ADOLESCENTES


El mundo de los adolescentes. Comentario a un artículo


En torno al 2004  diseñé unas escuelas de padres que estuvieron activas hasta el 2013. De ellas se beneficiaron miles de madres y padres de decenas de centros educativos y de otras instituciones. Para las sesiones de formación busqué personas con formación, experiencia práctica en el tema que exponían y una aceptable capacidad de comunicación.

Entre esos profesionales estaba Juan Santaella López, Catedrático de Lengua, Ex –Viceconsejero de Educación de una Comunidad Autónoma y estudioso de la formación en Valores. Casi toda su vida profesional la  pasó en contacto con adolescentes y recientemente ha publicado en prensa –periódico Ideal del 7 de septiembre de 2014- ,  un artículo sobre ellos con el título “La adolescencia tiene su propio mundo”.

En mi blog he insertado varias entradas sobre la adolescencia. Señalo, a título de ejemplo, las siguientes : http://goo.gl/CIIJxS (convivir con un adolescente), http://goo.gl/OP9OFR(Adolescentes, alcohol y alteraciones en el desarrollo). Ahora quiero comentar algunas ideas que recoge Juan Santaella en su artículo, que me parecen interesantes y son una oportunidad más para razonar sobre esta etapa.

Dice acertadamente que la adolescencia  “Es una etapa de impulsos incontrolados, de grandes contradicciones: saben poco y creen saberlo todo; son muy reservados pero tienen una espontaneidad irrefrenable; quieren libertad pero se comportan como tiranos; son hipercríticos con sus padres, pero son acríticos con su forma de vida y con sus amigos; son, en definitiva, todo un reto para el equilibrio y la estabilidad emocional de padres y educadores, porque crean mucha tensión familiar y escolar.” Quizás por eso, es importante que los padres se esfuercen, desde que lo son, por ser coherentes, que aporten con su ejemplo en la vida cotidiana un  modelo atrayente de vida, donde estén presentes los defectos, los errores,  pero también los hábitos y valores que dan prestigio y autoridad real, que no formal. Hablamos de voluntad fuerte, de resiliencia,  de humanismo (compadecer, perdonar y pedir perdón, disculpar, ayudar, empatizar, ser optimista…), de interés permanente por la mejora personal, de interés por la verdad, de dedicar tiempo y dar cariño al cónyuge, a los hijos, etc. El modelo de vida de los padres, y la calidad de la relación entre ellos, es la mejor prevención de una adolescencia excesivamente conflictiva. El colegio, el barrio, la familia secundaria, los amigos, la tecnología,....son el resto de su entorno y, por tanto también incide en su carácter, pero no tanto como la familia.

Otra idea interesante para pensar en ella es la siguiente:  “Básicamente, los adolescentes buscan tres cosas: su identidad personal, su autonomía y el sentido auténtico de sus vidas.” Por tanto, si queremos reducir el nivel de conflictividad en casa, pienso que hay que plantearse lo siguiente:

1.      Un hijo no es "algo" sino "alguien". La sociedad actual, huérfana de valores, tiende cada vez más a ver al OTRO/A, como una instrumento, que se usa según convenga. Cada vez más se piensa que el hijo/a es un derecho, algo para disfrutar. Esta filosofía se transmite en la forma de educar, convivir y comunicarse con los hijos, en  la convivencia diaria.  Pues NO, el hijo es una realidad distinta a la madre y al padre, con una dignidad a respetar. Los padres deben favorecer su equilibrio, su madurez, una aceptable felicidad y la capacidad de relacionarse con su entorno. Esto es incompatible con moldear al hijo a nuestra imagen y semejanza. En el proceso habrá que exigir, corregir, reprender,…pero también fomentar la autonomía y la elección desde edad temprana. Los hijos no son una extensión de los padres

2.      Para conseguir esto hay que darles responsabilidades desde pequeños, no coartar en exceso sus iniciativas –posibilidades de desarrollo- por miedos obsesivos, o porque “nosotros lo hacemos todo mejor que ellos” o lo “hacemos más rápido”.

3.      A veces es mejor dejar que se equivoquen. La forma más eficaz de aprender algo es haciéndolo. Ver cómo se hace tiene menos eficacia y aún menos explicar cómo se hace. La explicación y la demostración hay que limitarla a lo estrictamente imprescindible. La autoestima y el autoconcepto están relacionados con lo que conseguimos llegar a hacer y hay que entrenarse desde pequeños.

4.      Hay muchas cosas que requieren una elección de estilo, en base a una identidad. Por ejemplo, decorar una habitación, ordenar un armario, organizar el tiempo….Ahí hay que dejar hacer y no ser autoritarios, para que puedan ir definiéndose. Hay madres y/o padres que se meten en cómo deben estar dispuestas las perchas en el armario o qué tipo de carpetas deben llevar al colegio, provocando conflictos innecesarios. Otros influyen en opciones políticas o deportivas de forma inadecuada, por caminos distintos del diálogo y el razonamiento.

