Dicen
muchos que educar la inteligencia emocional de los niños/as, desde pequeños, es
un factor de mejora individual y social. Pero mover a los padres, a los
profesores y a los propios alumnos hacia cualquier tipo de mejora no es fácil;
hay que buscar motivos consistentes para que no terminen cayendo en la
desmotivación, la dejadez personal, la mediocridad o el egoísmo . Entraríamos,
de esta forma, en el terreno de la ética, la psicología o los valores, tratados
en otras entradas de este blog. Ahora voy a centrarme en lo que aporta la
educación emocional de los niños a su rendimiento académico y a su mejora personal y social.
Según
un estudio de la Fundación Botín, formar la Inteligencia Emocional en los
centros educativos – supongo que también en la familia -, “fomenta la igualdad
frente a las diferencias en el ámbito de la conducta y el aprendizaje. También
favorece que los niños sean más capaces de afrontar las incertidumbres con comprensión,
creatividad y sentido de la responsabilidad”. El que es capaz de manifestar sus
inquietudes y problemas de forma adecuada, en el momento adecuado y a la
persona adecuada, termina entendiendo y controlando mejor su entorno que el que
no lo hace, interactúa más eficazmente con él y mejora y hace mejorar a los
que le rodean.
Formar
la Inteligencia Emocional de los alumnos de primaria de un centro educativo
requiere de un proyecto. La Fundación Botín lo tiene y lo aplica en centros
escolares de cuatro comunidades autónomas: Cantabria , Madrid, Navarra y la
Rioja. A título de ejemplo, estas son algunas de las actividades que se
desarrollan:
- Aprovechar la presencia de alumnos con carencias para enseñar al resto a valorar lo que tienen, a respetar las diferencias, a adaptarse eficazmente a su realidad, etc.
- Organizar patrullas escolares que vigilen que no ocurra nada en el recreo, que son formadas previamente para comunicarse de forma constructiva y asertiva.
- Organizar patrullas verdes que velan por la limpieza del centro escolar.
- Que los propios alumnos elaboren las normas que van a cumplir durante el curso.
- Cuando consiguen una meta positiva se pone un cartel en el pasillo para que se sepa y el resto imite.
- Cinco minutos de música relajante después del recreo y otras actividades que les enseñen a relajarse.
- Festivales, felicitación a los que cumplen años, dedicatorias, etc.
- Enseñar e evitar determinadas frases y juicios provocativos, mostrando los efectos que causan.
- Narración y análisis de historias, Role Playing, …para enseñar a gestionar el enfado y razonar sobre las respuestas correctas y cómo alcanzarlas.
- Rodear a los niños de valores humanos y entornos bellos.
Según Belinda
Heys, de la Fundación Botín, se trabaja en seis módulos: “Bienestar emocional, logros personales, nutrición y salud
física, cuerpo, movimiento y ejercicio, cuerpo como modo de expresión y el yo y
la responsabilidad social como modo de ayudar a los demás” Sigo pensando que
esto ayuda pero que está cojo para llegar a una felicidad interior consistente
y con cierta permanencia. A título de ejemplo, la actitud de ayudar a los demás
requiere de argumentos trascendentes y esfuerzo personal apoyado en valores, para
mantenerla en el tiempo, de lo contrario terminará por imponerse, en mayor o menor grado, el razonamiento de que "la vida es corta y voy a preocuparme fundamentalmente de mi”
Según Fátima Sánchez no se dedican clases
específicas a la formación de la Inteligencia Emocional de los alumnos, sino
que se trabaja de forma transversal, es decir, aprovechando el resto de clases,
siempre y cuando los profesores cumplan unas pautas programadas mientras trabajan con sus alumnos. De esta forma se mejora el clima escolar y, con él, el rendimiento
académico.
Los efectos que se consiguen
son los siguientes: “…logramos que los niños aprendan a conocerse más a ellos
mismos, saben cómo son y, por ello, aumentan su confianza y autoestima personal. Además, conocen lo que es la empatía, valoran y respetan cómo son los demás compañeros
del grupo, saben identificar y expresar
sus propias emociones, desarrollan el autocontrol, la toma de decisiones responsables y la realización de actividades
saludables. Por otra parte, conseguimos un buen desarrollo social, puesto que saben cómo relacionarse con los
demás y adquieren una gran autoafirmación;
es decir, saben lo que quieren y aprenden a decir "no", a pesar de
que el resto del grupo diga lo contrario».
Parece
que esta formación reduce sensiblemente los problemas de disciplina en los centros
escolares llegando, en algunos casos, al 25% de mejora. Los porcentajes de
mejora del rendimiento académico pueden llegar al 14%, tal y como ocurrió en el
Roger Weissberg en USA y publicado en la
revista child development en su número de enero/febrero de 2011.
Termino con dos frases, la primera de Antonio Damasio, Jefe de Neurología del Centro Médico de la Universidad de
Iowa y Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica: “El aprendizaje está conectado con las
emociones, por eso hay que aprender a enseñar de forma divertida”
La segunda de René Diekstra, profesor de psicología, dice así: "Podemos educar las emociones de dos formas: aprender a percibirlas e indicarlas adecuadamente y aprender a gestionarlas. Las emociones son importantes para el empleo, las relaciones con los demás y la salud mental y física"
La segunda de René Diekstra, profesor de psicología, dice así: "Podemos educar las emociones de dos formas: aprender a percibirlas e indicarlas adecuadamente y aprender a gestionarlas. Las emociones son importantes para el empleo, las relaciones con los demás y la salud mental y física"
José Antonio de la
Hoz
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