PADRES

¿Hay una forma inteligente de querer a los hijos?

El ser humano tiene capacidad de amar y necesita aplicarla a algo o alguien porque le resulta imposible no querer. Mientras vivimos vamos eligiendo  a qué y a quién queremos y esa elección tiene consecuencias para nosotros mismos y lo querido, ya sea persona o cosa.  A título de ejemplo, no genera los mismos efectos la lectura habitual de un buen libro  que el consumo frecuente de alcohol; como tampoco tiene las mismas consecuencias querer a una persona por lo que se recibe de ella, que el amor desinteresado, aunque solo sea por aquello de que “hay más alegría en dar que en recibir”.

Una vez hecha esta introducción me interesa pararme en el amor de los padres a los hijos. Es un amor necesario para el correcto desarrollo de la persona, como hemos visto en otras entradas de este blog  (véase http://goo.gl/4rAlk7 ), pero un amor no pasado por el tamiz de la razón puede ser pernicioso, para los padres y para los hijos.

La mejor forma que tiene una madre o un padre de manifestar su amor a los retoños es desearles lo mejor, ayudarles a conseguir las capacidades, competencias, hábitos y habilidades que les ayuden a construir una vida de calidad, para ellos mismos y para los que estén en su entorno. Que puedan elegir su futuro con el menor número de condicionantes  internos posible. A esto le llamo  AMOR A LARGO PLAZO, por contraposición al AMOR A CORTO PLAZO que proporciona una felicidad momentánea, pobre, pasajera, que produce un arraigo más o menos fuerte a las propias debilidades, que genera dependencias físicas o emocionales o que mutila para hacer frente  -con ciertas garantías de éxito-  a los retos que siempre planteará la vida.

Soy muy amigo de la aventura y veo, si puedo, aquellos programas de televisión con esta temática. No hace mucho una conocida humorista era la protagonista de uno de ellos. A lo largo de varios días tuvo que recorrer algunos kilómetros a pie, remar en kayak, dormir en una tienda de campaña varias noches , para luego poder disfrutar de bellísimos paisajes, ver osos, gozar observando majestuosos glaciares, ríos y lagos, etc. Pero para lo segundo hacía falta cansarse remando y corriendo, adquirir una mínima condición física, soportar algo de frío, etc. Al final del programa estaba feliz y entendió perfectamente que su pereza y comodidad podía llevarle a no poder realizar elecciones maravillosas. Se despidió agradecida, habiendo aprendido la lección y con la siguiente frase, dirigida al conductor del programa, que es un conocido aventurero:  “no solo has cambiado mi vida sino la de mi familia”, dando a entender que aumentaría el nivel de exigencia a sus hijos, para que pudieran ampliar su abanico de posibilidades y, con ello, ser más felices.

Pues bien, el AMOR A LARGO PLAZO  es aquel que lleva a los padres, en el día a día, a pensar en las consecuencias de sus decisiones sobre la educación y la felicidad de sus hijos, que no serán otras que su mayor o menor capacidad  de elegir metas, su mayor o menor autonomía, la cantidad y calidad de  hábitos, competencias, capacidades y habilidades adquiridos en su proceso de formación, etc. Hay que revisar, a título de ejemplo, los caprichos innecesarios que concedemos a los hijos en el día a día, dónde ponemos el listón de la exigencia, porque ellos querrán bajarlo siempre, incapaces de valorar que estás buscando su felicidad. Ellos solo valoran el corto plazo, aunque pasados los años se acuerden, para bien o para mal, de cómo los educastes. Es la historia de siempre.

Me da pena ver a algunos padres de adolescentes que, desde que estos eran niños:
  • Le llevan el desayuno a la cama 
  • Les dejan que se queden en la cama al menor contratiempo
  • Ceden fácilmente ante su llanto caprichoso o ante cualquier chantaje emocional
  • Se ponen siempre de su parte sin contrastar datos
  • No les exigen, desde pequeños, un horario de trabajo.
  • Hacen poco o nada por controlar sus impulsos
  • Le retiran la comida que no les gusta para cambiársela por otra, etc

Creo que el mensaje está claro, pero quiero terminar con una situación real, muy gráfica,  que se produjo en la Universidad de Berkeley a final de los años 40. Seleccionaron a 92 niños de  3 y 4 años y los metieron en un aula; un profesor le dio  a cada niño una chocolatina con la promesa de darle otra más si no se la había comido mientras se ausentaba un tiempo. Sale de la clase y cuando vuelve unos se la habían engullido y otros no. Estos niños fueron  estudiados 50 años después y, resumiendo,  se obtuvieron los siguientes datos, entre otros: el 80% de los que no se comieron la chocolatina tenían cargos de responsabilidad y la tasa de divorcios era cuatro veces mayor entre los que se comieron la chocolatina.

La pregunta es ¿cuántas “chocolatinas”, sin criterio, no asociadas a ningún esfuerzo o merito , les das a tus hijos cada día? Pues eso, cuando tomes decisiones que les afectan PIENSA EN EL MODELO DE PERSONA QUE ESTAS CREANDO. Elabora CRITERIOS, consensuados con tu cónyuge, adaptados a su edad y que les ayuden a crecer como personas. Todo ello bien compaginado con manifestaciones habituales de cariño y afecto.

Termino, como siempre, con dos pensamientos, uno de José Antonio Marina, filósofo y pensador :  “Debemos proponer al niño metas asequibles, que pueda conseguir, pero difíciles, para que sientan la emoción de tener éxito” . La otra de Angela Lee Duckworth (investigadora de la Universidad de  Pensilvania): “El rasgo de personalidad de las personas que llegan lejos en la vida, es la DETERMINACIÓN”
José Antonio de la Hoz


La importancia del padre en la educación de los hijos


Cae en mis manos un informe de 2015, del Instituto Internacional de Estudios sobre la Familia, que estudia “la importancia de la figura paterna en la educación de los hijos”, elaborado por María Calvo, profesora de la Universidad Carlos III e investigadora visitante de la Universidad de Harvard.  Os aconsejo su lectura completa porque yo voy a exponer las ideas que más me han llamado la atención, con todos los riesgos que ello comporta. Podéis acceder a él pinchando en http://www.thefamilywatch.org/act-9inf-es.php