5.      Hablar mucho con ellos (acompañar) sobre lo que ven y sienten, presentarles –con el ejemplo propio- un modelo de vida elegible, tiene una indudable eficacia.

6.      Hay darles una explicación sobre las verdades últimas. El relativismo – todo vale-, es cansino y  el camino ideal para el autoritarismo.

7.      Quererlos y aceptarlos aunque terminen eligiendo lo contrario de lo que a nosotros nos gustaría.

La siguiente idea dice así “La adolescencia es también la época en la que los jóvenes buscan y ensayan ideales de vida, por eso se vuelven críticos, analíticos y se dan cuenta de las injusticias y las desigualdades. Es ahora cuando van a entender las grandes propuestas religiosas, políticas, sociales y culturales. Tan importante o más que el triunfo académico en esta etapa, es el que descubran el para qué de su vida, un horizonte de sentido, porque cuando esto falta, la vida hay que llenarla de algo. Y hoy la propuesta para los jóvenes está clara: divertirse y vivir sin responsabilidades, consumo compulsivo de alcohol y drogas los fines de semana, teleadicción, apatía existencial…” Con la entrada de la democracia comenzamos a rechazar, indiscriminadamente, todo lo anterior y nos quedamos  en un resumen de la vida que nos está causando muchos quebraderos de cabeza:  “vive y disfruta que son dos días”, “trabaja para tener y disfrutar”, “todo es relativo”. Este modelo nos lleva y lleva a nuestros hijos a una vida superficial, más animal que racional, mas anclada en lo sensible, en lo que gusta, en el cortoplacismo, en la ausencia de frustración, en el rechazo de las responsabilidades, en una visión instrumental de todo y de todos, porque el fin último es DISFRUTAR, LA FELICIDAD ESTÁ EN  TENER Y DISFRUTAR. Pues bien, la puerta de la felicidad, como decía Victor frankl, "se abre hacia afuera", cuando no pensamos demasiado en nosotros mismos.
 Hemos quitado a Dios de en medio y nos hemos puesto nosotros y, claro está, cada generación se sobresalta con lo que hace la siguiente. La corrupción y la pillería tiene su base en personas normales que aplican los valores sociales en boga, los que vivimos todos, PERO CON PODER DE DECIDIR desde las instituciones. No es la política la que está podrida, es la sociedad en general. Los valores que nos gustaría ver reflejados en nuestros hijos tenemos que transmitirlos con nuestro ejemplo, con nuestra vida, no aparcándolos en un colegio de pago para que los eduquen. Los hijos necesitan tiempo de los padres y valores atractivos hechos vida cotidiana en la conducta de sus padres. Esta es una de las responsabilidades de ser padres, DAR EJEMPLO. Es verdad que el hijo termina eligiendo su vida, pero los padres deben aportar un modelo atractivo, que sea una referencia importante para ellos.

Cuando era universitario di clases particulares para conseguir un dinerillo extra. Recuerdo al padre de un alumno,  con una vida que era reflejo de su nihilismo. Me enteré de que su hijo – me lo dijo él- estaba en un colegio con ideario católico y me causó sorpresa. En un momento de conversación distendida me dijo que lo había matriculado en ese colegio “porque no quería que llevara el tipo de vida que él llevaba”. Pues esto no funciona así, la adolescencia de tu hijo, su mayor o menor conflictividad, tiene relación con su genética, pero también con lo vivido con sus padres y hermanos durante la infancia, con los valores transmitidos, con el tiempo dedicado, con el modelo de relación entre los padres, con el cariño disfrutado,  y con el modelo de autoridad ejercido . Pues eso, no hay que echarle toda la culpa de la conflictividad de esta etapa a la psicología evolutiva, ni atribuirle todos los méritos de que pase rápido, sin convulsiones destacables,  a la genética. Como decía Miguel Delibes en su libro UN AÑO DE MI VIDA,"Los hijos no te salen -salvo rarísimas excepciones-; los hijos se hacen o deshacen en casa"

José Antonio de la Hoz

Adolescentes, alcohol y alteraciones en el desarrollo



El consumo abusivo y crónico de alcohol produce daños en el cerebro que modifican la estructura y la fisiología de sistemas neurológicos específicos. Los daños son producidos por la acción tóxica directa del etanol y sus metabolitos, y pueden verse aumentados por circunstancias personales de salud.

Uno de los efectos es la reducción del volumen del cerebro, afectando más  al hipocampo, el cerebelo o la corteza prefrontal, áreas implicadas en procesos de memoria, coordinación motora, toma de decisiones, fijación de objetivos futuros o la definición de estrategias.

