman cada día, es bueno
preguntarse sobre la repercusión que tienen en la configuración del carácter de
los hijos. Es el día a día lo que va
construyendo, -bien, mal o regular- la personalidad de los hijos, su fuerza de
voluntad, sus valores, sus motivaciones, sus hábitos,…su calidad como persona,
el éxito o fracaso de su futura familia, su éxito o fracaso profesional, la
amplitud y calidad de sus relaciones sociales, ….SU GRADO DE FELICIDAD ,etc. A título de
ejemplo, os invito a leer detenidamente estos dos artículos:
La gestión del placer de los hijos en el día
a día, a través de cada uno de sus sentidos va a influir en la calidad de su
voluntad y sus hábitos. Si habéis leído los dos artículos que os he propuesto
en los dos enlaces anteriores, entenderemos lo decisivo que es esto.
Vaya por delante que no es útil, eficaz,
sano…exigir a los hijos en todo y a la vez, todos los días de su vida
compartida en el hogar, pero si es bueno marcarles metas en detalles pequeños
del día a día, alcanzables pero difíciles. Hay que seleccionar dos o tres cosas
cada día en las que insistir – cada hijo tiene necesidades distintas-, al mismo
tiempo que se valora con elogios, besos, ánimos... el esfuerzo. Os facilito una
relación de pequeñas decisiones - a modo de ejemplo- que podéis tomar en relación con vuestros
hijos.
- Levantarse puntualmente
- Lavarse los dientes, asearse, hacer la cama, dejar el dormitorio ordenado.
- Ayudar a hacer el desayuno o que se lo hagan.
- Llegar con puntualidad al colegio, instituto, …
- Horario de trabajo tras la vuelta del colegio…
- Pequeños encargos para colaborar en casa
- No ver la televisión hasta una hora previamente acordada.
- Acostarse a una hora en punto
- Comer con medida (no picar)
- Enseñarles a dar las gracias, disculpar, perdonar, usar el "por favor"...
- Los caprichos como gominolas, bebidas carbónicas,… son extraordinarios (fines de semana, cumpleaños…). No cedemos para no oírlos quejarse.
- Hablar con ellos a diario, preguntarles cómo les ha ido el día, estar disponibles para escucharles.
- No comparar a los hijos. No compararlos con el primo, el vecino,…para decirles cómo deben comportarse.
- Combinar afecto y exigencia.
La lista podría seguir, pero vamos a coger
una pequeña decisión y analizarla: “La madre que va al supermercado con su hijo
y cuando llega a la caja no le compra la bolsa de gominolas colocada estratégicamente,
aguantando sus llantos y sus lloros”. ¿Cómo y en qué incide esta pequeña decisión de la madre en la vida presente y futura de su hijo? No si es ocasional, solo si se repite junto a otras en la misma línea:
- ¿Contribuye a que su hijo tenga una voluntad fuerte?: si
- ¿Contribuye a que su hijo aprenda a controlar su impulsividad?: si
- Si controla su impulsividad, ¿tendrá unas relaciones sociales, en el presente y en el futuro de mayor calidad?: si
- ¿Ayudamos a que tenga más amigos?: a más cualidades, más atractivo personal. Luego, SI
- ¿Estaremos influyendo en su futura relación de pareja?: Un caprichoso termina siendo insoportable, luego SI.
- ¿Me llegarán muchas o pocas quejas sobre su comportamiento en la escuela? Si este criterio se mantiene, con sentido común, en su educación…mas bien pocas.
- ¿Influimos sobre su capacidad de terminar los deberes? Si, positivamente.
- ¿Influimos en su futuro profesional? Lo que cuesta requiere esfuerzo y cediendo a sus caprichos debilitamos su voluntad, luego SI
- ¿Influimos sobre su autocontrol a la hora de comer, beber, consumir sustancias en la adolescencia…? Si, positivamente.
Podríamos seguir, pero ahí lo dejo. Hay que
EDUCAR CON OJOS DE FUTURO, el presente pasa y el pasado no vuelve. Pero hay una
gran causalidad entre lo que haces con tu hijo en el presente – las pequeñas
decisiones de cada día- y lo que llega a ser en el futuro. El problema es que
hay muchos padres que restan importancia a las cesiones en el presente sin valorar sus consecuencias en el futuro, pensando que está lejos.
Termino con una frase que me llamó mucho la
atención. Es de una persona a la que respeto y quiero. Dice así:
¿Viste como alzaron aquel edificio de
grandeza imponente? ¡A fuerza de cosas pequeñas!
José Antonio de la Hoz