Pues ahí va la selección de ideas, no sin antes remarcar que el informe está elaborado por una mujer:
  • “El gran énfasis que durante años se ha puesto en conseguir la emancipación de la mujer ha provocado un fenómeno colateral con el que nadie contaba: unoscurecimiento de lo masculino, cierta indiferencia, cuando no desprecio, hacia los varones y una inevitable relegación de éstos a un segundo plano. Esta situación, si bien puede ser lógica - han sido muchos los siglos de dominación masculina -, no debe ser ignorada o minusvalorada, pues una crisis del varón nos conduce - igual que si se tratase de la mujer - a una crisis de la sociedad entera”.
  • La función paterna ha sido devaluada. El modelo social dominante es la relación madre – hijo. El padre es prescindible o es aceptado en la medida en que es una segunda madre. Las madres exigen a los padres que atiendan a los hijos como lo hacen ellas.
  • La opción política y social  a favor de la mujer ha provocado una profunda crisis de la figura del padre, capaz de generar  un desequilibrio en la sociedad  muy grave a corto plazo si no se toman las medidas adecuadas.
  • Los estudios demuestran una serie de diferencias cualitativas entre los niños que han crecido con o sin padre. Los niños que se han beneficiado de la presencia de un padre interesado en su vida académica, emocional y personal, tienen mayores coeficientes intelectuales y mejor capacidad lingüística y cognitiva; son más sociables; tienen mayor autocontrol; sufren menos dificultades de comportamiento en la adolescencia; sacan mejores notas; son más líderes; tienen la autoestima más elevada; no suelen tener problemas con drogas o alcohol; desarrollan más empatía y sentimientos de compasión hacia los demás; y cuando se casan tienen matrimonios más estables
  • Actualmente, muchas familias sufren el denominado por los psicólogos “síndrome de la función paterna en fuga”: aunque el padre está presente físicamente no ejerce su papel. Por el contrario, prevalece un matriarcado social y educativo, que perjudica el correcto y equilibrado desarrollo de los hijos al favorecer personalidades individualistas y narcisistas, pues la madre y su función materna no es por lo general capaz de limitar los deseos de omnipotencia del niño.   Sufrimos actualmente lo que David Gutmann denomina la "desculturización de la paternidad", cuyo principal y más patente resultado es la fragmentación de la sociedad en individuos atomizados, aislados unos de otros, y extraños a las necesidades y bienestar que demanda la familia, la comunidad y la nación.
  • Son muchas las madres que recriminan a los padres por no educar  a los hijos como lo hacen ellas. Los hijos captan estas recriminaciones y pierden el respeto a los padres, a los que consideran inútiles y patosos en todo lo que tenga que ver con la educación y la crianza.  En este clima social el padre considera su autoridad como un lastre y su ejercicio le genera mala conciencia, por lo que intenta ir de “amigo” de su hijo en lugar de ejercer la función paterna que le corresponde.
  • Los padres de parejas separadas o divorciadas que solo ven a sus hijos algún fin de semana, acaban cambiando la relación padre-hijo por una relación de “colegas”. En lugar de ayudar con los deberes o formar en valores llevan a sus hijos de compras, al cine o a cenar. Los estudios demuestran que en muchos casos los padres divorciados poco a poco van perdiendo el contacto hasta que finalmente dejan de ver a sus hijos definitivamente..
  • Como afirma Savater: ―El padre que no quiere figurar sino como “el mejor amigo de sus hijos”, algo parecido a un arrugado compañero de juegos, sirve para poco...Y desde luego las instituciones públicas de la comunidad sufren una dura sobrecarga pues cuanto menos padres quieren ser los padres más paternalista se exige que sea el Estado”.
  • El padre, habiéndose ausentado, física o psíquicamente, no juega ya su papel de “separador” que es el que, precisamente, permite al niño diferenciarse de la madre, y se produce una insana mutua interdependencia. Así, es probable que en la adolescencia el niño utilice la violencia-transgresión para afirmar su propia existencia. Las madres no logran hacerse obedecer e incluso en ocasiones llegan a ser agredidas por un hijo al que no han puesto límites. El niño que ha tenido una relación excesivamente estrecha con su madre, acaba sintiéndose “devorado” por ésta, la ve como un impedimento a sus deseos de autoafirmación y masculinidad y suele reaccionar contra ella con desprecio y agresividad. Gurian advierte de la sólida relación estadística existente entre los niños problemáticos y violentos y los niños sin padre.
  • Los padres ejercen una importante influencia en el nacimiento y desarrollo de lacapacidad de autocontrol en los hijos, que tiene posiblemente un papel importante en las adicciones (Stern, Northman & Van Slyk, 1984). De hecho el 50% de los toxicómanos en Francia y en Italia provienen de familias monoparentales (Olivier, 1994).
  • Según el sociólogo Peter Karl los niños que pasan más del 80% de su tiempo con mujeres, luego en la madurez no saben cómo actuar como hombres. El padre es el puente humano que une al hijo con la vida pública de compromiso y responsabilidad.
  • El psiquiatra infantil Muñoz Farias señala que “los niños criados sin padre generalmente sufren trastornos en la adolescencia, porque no encuentran una identidad. Hablamos de inseguridad, soledad y depresión,  que pueden plasmarse en el fracaso escolar, consumo de drogas y vagancia. En definitiva, no tienen la capacidad para controlar sus impulsos y no pueden autorregularse”. Los investigadores de la Universidad de Texas, Ronald y Jacqueline Angel,señalan que "El niño que crece sin padre presenta un riesgo mayor de enfermedad mental, de tener dificultades para controlar sus impulsos, de ser más vulnerable a la presión de sus padres y de tener problemas con la ley. La falta de padre constituye un factor de riesgo para la salud mental del niño".

Antes de terminar hago alusión  a una selección de datos recogidos en el informe, referidos a EEUU dónde  llevan años investigando sobre  las consecuencias de la ausencia de la figura paterna en la sociedad:
  •  Los hijos sin padre tienen experiencias sexuales antes y en mayor medida.
  •  La proporción de abandono escolar y criminalidad es mayor.
  • Mayor incidencia de enfermedades mentales y suicidio.
  •  Mayor incidencia de problemas de identidad sexual y emocionales.
  • El 80% de adolescentes en hospitales psiquiátricos provienen de familias rotas.
  • Los niños criados sin padre son menos solidarios y empáticos y tienen menos capacidad intelectual.
  • El 43% de los chicos en prisión crecieron en hogares monoparentales.
  • El 72% de los que cometieron algún asesinato y el 60% de los que cometieron una violación crecieron sin padre.
  • Las alteraciones en el sueño, como terrores nocturnos y pesadillas, suelen aparecer entre uno y tres meses después de que el padre desaparece del hogar.
  • Son más agresivos, tienen menos autocontrol y escaso sentido de culpabilidad.
  • El 85% de los jóvenes con desórdenes de conducta provienen de familias sin padre.
  • Los chicos sin padre protagonizan el 71% del abandono escolar en secundaria.
  • El 70% de los chicos internados en reformatorios crecieron sin padre.
  • El 90% de los chicos que se van de casa son de familias sin padre.
  •  ……., etc.