ADOLESCENTES Y CONSUMO DE ALCOHOL

Según el Informe de la ENCUESTA ESTATAL SOBRE USO DE DROGAS EN ESTUDIANTES DE ENSEÑANZAS SECUNDARIAS (Estudes 2014):

  • El alcohol y el tabaco, seguidos del cannabis siguen siendo las drogas más consumidas por los estudiantes españoles. Le siguen, por este orden, hipnosedantes (con y sin receta), cocaína, éxtasis, alucinógenos, anfetaminas, inhalables volátiles y heroína, que se sitúa en último lugar.
  • Porcentaje de estudiantes que han consumido sustancias en el último año
    • Alcohol: 81,9%
    • Tabaco: 35,3%
    • Cannabis: 26,6%
    •  ……
  •  El consumo de alcohol, tabaco e hipnosedantes está más extendido entre las chicas. Los chicos que consumen alcohol lo hacen de forma más intensa. El consumo del resto de sustancias está más extendido entre varones
  • Porcentajes de consumidores de alcohol en el último año,  por edades:
o   14 años: 63% han consumido alguna vez
o   16 años: 84%
  •  Edad media de inicio en el consumo de alcohol: 13,9 años
  • El 83,9 por ciento de los estudiantes de entre 14 y 18 años ha probado alguna vez en la vida el alcohol. El 81,9% han consumido en el último año y el 74% ha consumido alcohol en elúltimo mes.
  • 6 de cada 10 estudiantes se ha emborrachado alguna vez, 5 de cada 10 lo hizo en el último año y 3 de cada 10 en el último mes. Desde 1994 se observa una tendencia global ascendente en la proporción de estudiantes que se han emborrachado en los últimos 30 días.
  • Con 17 años, el 63%, casi dos tercios de los estudiantes, se han emborrachado en el último año.
  • Las mujeres consumen alcohol en mayor proporción que los hombres, e incluso el porcentaje de chicas que se emborrachan es mayor que el de los chicos. Así, el 29,2% de las escolares de 14 años se han emborrachado alguna vez en el último año.
  • El 43% de los estudiantes de 16 años y la mitad de los de 17 se han atracado de alcohol alguna vez en el último mes (5 o más copas en un corto espacio de tiempo).
  • La encuesta incluye por primera vez una pregunta específica sobre el “botellón”.  El 62% de los encuestados ha participado en uno al menos una vez en el último año y el 53,3% en el último mes. La encuesta también revela una relación directa entre el “botellón” y los atracones de alcohol. Los consumos intensivos (borracheras y atracón de alcohol) son más habituales entre los que “hacen botellón”. Lo mismo sucede con la relación entre el “botellón” y el consumo de otras drogas: los escolares que realizan “botellón” presentan una mayor prevalencia de consumo de cannabis y cocaína.
  • El supermercado (61,8%), seguido de bares o pubs (57,7%) son los lugares donde con más frecuencia los escolares consiguen el alcohol, pese a que la venta a menores está prohibida. En cuanto al lugar donde lo consumen, 6 de cada 10 menores lo hacen en bares y pubs y 5 de cada 10, en discotecas, y el 57%, en espacios abiertos. Durante el fin de semana las bebidas que más se consumen son los combinados, la cerveza y el vino y, entre semana, la cerveza. 

CEREBRO ADOLESCENTE

La adolescencia es una etapa de transición entre la niñez y la edad adulta que abarca, aproximadamente, la segunda década de vida (11 a 25 años según la OMS). En esta etapa hay cambios de conducta(aumento de la interacción social, toma de riesgos, etc) importantes para desarrollar habilidades necesarias para una vida independiente y adulta, pero que pueden predisponerlos para desarrollarconductas de riesgo.

En comparación con el adulto, el cerebro adolescente presenta una región cortical prefontral más amplia, una mayor neurogénesis (formación de células cerebrales nuevas), una intensa poda sináptica (desaparición de conexiones neuronales  poco utilizadas) y una extensa reorganización en la acción de algunos sistemas de neurotransmisores (glutamato, serotonina, dopamina, etc) en zonas concretas del cerebro. Estos cambios afectan a zonas claves del cerebro para el aprendizaje, la memoria, el procesamiento afectivo y las funciones ejecutivas (estructuras límbicas , temporomediales y regiones prefrontales)





Durante la adolescencia se producen  mejoras en procesos como la atención, la velocidad de procesamiento o memoria, la flexibilidad cognitiva, el control inhibitorio, la planificación o la toma de decisiones. Estas funciones que se van consolidando en la adolescencia son más sensibles al consumo abusivo de alcohol, que en el cerebro adulto.
El alcohol, por tanto, podría alterar el neurodesarrollo adolescente y, de esta forma, condicionar de forma significativa sus oportunidades futuras en el ámbito educativo, laboral o social.

ALCOHOL Y RENDIMIENTO COGNITIVO EN LA ADOLESCENCIA

Los adolescentes que practican el consumo abusivo discontinuo (fines de semana) de manera regular muestran un menor rendimiento neuropsicológico, en comparación con los no consumidores o con consumidores no intensivos, en tareas que requierenatención sostenidamemoria episódica (memoria relacionada con sucesos autobiográficos -momentos, lugares, emociones asociadas y demás conocimientos  contextuales-  que pueden evocarse de forma explícita)memoria de trabajo (se usa para el almacenamiento temporal de información y su manipulación)y otras en las que participan funciones ejecutivas. También es frecuente que presentenalteraciones emocionales con más frecuencia y mayor intensidad que los no bebedores.

ALCOHOL, FUNCIONES EJECUTIVAS Y MEMORIA ESPACIAL

Tomando una muestra de estudiantes universitarios  se estudian los efectos del Binge drinking(consumo excesivo de alcohol). Se considera tanto el hecho de consumir como el de no consumir, así como el historial de consumo. Los resultados son los siguientes:
·         Los sujetos que consumen alcohol en gran cantidad obtienen peores rendimientos en ambos tipos de pruebas (funciones ejecutivas y memoria espacial) que los que no consumen e, incluso en algunas, peor que los que consumen moderadamente.
·         Los que llevan tiempo bebiendo de modo regular también obtienen peores resultados.
·         Parece haber una mayor afectación de las funciones ejecutivas, luego parece que, a esas edades, los efectos del alcohol repercuten más en la corteza prefontral que en el hipocampo.

Son componentes de las funciones ejecutivas la MEMORIA DE TRABAJO (se usa para el almacenamiento temporal de información y su manipulación), la PLANIFICACIÓN (nos ayuda a establecer y ordenar las actividades tendentes a la consecución de objetivos establecidos), la FLEXIBILIDAD (hace posible trasladar a nuevos contextos los conocimientos adquiridos con anterioridad), la MONITORIZACIÓN ( hace referencia a la supervisión necesaria para la ejecución del plan de acción establecido en la planificación de las acciones, conductas o pensamientos encaminados al logro de una meta) y la INHIBICIÓN DE CONDUCTAS (se refiere a la interrupción de alguna respuesta o secuencia de conductas, que anteriormente han sido automatizadas o aprendidas, para resolver alguna tarea o acción)


ALCOHOL, PERSONALIDAD Y ACTIVIDAD PREFRONTAL 

Los resultados del estudio  pusieron de manifiesto  que todos los estudiantes consumidores de alcohol presentaban una sintomatología disejecutiva significativamente mayor que los no consumidores. Es decir, su capacidad de planificación, toma de decisiones, inhibición de respuesta o autocontrol era menor que la de los abstemios.

José Antonio de la Hoz

Fuentes:

Adolescentes, placer y depresión

La profesora Adriana Galván forma parte del Departamento de Psicología y del Instituto de Investigación del cerebro de la UCLA (Universidad de los Ángeles – USA), dónde dirige el Laboratorio de Neurociencia del Desarrollo.  Es una reconocida experta en el desarrollo del cerebro del adolescente.

Recientemente ha publicado un estudio que relaciona la posibilidad de que los adolescentes padecezcan depresión con las actividades que alimentan el circuito cerebral de recompensa, publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America, al que se puede acceder en el siguiente enlace http://goo.gl/r2elw6 . Aquí recojo algunas ideas contenidas en el estudio:

1.       Constituye un impulso para la conducta humana cotidiana, la búsqueda de la felicidad y la recompensa, siendo esto la base de su bienestar.

2.      Los adolescentes cuyo sistema de recompensa cerebral responde más a actividades que favorecen laautorrealización (eudaimonia) – por ejemplo, actividades con un fin social o altruista, la colaboración con la familia, la moralidad, o aquellas dirigidas a conseguir un objetivo no inmediato - , tienen menos riesgo de experimentar síntomas depresivos a lo largo de la vida.

3.      Los jóvenes cuyo sistema de recompensa cerebral responde mejor a actividades hedónicas, con una gratificación inmediata, carente de significado, son más propensos al malestar psicológico. Ejemplo de estas actividades son jugar con la videoconsola, realizar compras, comer o beber.

4.      Por tanto, ebienestar psicológico duradero se logra a través de las actividades con un significado y un propósito, como la ayuda a los demás, colaborar con la familia y en el cuidado de los hermanos, la expresión de la gratitud o la búsqueda de objetivos a largo plazo.