Termino con dos fraseas, la primera de Santiago Ramón y Cajal “La mujer venera a sus padres; estima y a veces admira a su marido, pero solo adora verdaderamente a sus hijos”. La segunda es de Stendhal , “un hijo es un acreedor dado por la naturaleza, al padre y a la madre”


José Antonio de la hoz


La brecha de género en la educación


Llega a mis manos otro interesante estudio con el título “La brecha de género en la educación”……. Podéis consultarlo en su integridad en el siguiente enlace https://goo.gl/4nAoqU . Yo recojo un resumen de las ideas que más me han llamado la atención:
  • En el periodo 1990-92 la tasa media bruta de matriculación en los estudios universitarios de españoles era la siguiente:
    • a.      Hombre: 0,36
    • b.      Mujer: 0,39
  • En el periodo 2011-12 la distancia entre las dos tasas varia, del siguiente modo:
    • a.      Hombre: 0,74
    • b.      Mujer: 0,91
  • Los estudios universitarios son los que pueden generar mayores recursos en el ámbito laboral.
  •  Por primera vez en la historia hay mayor número de mujeres que estudian, que trabajan – la tasa de participación laboral femenina es del 58% del total de la fuerza laboral -, y que, si quieren ejercer su maternidad, se van a enfrentar a un importante esfuerzo personal diario.
  • Por todo lo anterior la mujer tiene que conciliar vida familiar y laboral y el hombre debe corresponsabilizarse de las tareas del hogar (cocinar, cambiar pañales, etc)
  • Antes la mujer tendía a casarse con hombres que tenían la misma educación que ellas y el hombre buscaba mujeres con menos estudios. Hoy son cada vez más las mujeres que sostienen el hogar, porque tienen más estudios y aportan más recursos.
  • La mujer sufre una discriminación en los salarios por el hecho de ser quien engendra, antes y durante su maternidad.
  • En España cada vez más mujeres pueden estar retrasando la maternidad o no ejercerla, o ejercerla sin el varón – con todas las consecuencias negativas, que ya están llegando de estudios norteamericanos-, porque el mercado laboral no les permite conciliar vida familiar y laboral. Esto conlleva consecuencias negativas en la demografía, en las relaciones de pareja, y en el tiempo dedicado a la educación de los hijos.
  • Los hijos necesitan de la presencia física y psíquica del padre y de la madre. La sociedad y los poderes públicos deben facilitar la presencia de los dos en el hogar, sin obligarles a elegir entre trabajo o familia, entre carrera profesional o dedicación a la familia. En este sentido recuerdo una anécdota que se contaba de Lee Iacocca, un importante ejecutivo norteamericano del siglo pasado; decían de él, que prohibía a los directivos de sus empresas trabajar durante el fin de semana, porque era mucho más rentable una familia estable y bien atendida.
Termino con un trozo del discurso de Bryan Dison, presidente de Coca –Cola, al dejar el cargo en 1994:
“Imagina la vida como un malabarismo en el que estás jugando con cinco pelotas en el aire: Tu trabajo, tu familia, tu salud, tus amigos, y tu vida espiritual. Y tú las mantienes todas éstas en el  aire.
Pronto te darás cuenta que el Trabajo es como una pelota de goma. Si la dejas caer, rebotará y regresará. Pero las otras cuatro pelotas: Familia, Salud, Amigos y Espíritu son frágiles, como de cristal. Si dejas caer una de estas, irrevocablemente saldrá astillada, marcada, mellada, dañada e incluso rota. Nunca volverá a ser lo mismo”

José Antonio de la Hoz


El paso del tiempo no educa a los hijos

Hace unos meses  unos amigos, ambos licenciados universitarios y con una posición económica acomodada, venían a pasar el fin de semana en Granada. Tienen tres hijos, un niño de corta edad, un  preadolescente y un adolescente recién estrenado. Pasé con ellos unas  horas distribuidas en varias tardes, en las que comimos, cenamos, visitamos Granada e  hicimos senderismo.

El hijo mayor no me llama especialmente la atención. Es un adolescente que empieza a buscar su criterio sobre las cosas, con algunos rasgos de rebeldía normales en su edad. El pequeño si  atrae mi interés, por su forma de comportarse: se opone continuamente a cualquier indicación de los padres, manifiesta conductas claramente asociales –en la mesa y con los demás-, amaga con pegar o pega a los padres, hermanos o cualquiera que le lleve la contraria, es muy caprichoso - a veces cruel- y algunas cosas más. Es, en palabras de los padres, una bomba andante.

El último hijo, el pequeño de la familia, suele disfrutar de más concesiones y mimos y, tal vez por eso, puede costar más su educación.

Lo primero que hay que hacer cuando nuestro hijo manifieste estos síntomas es descartar que sean debidos a algún tipo de trastorno. Esto puede resolverse en una consulta con el pediatra.

 El comportamiento relatado puede deberse a un TDAH y da la casualidad de que estoy colaborando – con un amigo experto en la materia- en un curso on line sobre TDAH, dirigido a funcionarios encargados de valorar discapacidades. Le comenté a mi amigo el caso,  pocos días después, para ir clarificando las posibles causas  y me dijo lo siguiente:

  • El niño es muy pequeño todavía para hacer una valoración pero apunta maneras, ya que hay datos del entorno escolar que confirman un comportamiento similar al de la casa. El TDAH se diagnostica cuando aparecen unos síntomas en dos entornos diferentes (ej: familiar y escolar), además de otros requisitos.
  • Hay que analizar el estilo educativo de los padres. Una corrección tibia de los comportamientos señalados va conformando una personalidad egoísta, autoritaria, agresiva, asocial…., con un primer punto inflexión en la adolescencia, que puede ser un auténtico calvario para los padres, si no actúan  adecuadamente en la infancia.