5.      Estas conclusiones se han sacado de las pruebas de imagen cerebral realizadas a 39 jóvenes con una edad media de 17 años que, según los autores, es el primer estudio que relaciona el bienestar o el malestar mental con la predilección de los adolescente por las recompensas diferidas o inmediatas, respectivamente. La zona cerebral que se activa, objeto de estudio, es el estriado ventral.

6.      Los síntomas depresivos tienen un máximo durante la adolescencia, con un pico entre los 17-18 años. Esto es debido a que el sistema de recompensa cerebral, encargado de procesar el placer, está más activado que en niños y adultos, estando especialmente asociado a la búsqueda del riesgo. Es la época en la que más gratificaciones se buscan y cuando hay más riesgo de caer en adicciones y hábitos inadecuados.

7.      Los investigadores creen que las actividades hedónicas no aportan estrategias para un bienestar duradero, ofrecen un placer inmediato, carente de significado,  mientras que las actividades eudaimónicas – altruistas, que requieren esfuerzo,…-tienen un significado propio, aportan un bienestar que no depende de factores externos sino intrínsecos a la persona, actuando sobre la autoestima y proporcionando una sensación de autocontrol, competencia, pertenencia al grupo y conexión social. Por este motivo los adolescentes, en este caso, desarrollan estrategias que les proporcionan un bienestar duradero.

José Antonio de la Hoz


LA SOLEDAD DEL ADOLESCENTE: ¿UN PROBLEMA?

La adolescencia es un periodo de cambios físicos y psicológicos. Aparece el deseo de independencia y  reflexión. Por eso, el aislamiento en estas edades no es necesariamente algo preocupante, aunque hay que observar las causas. Este artículo de la Vanguardia recoge análisis y consejos dirigidos a padres y educadores.


Una sana soledad adolescente
Cuando los hijos llegan a la adolescencia se transforman y tienden a aislarse, a pasar mucho tiempo solos, y muchos padres se angustian. ¿Cuándo la soledad es normal y cuándo problemática?



La figura del joven solitario, aislado, con frecuencia se vincula a persona marginada, rara, asocial e, incluso, candidata a desequilibrios psicológicos. Es habitual escuchar la coletilla “era un joven solitario” para describir a los autores de matanzas y de otros actos atroces. Y ello hace que muchas personas consideren que es un problema ser solitario durante la adolescencia. Sin embargo, hay una parte de la soledad del adolescente que es absolutamente necesaria para el desarrollo, para convertirse en un adulto sano, de modo que quizá lo preocupante es que no muestren cierto distanciamiento. Porque, explican los psicólogos, una cosa es la soledad y otra la socialización, y que un adolescente quiera o necesite estar solo no tiene ni debe ser sinónimo de secretismo ni de aislamiento. Es a estas distinciones a las que los padres han de estar atentos. No es lo mismo que un adolescente quiera estar solo porque necesita estar consigo mismo, porque es tímido o porque es introvertido, que se aísle porque se siente o ha sido marginado, porque no sabe relacionarse o porque trata de alejarse de algo o alguien o está deprimido.



“Que los adolescentes se aíslen de sus padres no es preocupante, lo preocupante es si no aparece la intimidad, la reserva, que es uno de los aspectos que debutan en la adolescencia y que denotan que el adolescente se está desarrollando bien”, asegura Jorge Tió, psicólogo clínico y coordinador del equipo de atención al menor de la Fundació Sant Pere Claver. Explica que en la adolescencia los chavales necesitan salir de las relaciones más dependientes de la infancia y crear espacios personales. Eso justifica que a veces quieran estar solos y que comiencen a dar valor a la reserva para sentirse más autónomos y más seguros. “Que el joven lo cuente todo indica que tiene necesidad de que todo el mundo se entere de todo para tener seguridad”, apunta.


Mario Izcovich, responsable del grupo de investigación en adolescencia del Col·legi de Psicòlegs de Catalunya, asegura que cada adolescente es distinto y se comporta de forma diferente, pero que es muy frecuente que el adolescente marque distancia con los adultos –especialmente con los padres– y se recluya en sí mismo para construir su intimidad, y eso se traduzca en que cierra la puerta de su habitación, se encierra en el baño, cuenta pocas cosas de los amigos y de la escuela… “Los padres han de aceptar esta transformación, es importante; pero los hay que no lo soportan, que se angustian y entran en el baño o en la habitación del hijo sin llamar, revisan sus cosas, el ordenador y quieren saber qué hace, qué piensa, qué pasa en la vida de su hijo. Se crea una dinámica policial que provoca más rechazo por parte del adolescente y le lleva a encerrarse más”, indica Izcovich.


Porque si algo tienen claro quienes tratan con adolescentes es que estos se alejan de los padres cuando les tratan como niños, cuando les están preguntando constantemente cómo está, si necesita algo o dándoles consejos no pedidos o diciéndoles directamente lo que deben hacer. “Con este tipo de actitudes los padres lo único que consiguen es que el hijo se cierre más, que es su forma de decir que ya no es un crío, que tiene capacidad para pensar y reflexionar por sí mismo; pero es que a los padres nos cuesta mucho aceptar que nuestros hijos se van haciendo mayores y se van independizando, cuando deberíamos tener claro que el mayor éxito de un padre o madre es hacerse prescindible para los hijos”, reflexiona el sociólogo Javier Elzo, que durante años ha investigado sobre el comportamiento y la educación de los jóvenes.


Tió apunta que a los padres a los que la intimidad de sus hijos les despierta ansiedad o desconfianza les puede tranquilizar comprobar si se socializa, si fuera de casa sí tiene relaciones y, sobre todo, si hace relaciones nuevas, si sale del grupo de amigos que le ha acompañado durante la infancia, una conducta que considera indicativa de un sano desarrollo. “Que aparezcan grupos espontáneos a partir de los nuevos contactos que se hacen a esas edades es importante para el desarrollo del adolescente porque ahí puede intercambiar todo lo nuevo: sus cambios corporales, sus cambios en la forma de pensar, en sus valores; aparece el intercambio erótico, de ideas, y así se confronta con los padres y se separa de la infancia”, justifica.


También Izcovich enfatiza que la vida social de los adolescentes es un buen indicador de si su soledad o aislamiento respecto a los adultos es o no preocupante. “Si un joven va a la escuela, vuelve, y se pasa el resto del día en casa, sin quedar con nadie, ni siquiera los fines de semana, quizá estemos ante algún tipo de dificultad; pero sin perder de vista que también hay chavales que necesitan recluirse y buscar estrategias para ver cómo se relacionan con otros, porque a esa edad están construyendo su identidad y pasan por muchos momentos, no es un periodo uniforme”, comenta. Su consejo para aquellos padres que creen que su hijo tiene poca vida social o que es muy tímido es darse un tiempo para ver cómo evoluciona, y aceptar que un hijo no es como los padres desean que sea, sino que pueden ser más abierto o menos, y que ser tímido no debe ser un problema, ni estar solo es malo necesariamente, sino que puede ir acompañado de una rica vida interior. Porque no es lo mismo el joven que se pasa el día en su cuarto leyendo, escuchando música o tocando un instrumento que el se pasa el día tirado en la cama sin más o muestra tristeza.


Comprobar, como indica Jorge Tió, que el chaval desarrolla nuevos intereses o actividades, que pone a prueba sus nuevas capacidades intelectuales, afectivas o creativas también debería aliviar la preocupación de los padres. “Los adolescentes necesitan experimentar para conocerse, ponerse a prueba, verificarse, y algunos optan por hacerlo de forma aislada, sin que los demás le vean; pero es importante que tengan la oportunidad de hacerlo, de dar su opinión en algún sitio, de expresarse mediante grafitis o de probar su habilidad con el skate”, indica. Por el contrario, explica Tió, si un adolescente es realmente solitario, no se socializa y no se verifica, no se atreve a usar y poner a prueba en algún ámbito sus nuevas capacidades, sí que puede denotar una elevada inseguridad o algún trastorno de conducta, y en este caso el aislamiento puede ir a más, hacerle sentirse excluido y llevarle a alimentar en exceso las fantasías y sentimientos de omnipotencia que acompañan esta etapa del desarrollo. Porque uno de los riesgos del aislamiento nocivo es que si al joven le falta comunicación con otros, además de no recibir apoyo social ni empatía en momentos de necesidad, también pierde referencias para contrastar y verificar la realidad con sus propios puntos de vista, y es más fácil que la distorsione.


Mario Izcovich apunta que hay chavales que se separan de los demás porque no saben cómo juntarse, porque no saben cómo explicar lo que piensan o qué hacer durante la hora del patio. En lugar de aprender por la vía del ensayo y error se excluyen, se ponen en un lugar diferente. Los demás entonces le señalan por distinto y eso le separa aún más. Su opinión es que los padres han de estar atentos, ver si el retraimiento es algo que dura poco tiempo o se prolonga. “El problema es que, por mi experiencia, los padres (y los adultos en general) tienen gran dificultad para escuchar al adolescente, porque no se trata de investigar qué le pasa ni de preguntarle qué piensas, con quién has estado, etcétera, sino de facilitar las condiciones para que el hijo pueda dejar pistas de lo que le pasa, de crear canales para que sepa que cuenta con el adulto, que en cualquier momento puede ser escuchado y que cuando se sienta capaz puede salir de ese encierro”, relata.