En cualquier caso hay que corregir y educar. Recuerdo una escuela de verano que diseñé y dirigí. La coordinadora estaba desesperaba con el comportamiento de un niño de cinco años y me llamó pidiendo consejo. Fui al colegio y comprobé que el niño “se las traía”; corría de un lado a otro de la clase sin hacer caso de nada ni de nadie. Lo saqué de clase y me lo llevé al patio del colegio, le abrí la puerta y – como no- salió a correr, esperando que yo lo siguiera. Cuando comprobó que no era así se dio la vuelta y volvió con la intención de volver a entrar en clase. Le dije que no entraba, le expliqué los motivos y le puse como condición que pidiera perdón y que obedeciera a la profesora. Me dijo que no y yo le dije que no volvía a clase. Lloró y pataleó, pero a las dos horas estaba callado y dispuesto a pedir perdón y obedecer. Sus buenas intenciones duraron dos días, al cabo de los cuales hubo que repetir la estrategia, que duró quince minutos y con más tiempo de eficacia. Tenía claro que el niño no podía cansarme a mí. Era él quien  debía cansarse y cambiar.

El problema para algunos padres es que quizás no disponen de esas dos horas o  ceden con cierta facilidad por no oír al niño o se sienten abrumados por su "sufrimiento". Quizá ven la actitud del niño como algo pasajero, que se solucionará con el tiempo como por arte de magia, sin ser conscientes de que ellos tienen la responsabilidad de ese cambio.

Con lo anterior quiero hacer ver lo siguiente:

  • No podemos ceder ante los comportamientos de nuestros hijos de corta edad que no van. Se está forjando su personalidad, que no puede ser agresiva, caprichosa, egoísta,… porque influirá en todos sus entornos el resto de sus vidas: en su relación con profesores, amigos, jefes, vecinos, pareja y, por tanto, en su nivel de felicidad. En las capacidades que logre desarrollar y, por tanto, en las metas que pueda alcanzar, etc.
  • Un llanto, un lloro, una reacción agresiva ante una corrección son las armas de un niño de corta edad para conseguir lo que quiere y se atempera con la estrategia adecuada. A unos les valdrá mandarlos  a un rincón de la casa o a una habitación, diluyendo así el chantaje emocional. Otros necesitarán perder temporalmente un juguete. Cada uno conoce a su hijo. 
  • Los avances y mejoras hay que premiarlos con detalles de afecto y reconocimiento, para reforzar el cambio
  • Los dos padres deben ir a una. Si uno desautoriza al otro estamos perdidos. Si uno exige y reprende y el otro se enternece no hacemos nada.
  • Adelantarse a los acontecimientos, por ejemplo en las rabietas por hambre o sueño.
  • Razonar con el niño en frío y explicarles cual es el comportamiento correcto que se espera de ellos (antes de entrar en un supermercado, en una pastelería, etc). En caliente solo vale actuar

Termino, como siempre, con una frase. En este caso de John Ruskin (1819 -1900), crítico y escritor británico: 
"Educar a un niño no es hacerle aprender algo que no sabía, sino hacer de él alguien que no existía."

José Antonio de la Hoz



Eficacia en la educación: cómo es la relación con los profesores de tu hijo

Los padres y los profesores, la familia y la escuela, influyen en el desarrollo de los hijos, por eso la actitud más inteligente, eficaz y beneficiosa es la cooperación de ambos. Padres y profesores deben ir de la mano en su tarea diaria, reforzando unos el rol  de los otros. No obstante , el papel de los padres en la educación de los niños es primario y el de los profesores secundario o subsidiario; los niños vienen muy "hechos" de casa.  Además se debe tener en cuenta que el contexto familiar y escolar tiene semejanzas y diferencias, que ayudan a delimitar mejor las responsabilidades y las influencias de cada ámbito. A continuación concreto algunos detalles (tomado de la tesis doctoral de Esther García):
  1. En la familia el niño interviene en actividades que están insertas en la vida cotidiana, mientras que en la escuela las actividades realizadas suelen situarse en un contexto ajeno al mundo inmediato del niño.  
  2. El contenido de las actividades que se realizan en la familia suele estar muy cercano a los intereses del niño, siendo sus consecuencias prácticas bastante inmediatas, por lo que el niño suele estar altamente motivado.
  3. En la familia, es frecuente que las situaciones de aprendizaje tengan lugar en una relación diádica con el adulto, mientras que en la escuela estas interacciones uno a uno con el profesor son más escasas.
  4. La conducta de los niños se manifiesta de forma diferente en ambos contextos y la respuesta de padres y educadores difiere también respecto a las peticiones del niño.
  5. La escuela alcanza un mayor número de interacciones con los iguales que la familia. 
  6. En el contexto familiar suele ser usual el aprendizaje por observación e imitación del comportamiento del adulto, mientras que en el medio escolar suele darse un aprendizaje por intercambio verbal.
  7. El lenguaje utilizado y los temas que se tratan en ambos contextos son muy diferentes, así como las estrategias que se usan para enseñar el lenguaje.
  8. El componente afectivo es mucho mayor en la familia que en la escuela y el aprendizaje es más informal en el primer contexto que en el segundo.
  9. Otra diferencia importante entre familia y escuela es la referente al tipo de ideas que padres y maestros sostienen acerca de la infancia y la educación. Las madres sostienen valores más tradicionales que los maestros, aspecto que suele originar una fuente de conflictos entre padres y educadores.

El amor incondicional es una actitud normal de los padres con los hijos. Es, además, necesaria para el correcto desarrollo de su seguridad y autoestima, pero debe ir acompañado de una buena dosis de objetividad. En la primera infancia los niños esperan que se les trate igual  en casa que fuera de ella, cosa que no ocurre, y es necesario que así sea para su socialización.

Todos los hijos tienen defectos y casi todos los hijos suelen cuestionar a quien ejerce la autoridad, incluyendo a padres y profesores. Eso de obedecer no es algo que les salga de forma natural. Hay que razonar con ellos, definir normas y límites, establecer responsabilidades por incumplimiento, corregir, reprender, motivar, hacer un seguimiento,...etc. Un profesor no puede decir una cosa y los padres la contraria, ambos han de coordinarse para multiplicar la eficacia y no desmotivarse mutuamente.

Es normal que un alumno saque los pies del tiesto. La frecuencia vendrá determinada por su herencia genética y por lo que ve, oye y experimenta en su casa. Es decir, por lo que aprende de padres y hermanos. También influye el estilo del profesor, la forma de desempeñar su rol, su forma de comunicarse, en definitiva,  su autoridad real en clase.  Si padres y profesores deben esforzarse para enseñar/educar al niño/a, lo inteligente es que cada cual refuerce el papel del otro, aunque luego discrepen en privado y solucionen esas discrepancias.