Por otra parte, advierte que la sociedad actual promueve el aislamiento: “Hoy los chavales están cada uno en su casa conectados a pantallas, no se promueven los trabajos escolares en grupo, no se reúnen amigos en casa, y todo eso empobrece las relaciones”. Claro que también son muchos los que a través de las nuevas tecnologías y las pantallas se sienten más seguros para comunicarse con los otros, amplifican sus relaciones o ponen a prueba su creatividad. “El problema no es la tecnología, es su utilización, que se use para sustituir la relación con el otro o para alimentar las fantasías más solitarias”, apunta Jorge Tió.

Javier Elzo está convencido de que los adolescentes de hoy día “se encierran más porque se sienten más solos e inseguros que nunca. Les resulta difícil encontrar ayuda porque todo está protocolizado y ritualizado, incluso las tutorías escolares. Los chavales no pueden acudir de forma espontánea al vecino, al primo, al cura o al médico de la familia como hacíamos antes”. El catedrático emérito de Sociología de Deusto cree que “nunca ha sido tan difícil ser adolescente como ahora” por razones familiares, económicas, de cambio en las relaciones entre iguales y las mayores exigencias educativas. Elzo cree que muchos jóvenes viven en entornos familiares cambiantes o inestables por la separación de los padres, y otros muchos llegan a casa y se encuentran que no hay nadie y que pasan muchas horas solos, lo que aumenta su inseguridad. Por otra parte, sostiene que algunas de las formas actuales de relación evidencian lo que denomina “un solicismo grupal”, chavales que se reúnen o que se contactan por Twitter o WhatsApp pero sin conversar, manteniendo un contacto muy superficial. Y enfatiza que a eso se suma la inseguridad sobre su futuro que se deriva de las actuales condiciones económicas y la fuerte presión formativa y de evaluación continua a que están sometidos en la escuela y en sus casas. “Yo me pregunto si la gigantesca presión que viven los jóvenes por tener buenas calificaciones, pasar un montón de exámenes y adquirir múltiples habilidades no está detrás de la elevada tasa de fracaso escolar”, especula.

Mario Izcovich enfatiza que los adultos acostumbran a asociar al adolescente con peligros externos, con lo que hay fuera, cuando lo más importante es el factor interno, lo que ellos padecen, porque es una etapa en la vida en que muchos de ellos sufren porque no saben cómo relacionarse, lo pasan mal si no les llaman para quedar, si les rechazan… y se encierran. Los expertos explican que, en ese ámbito, la reacción de los padres, más que preocuparse, habría de ser respetar el tiempo de los hijos, soportar la angustia que les provocan sus cambios o el que se hagan mayores, dejar una puerta abierta a la comunicación para poder detectar las señales que envían cuando necesitan ayuda y esperar, “porque si los hijos ven que se respeta su intimidad y sus reservas, cuando ganan en seguridad vuelven a compartir algunas cosas”. 


Leer más:
http://www.lavanguardia.com/estilos-de-vida/20130412/54371068695/una-sana-soledad-adolescente.html#ixzz2QdAtfWVs 







"Guía para los primeros años de la adolescencia" es un buen documento  para padres con hijos de estas edades. Consta de 20 páginas con un lenguaje claro y sencillo. Se puede encontar en este enlace http://www.thefamilywatch.org/ridspf/RIDSPF01.pdf. En su parte final aparece este resumen con consejos útiles para los padres, que también pueden servir a los profesores con estos alumnos.



1. Cuanta más información tenga sobre la adolescencia mejor podrá anticiparse a los cambios y, además, las decisiones que tome serán mucho más eficaces.


2. Manténgase al tanto de la vida de su hijo dentro y fuera de la escuela. Una buena relación con los padres es la mejor protección para crecer y explorar el mundo. Sea imaginativo para mantener el contacto con su hijo.

3. El afecto incondicional y unas normas claras, razonables y razonadas son los cimientos para que su hijo se desarrolle y se sienta seguro.
4. Hable con su hijo de los temas importantes en la vida y no evite los temas delicados o difíciles.
5. Márquele metas altas pero realistas. Dígale que espera de él todo lo que puede dar.
6. Valore la educación, mantenga el contacto con los profesores y supervise su evolución académica.
7. Ayúdele a descubrir sus puntos fuertes y elógiele por lo que hace bien.
8. Conozca a los amigos de su hijo y a sus padres. Hable con él sobre los amigos, la amistad y las cosas que pueden pasar cuando esté con sus amigos.
9. No deje a su hijo solo frente a los medios de comunicación y la publicidad. Hable con él de las películas que ve, los videojuegos que usa, las revistas que lee y la música que escucha.
10. Los valores que usted desea para su hijo debe vivirlos primero su padre, su madre y sus hermanos mayores.

11. Esté alerta ante los problemas graves que pueden surgir durante la adolescencia. Si no puede afrontarlos, busque ayuda profesional cuanto antes.

12. No se desanime ante las dificultades: la mayoría de adolescentes las superan con éxito si los padres están disponibles para ayudarles y no se rinden.