 El profesor debe lidiar con una media de 25 alumnos, cada uno de “su padre y de su madre”, dicho este que explica lo afirmado  en el anterior párrafo. Por tanto, que el profesor reprenda a mi hijo, lo corrija, lo castigue moderadamente, …cumple la misma función que la del pulidor de piedras preciosas, cuando da forma a un mineral sin forma o con una  poco atractiva. El propietario de la piedra debería agradecerle el trabajo final, sobre todo si hablamos de un buen profesional, de igual forma que los padres deberían agradecer al profesor que se dedique a pulir los defectos de su hijo, además de enseñarle conocimientos. Si no es así, si padres y profesores no van de la mano, se pierde efectividad, habrá menos calidad en las personas y en la sociedad a medio y largo plazo. Quizás una de las razones de la  falta de valores en la sociedad actual esté en la crisis de autoridad en la familia y en la escuela, que comenzó a extenderse desde principios de los 80 hasta nuestros días.

El papel de los padres no es evitar que los hijos se encuentren con obstáculos sino más bien enseñarles a superarlos de forma adecuada. Puede que en muchas casas se consientan demasiados comportamientos disruptivos  a los hijos, se les dé demasiados caprichos y se les diga pocas veces que “NO” y, al contrario, en otras se haga lo correcto. El termómetro que mide esto es su grado de conflictividad  fuera de casa, porque a un niño educado con pocas normas y escasos límites, todo y todos le molestan con más frecuencia que a la media, al ser esclavo de un creciente capricho e impulsividad, poco habitual. Si llegan quejas frecuentes del colegio, hay roces habituales con vecinos, amigos, conocidos, compañeros…., entonces es probable que  el problema sea el niño y los que conviven con él en casa, donde pasa la mayor parte del tiempo, con normas, límites y responsabilidades o, quizás, sin ellos . Puede que vaya camino de ser un  pequeño dictador que pretende que todo y todos se adapten a él.

Si los hijos tienen límites y normas en casa y han aprendido a aceptarlos como algo normal y necesario para la convivencia dentro de la familia y fuera de ella, contarán con ventaja para una buena relación con sus profesores y compañeros de clase.

Si los padres tratan de evitar a sus hijos desde pequeños, cualquier sufrimiento o contrariedad,  por un amor mal entendido o por pasotismo, provocarán que estos tengan un umbral de esfuerzo bajo, baja tolerancia a las inevitables contrariedades, baja autoestima y autonomía y un elevado egocentrismo, entre otros aspectos del carácter, todos contrarios a la armonía en la convivencia con los demás.

Los padres también reducen la potencial conflictividad de su hijo en el centro escolar y, en general, fuera de casa, si ofrecen a sus hijos un modelo de convivencia imitable, que incluya un buen estilo de comunicación  entre ellos y con los hijos, una adecuada expresión y control de las emociones y una constructiva gestión de los conflictos familiares (padre-padre, padre-hijo, hijo-hijo). Para conseguir esto hay que evaluarse como padres, hay que leer algo sobre modelos de comunicación, hay que marcarse objetivos medibles de mejora, hay que pedir perdón cuando nos equivocamos. Algunos consejos en este punto:
  • Aprender a no resolver los conflictos en caliente, de forma impulsiva, porque nos equivocaremos.
  • Combatir conductas, de forma selectiva (no reaccionar ante todo lo que me parece que el otro hace mal). No combatir a las  personas. Ej: dí como te sientes ante algo que el otro ha hecho mal, que daño ha causado,…pero no coloques al otro etiquetas tipo “eres un inútil, vago, cobarde, tonto….”, no ganas nada y puedes causar un daño difícil de reparar.
  • Cuando hay que negociar para resolver un conflicto, por ejemplo entre la pareja, la mejor estrategia es “ganar-ganar”, que aporta un beneficio aceptable para las dos partes

Para reforzar al profesor de tus hijos, ahí van algunos consejos:

  • Respetar a un profesor no significa darle la razón en todo, sino manifestarle las discrepancias en privado y no delante del hijo. Se trata de reforzar la autoridad del primero, que es educador, y no el ego del segundo, que es el educando.
  • Todos le hemos echado la culpa a los profesores cuando no hemos sacado las notas esperadas. Nunca se suspende cuando se estudia para sacar notable o sobresaliente. Esto hay que hacérselo ver a los hijos.
  • Hay que entrevistarse periódicamente con el profesor para establecer objetivos y estrategias comunes en los campos en los que la responsabilidad de ambos se superpone. Al menos una vez por trimestre, pero mejor una vez al mes.
  • Hay que estar en las reuniones de padres convocadas por el centro y conocer el plan de centro, los valores que defiende, etc.
  • Sin necesidad de que lo diga el profesor, los padres deben hacer un seguimiento, si puede ser diario mejor, de los deberes de los hijos,  comprobando que los hacen y los entienden.
  • Respetar al profesor es reforzar su papel delante de otros padres, darles siempre el beneficio de la duda.
  • Los padres ayudan al centro escolar, en su tarea de enseñar, si controlan la asistencia y puntualidad de sus hijos, su aseo y presentación, las normas básicas de cortesía y educación, las rutinas de sueño y alimentación (desayuno), los horarios de estudio , el orden (libros y material que tocan), etc.
  • El afecto, la cercanía, la aceptación  y el diálogo con los hijos deben ir parejos a la exigencia.


Los profesores tienen defectos y virtudes, como tú y yo; se equivocan a veces, como nosotros; no son magos, como tu y yo tampoco lo somos; no lo saben todo, tampoco nosotros;…, pero necesitan que en clase haya un clima de respeto hacia ellos para que el aprendizaje de todos sea más fácil. 

Termino con una frase del psiquiatra  Enrique Rojas:


“Educar es convertir a alguien en una persona libre e independiente, seducirla con valores, cautivarla con argumentos positivos y conseguir que alcance la mejor versión de si misma”

José Antonio de la Hoz


La estabilidad matrimonial ayuda al crecimiento de los hijos

Nos ha tocado la sociedad que nos ha tocado,…ni mejor  ni peor que otras pasadas o futuras. En todas el protagonista  es el hombre; por eso,  cualquier sociedad que escojamos y sometamos a estudio, estará plagada de luces y sombras, de arbitrariedades y de excelentes liberalidades, de ejemplos conmovedores y de barbaridades sobrecogedoras, de muerte y de vida, de genialidad y superficialidad, de trabajo y dejadez, de moralidad y de inmoralidad. Porque la historia del hombre-, de cada uno de nosotros- podemos resumirla en una  frase:  “es capaz de lo mejor y de lo peor”.

En la actualidad ocurre lo mismo, la sociedad refleja  la armonía  o la tensión que ya existe en el interior de cada hombre y que cada uno resuelve, o no,  a su manera, creando un clima social, unos modelos de comportamiento y unos valores guía. De esta forma, la calidad de una sociedad viene determinada por la calidad de sus individuos o, lo que es lo mismo, no hay conductas sociales sino una suma de conductas y hábitos individuales en una determinada dirección mayoritaria. Todo ello más o menos moderado por los creadores de opinión, por los ingenieros de lo políticamente correcto y lo "socialmente aceptado",…que no anulan nuestra capacidad de elegir, pero que intentan condicionarla a través de ese mecanismo gregario, que todos llevamos dentro, por el que nos cuesta ir contracorriente.

En una sociedad consumista, se busca la novedad, todo se cambia cuando nos aburre, las modas nos esclavizan, nada es permanente, lo importante es comprar, disfrutar, experimentar, gozar....MIRARNOS EL OMBLIGO. Quizás pretendemos disfrutar del otro/a, experimentarlo....y cambiarlo cuando no nos produce buenas sensaciones. Pienso que el amor no está en crisis, lo que está en crisis es el ser humano que se rige, sobre todo en países desarrollados, por los siguientes valores, que convierten cualquier cosa en algo líquido, sin límites que den contención, estabilidad:
1.  Exaltación del placer, por lo que todo lo que no lo produzca hay que eliminarlo o atenuarlo (ejemplo: esfuerzo, niños, relación de pareja, leyes,…)
2. Relativismo: nadie tiene la verdad y hay tantas verdades como individuos. Si sumamos esto al punto anterior nos da que si algo me molesta lo suprimo y …¡que nadie me discuta las razones!
3.Individualismo: el hombre es el centro de todo y que nadie ose usurparle el papel de protagonista. Yo, me, mi, conmigo...y los demás son herramientas. Vivimos con la ilusión de que el mundo gire a nuestro alrededor y se adapte a nosotros

4. Autocomplacencia y prepotencia: que nos lleva a creer que tenemos el control de todo y la solución a todos los problemas. Existe poco espíritu crítico, porque nos hemos cargado las referencias…¡Vale todo! Se pide poco perdón, simplemente porque no hay errores, mientras una mayoría o el poder imperante no me lo diga. Esto lo comprobamos dándonos cuenta de las pocas correcciones que nos hacen - ¡quién se va atrever!-, si acaso los más cercanos: padres, hermanos,…

Echando un vistazo a la historia, vemos que está llena de pasos adelante y de pasos  atrás, de modas sociales e ideas que van y vienen, de modelos que nacen, crecen y desaparecen, de civilizaciones que existen y dejan de existir.

Toda esta introducción viene a cuento de una frase muy extendida en la sociedad de algunos países desarrollados, entre ellos España, que nos dice que “el amor tiene fecha de caducidad”, que el matrimonio está en crisis, que es imposible una relación para siempre.

Buscamos referencias, decálogos, recetas…., porque no tenemos norte, nuestro barco vital tiene como patrón a nuestros instintos, nuestra impulsividad, lo momentáneo, lo pasajero, la afectividad descontrolada sin pasar por el tamiz de la racionalidad…Y así, claro está, no solo el amor…, todo tiene fecha de caducidad.

En la relación de hombre y mujer hay un enamoramiento inicial que, normalmente se atenúa bastante pasado un tiempo, dejando paso a un amor   que hay que regar, podar y abonar cada día, reconociendo errores, intentando limar aspectos de nuestro carácter que perjudican la relación, aceptando al otro como es. En este momento de la relación al amor debe unirse la razón, el sentido común y la voluntad. Siiiii,  se puede "querer con la voluntad", dándole tiempo a los periodos de crisis, concretando cada día en pequeños detallles que queremos querer a la otra persona, sin  llevar contabilidad de lo que hacemos por el otro,  etc. Con este planteamiento el amor no tiene fecha de caducidad y los hijos que surjan de la relación lo agradecerán y verán un modelo a seguir. ¡Ahhhh! y antes de comprometerse,... hay que valorar que nos casamos con un cuerpo y un espíritu, que tiene unas ideas y un carácter. 

Como la familia es importantísima , porque es nuestro refugio en las borrascas de la vida, porque nos aporta estabilidad y juicio, porque solo en ella se nos quiere por lo que somos y no por lo que tenemos, porque  casi siempre nos da  segundas oportunidades, porque ayuda a que nuestra sociedad sea más estable…hay que cuidarla. Por todo lo anterior, me parece oportuno haceros participes de un decálogo dirigido a los padres.   Está elaborado por Pilar Guembe y Carlos Goñi . Ahí va:

Tener objetivos vitales comunes. Desde que nos unimos iniciamos un mismo proyecto de vida que no crece si cada cual va por su lado. La vida en pareja no es un juego de sokatira, sino una barca con dos remos que hay que acompasar.

Gozar de momentos juntos. La vorágine cotidiana nos puede llevar a un cierto distanciamiento si no aprovechamos momentos para estar solos, salir a cenar o pasar unos días juntos donde poder dedicarnos el uno al otro.

Consensuar un estilo educativo. Aunque hayamos recibido educaciones diferentes, hemos de tener muy claro cómo educar a nuestros hijos, ir a una y que no nos vean discutir por ellos.

Gestionar las relaciones con la familia molecular. La familia nuclear (padres e hijos) está inscrita en una familia molecular (suegros, abuelos, tíos, primos) que puede ser fruto de conflictos si no se toma la distancia pertinente, pero también puede generar grandes beneficios afectivos y de apoyo.

Respetarse siempre. No hay amor sin respeto. Si falta este pueden saltar las chispas de los celos, evaporarse la equidad, generarse la incomprensión e, incluso, ir naciendo la sombra del maltrato.

Cuidar las relaciones íntimas. La salud de una relación se decide en la intimidad de la alcoba, la cual nunca ha de ser testigo de dos extraños en la noche; allí el diálogo deber ser trasparente y profundo.