13. Escuche siempre a su hijo.


Hijo, ¿hablamos?

La comunicación con nuestros hijos, más aun si son adolescentes, es todo un entramado donde concurren emociones, situaciones anteriores, memoria, datos, juicios a priori y a posteriori, desahogos, consejos, aciertos y desaciertos, confianza y desconfianza,…y otros aspectos, como el sexo de los comunicantes, la edad y un largo etcétera. Visto desde esta perspectiva el asunto es tan complejo que invita a entrar en faena “de puntillas” y con la precisión de un cirujano, pero todo se simplifica si los padres cumplen algunos requisitos y los repasan periódicamente para mejorar en alguno:

·        Buscar el momento oportuno: las cosas mejor en frío; si el tema es conflictivo, hay que elegir un momento huérfano de pasiones… Los gritos, voces o aspavientos  nos quitan la razón. Un examen para mañana, una situación de stress…convierten el momento en el menos adecuado para pararse a hablar con tu hijo.

·        Que se note que hay amorpreocupación por el otro…, esto no implica que se aparque la contundencia cuando sea necesaria. Aunque más que comunicar se trate de informar, hay que dar razones. En mi periodo de docente me tocó comunicar más de una sanción encaminada a  cambiar alguna actitud…, pasados los años más de un sancionado me ha dado un abrazo, nos hemos tomado una caña y nos hemos intercambiado teléfonos. ¡Seguro que en algún caso me he equivocado y los recuerdos no son tan gratos…!

·        No existe comunicación si es unidireccional…, hay que dejar que el otro hable, escucharlo y ponerse en su lugar… Los sermones de larga duración aburren e incentivan el aislamiento. Como decía Miguel de Cervantes “Sé breve en tus razonamientos, que ninguno hay gustoso si es largo”.
·        La manipulación para convencer u obtener información también rompen el circuito.

·        A veces nuestros hijos solo quieren desahogarse, que los escuchemos y les demos nuestro apoyo y nada más. En estos momentos solo se busca afecto y comprensión, curar heridas internas, sentirse querido ...
·        Como padres algunas cosas hay que decirlas, aunque solo se entiendan años o muchos años después. Hace poco un ilustre profesional publicaba una carta en el periódico, dirigida a su padre fallecido un año atrás, a modo de homenaje póstumo, en la que rememoraba conversaciones con él, consejos recibidos y no asimilados en su momento, correcciones…. En ella comentaba como muchos de esos consejos y conversaciones se han mantenido en su memoria y el uso eficaz que ha hecho de ellos a lo largo de su vida, así como  el sentimiento de orfandad que le acompaña cada vez que necesita una opinión desinteresada.

·        Cuando nos equivocamos pedimos perdón y rectificamos. Ganamos en autoridad y prestigio moral
·        Si queremos que nuestros hijos nos cuenten las cosas hay que crear el clima adecuado: no podemos escandalizarnos, ni montar en cólera,….si actuamos así nos cerraran las puertas, ¡se acaba la confianza!
·       La intimidad de nuestros hijos no se muestra ni se comenta sin su consentimiento, ni a otros hijos, ni al cónyuge, ni al resto del mundo mundial… lo contrario provocará que cierre la espita. Como dice Milán Kundera, “la persona que pierde su intimidad lo pierde todo”

·        Hay que administrar bien los elogios, desde pequeños, porque vamos a necesitar conocer con objetividad nuestros defectos y nuestras virtudes. Muchos padres tildan a sus hijos de genios cuando son mediocres, de generosos cuando son egoístas y al revés,…así es difícil construir algo

·       Las comparaciones son odiosas y más si se hacen en público. El beneficiado se siente ruborizado si está presente, el perjudicado se siente humillado y no querido de forma incondicional, que es como se quiere en el ámbito familiar.

·       Cuando hay que modificar comportamientos no se aprovecha para hacer juicios de la persona. Si mi hijo trae malas notas no  le digo que es un vago, inútil y no sé cuantos calificativos más…, mejor hablo del problema y de la forma de solucionarlo. Si algo nos duele lo decimos pero no descalificamos.

·       Si eres coherente, sencillo, sabes comprender y disculpar, toleras opiniones distintas, no manipulas, eres trabajador y responsable…., resumiendo, TIENES PRESTIGIO  frente a tus hijos, entonces la comunicación y el diálogo siempre es más fácil. Es difícil escuchar a la persona vengativa, altiva, negativa, que va intentando inocular su rencor a los demás, que solo tolera a los que piensan como él hasta en los detalles más nimios, que se pone como ejemplo de todo, que miente y manipula,  que es un vago, que no pide perdón…., etc.
José Antonio de la Hoz

1 comentario:

  1. Un excelente material que está muy adecuado para lo actual .!Felicidades¡

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