Administrar el tiempo libre. Muchos problemas de pareja tienen su origen en una mala administración del tiempo libre, el cual puede ser, si no la causa, sí la ocasión para que se produzca un enrarecimiento del ambiente.

Admirar al otro. La costumbre hace que demos cosas por sabidas o sentidas, que nos cueste soltar un “te quiero” o un “qué guapo/a estás”, por considerarlos redundantes. Se mira con los ojos, pero se admira con las palabras.

Repartir las tareas domésticas. El reparto equitativo del trabajo es una pieza importante para convertir la casa en un hogar donde todos colaboren en una tarea común.
Comunicación. Es la clave de toda relación: saber escuchar y hablar con franqueza. Para ello hay que colaborar en la comunicación, es decir, esforzarnos por entender y hacernos entender.

José Antonio de la Hoz

Fuente: elaboración propia y  http://blogs.aceprensa.com/familiaactual/diez-claves-para-crecer-en-pareja/


Lo mejor para tus hijos: un solo criterio


El día a día, la rutina, un mal entendido amor a los hijos, las exigencias del trabajo, el cansancio, la diversidad de caracteres, los distintos pareceres referidos a la educación de los hijos…, pueden llevar a los padres a  educar mal a los hijos, influyendo negativamente en  su desarrollo personal.
En una casa se producía, no hace mucho, la siguiente escena: un padre con su hijo en la sala de estar, con la televisión encendida. El padre charlando con una visita, el hijo jugando con la consola, la madre en la cocina preparando algo para la visita. El padre se levanta y, con buen criterio, apaga la televisión, para continuar la conversación con la visita y, porque no decirlo, ¡por educación!. El hijo, hasta ese momento muy atento a la videoconsola, se levanta y va a la cocina. Se oye decirle a la madre que:”papa me ha apagado la televisión”. La madre hace acto de presencia en la sala de estar y, delante de los amigos, le echa en cara al padre que le corte la televisión al hijo.
 No es la primera ni la última vez que percibo, en algunas familias, que el padre y la madre van cada uno por su lado en la educación de los hijos. Esto es un error de bulto, por los siguientes  motivos:
-        La tarea de educar   corresponde al padre y a la madre, a los dos. Ninguno debe atribuirse la exclusiva en ningún aspecto de la misma y ninguno debe hacer dejadez de funciones.
-        Por razones obvias, al hijo hay que trasladarle un solo criterio. Si los padres se muestran con frecuencia divididos, el hijo buscará el amparo en quien más le convenga. Esto implica un déficit de educación y, probablemente, continuos enfrentamientos entre los padres. En otras palabras, el hijo juega con los padres y los divide.
-         La madre no debe volcar todo su cariño en los hijos y dejar de lado al padre, ni a la inversa. Al final los hijos se van de casa, y si no se ha cultivado el cariño y el respeto entre los cónyuges, la cosa puede derivar en drama.
-        El padre debe reforzar a la madre y la madre debe reforzar al padre. Si la madre ha tomado una decisión “equivocada” y el niño acude al padre para que la corrija, este reforzará a la madre diciéndole al hijo que la cumpla. Después, si lo ve oportuno y en privado, comentará con la madre la conveniencia o no de esa decisión y consensuarán un criterio común.
-        Cuando el hijo consulta un tema al padre o a la madre, debe oír como respuesta: “déjame que lo comente con tu madre o , en su caso, con tu padre”…, si no hay un criterio asentado del matrimonio. Hay que rechazar las consultas con respuesta inmediata, que suelen ser “consultas trampa” o impulsivas. Los hijos deben aprender a planificar y consultar las cuestiones con el tiempo suficiente. Les estaremos enseñando a eso…, razonar, planificar, consultar, no actuar de forma impulsiva, no jugar con los padres.
-        En casa no debe haber poli bueno y poli malo. Esto implicaría  que hay dos o más criterios y, por tanto, que se está educando mal a los hijos.
-        La pareja debe buscar momentos solos, para hablar sobre la educación de los hijos, plantearse objetivos para cada uno, forjar criterios para actuar con una sola voz, etc.
-         A la hora de consensuar criterios educativos, es bueno :
o  Conocer la opinión de autores especializados, con sentido común y autoridad. También es bueno acudir a las sesiones de “escuelas de padres”, tutorías, blogs de prestigio, etc.
o   Saber qué se puede pedir a los hijos en cada edad y cómo hacerlo.
o   Conocer bien las fortalezas y debilidades de cada hijo.
o   Escuchar a la pareja. Se puede oír , pero no escuchar. El que oye recibe el mensaje del otro pero ni lo estudia, ni lo valora. Esta actitud es propia de quien cree que siempre lleva la razón. Esto destruye la comunicación y la capacidad de negociar y llegar a un consenso.
o   En toda negociación hay que ceder. Dicen los expertos que la negociación más estable es la que usa como estrategia “Ganar – ganar”, es decir, las dos partes ceden en una proporción cuantitativa y cualitativa similar.
o   Cuando los criterios son muy divergentes, la comunicación de escasa calidad y la capacidad de negociar es ínfima, hay que acudir, por el bien de los hijos, a unespecialista.
o   Cuando los padres están separados no deben usar a los hijos contra la             ex - pareja. Por el bien propio y de sus hijos deben vivir los criterios vistos, para no caer todos en un calvario.
José Antonio de la Hoz


¡No veo frutos en mis hijos!. ¡No veo frutos en mis alumnos!


Recuerdo a un amigo que se quejaba frecuentemente de losescasos frutos de su labor educativa como profesor en un colegio. Pasado un tiempo acompañó a sus alumnos a una actividad intercolegial, de una semana de duración. La convivencia entre los asistentes era intensa y permitía observar como actuaba cada uno en rutinas diarias como el aseo personal,  la comida,  el trato con los demás,  el orden, la puntualidad, la disciplina, etc.  Al terminar la actividad me comentó:  “ viendo cómo se han comportado  mis alumnos estos días, veo los frutos de mi trabajo y el de mis compañeros”.

A veces los padres, también los profesores, pueden no ver los frutos de su labor o creer que los educandos no van al ritmo que debieran. En algunos casos muestran frustración y desencanto, que son sentimientos que invitan a tirar la toalla. Es el momento de recordar que la convivencia diaria con el educando impide ver con nitidez sus avances, que suelen ser lentos y, a partir de la adolescencia, más costosos. Además, los cambios en el comportamiento humano no son fáciles y  exigen paciencia, constancia,  perseguir pocas metas y centrarse en lo importante en cada edad, no en lo urgente. A veces queremos que los niños cambien en todo y en poco tiempo……. Pero eso no es realista.

Todos los que tienen responsabilidades educativas dejan huella en los educandos, para bien o para mal. La conversación, el afecto, la exigencia, el ejemplo, la comprensión, el perdón, la disculpa, la motivación, la confianza…., son actitudes que penetran el mundo interior del educando, dejando huellas indelebles y, por tanto, perdurables, que el educador no percibe en el día a día. Lo que no debe faltar nunca es amor; como decía Johann H. Peztalozzi "un niño que no se sienta querido, difícilmente puede ser educado".

Como, siguiendo a José Antonio Marina, “para educar hace falta toda la tribu”, todos los que somos mayores de edad y contamos con unas facultades mentales normales, influimos en la educación y formación de los menores. Incidimos en su vida  con nuestros actos, con nuestra conversación, con nuestras ideas. Pero influyen especialmente los padres y, de forma subsidiaria, los profesores. También los medios de comunicación, los iguales, los políticos, los parientes, el entorno vecinal, etc.

Quiero centrarme ahora en los padres, porque van a ser la referencia de los hijos más allá de su propia vida (ver en este blog la entrada “Carta de un hijo a su padre ausente”). Los padres tienen defectos,  los hijos tienen defectos y ambos buenas intenciones. Pero a veces unos y otros destacan más los defectos -que son marca de la casa del género humano-  que lo bien hecho.

Recuerdo el caso de una persona cercana, profesional liberal. Cuando hablo con él insiste en que su madre, que se quedó viuda muy joven, y con varios hijos a su cargo, fue poco cariñosa. Conozco a la madre y, obviamente, al hijo. Ella esamable, educada, honesta, fuerte, trabajadora hasta la extenuación, sincera, tenaz, inteligente….y muchas cosas buenas más. Todas a disposición de los hijos durante más de setenta años y los que queden. Todos han bebido de esos manantiales, unos con más intensidad y otros con menos. Además, les va a dejar un notable patrimonio. Pues bien, a veces destacan que fue poco cariñosa y que estuvo poco con ellos. Yo les digo que tuvo que hacer de padre y de madre, que tuvo que sacar la casa adelante en todos los aspectos y que el día tiene 24 horas. También que gran parte de lo que han conseguido y del tipo de personas que son se lo deben a ella, a los hábitos que ellos han visto en su madre, a los consejos que han recibido de ella, a las correcciones, al cariño mostrado a su manera, etc. A veces se dan cuenta, pero siempre sacan el tema “de la falta de cariño” y de la escasez de tiempo invertido en ellos.  Esta madre tiene pegas, ...como todo el mundo, pero el balance de su persona es netamente positivo.

Después de mi experiencia como hijo y de mi experiencia como profesional de la educación, me planteo las siguientes cuestiones, de las que os hago participes:

-          Las madres, los padres….siempre tendrán defectos, porque son humanos. Aceptar esta realidad nos ayudará en el camino de una relación armoniosa con ellos.  Me refiero a situaciones normales, no a casos extraordinarios  -padres delincuentes, drogadictos, violentos…  - a los que también hay que tenderles la mano, aunque a veces sea heroico, porque el rencor nunca nos lleva a la felicidad.

-          Pretender que los padres sean perfectos es un error, como lo es buscar la perfección en los hijos. La  búsqueda de la perfección, en ambas direcciones, puede dejar frustración, amargor, resentimiento y, en algunos casos, enfermedad.

-          Entre las obligaciones de los padres están las de  exigir, corregir, sancionar, aconsejar, reprender…., pero siempre por amor y, a ser posible, con amor, que nos lleva a recoger, comprender, disculpar, perdonar y pedir perdón cuando nos equivocamos, destacar lo que se hace bien…. En definitiva,  aceptar y querer a los hijos en su conjunto, con lo bueno y con lo menos bueno y viceversa.

-          Los defectos de las personas debemos verlos como una especie de “fondo de cuadro” que, por contraste, nos ayude a destacar las virtudes.  De alguna forma, esos defectos nos hacen la vida un poco menos rutinaria y aburrida, aunque no sean deseables.

-          Los defectos de los que nos rodean nos ayudan muchas veces a pulir aristas de nuestro carácter. Quizás nos ayudan a ser más pacientes, más humildes, más serviciales,…más humanos.

No quiero terminar este artículo sin hacer hincapié en varias ideas generales, para educandos y educadores:
·         Si hablamos de los defectos de los demás también debemos hablar de sus virtudes. Si es así, estaremos siendo justos y objetivos con ellos. Esto va dirigido a mí, a ti, a todos… para padres, hijos, profesores,  amigos, vecinos…, para todo ser humano.

·         Causamos buen ambiente en casa, en el colegio, en el trabajo….si casi todos los días procuramos fijarnos en lo positivo, más que en lo negativo. Se trata de cambiar el chip cuando damos entrada a varios pensamientos negativos. Podemos elegir el color de las gafas con las que miramos. El tono positivo es muy eficaz en la educación y en la relación con los demás, en el número de amigos, en la resiliencia, etc.

·         Confiar en los demás es más productivo que considerar, de antemano, que todo el que se cruza conmigo “va a hacer las cosas mal”. Si un hijo o un alumno percibe que confiamos poco en que “vaya a hacer algo bien”, es más fácil que lo haga mal.

·         En consonancia con lo dicho en el anterior punto, no debemos etiquetar a nadie, porque lo enterramos bajo  una losa que le costará quitarse de encima. Como profesores somos capaces de poner una buena nota a un mal examen del empollón y de suspender o poner una nota baja al examen similar del “vago de la clase”. Lo mismo puede ocurrir con los hijos.

·         Si queremos que nuestro hijo haga algo debemos ponerle metas asequibles, difíciles pero asequibles. Conozco a una persona empeñada en que su hijo termine Farmacia, porque tiene un negocio de farmacia que quiere dejarle. La intención es muy buena, pero su hijo y las ecuaciones, las formulaciones y todo lo que se mueve en este mundo, son incompatibles. El resultado es previsible. Después de cuatro años de carrera no ha pasado de primero, está depresivo, la madre insiste cada vez más intensamente en que termine la carrera y las relaciones familiares son conflictivas.

·         Hay que corregir comportamientos, pero no hacer juicios de valor de las personas. No podemos decirle a nuestro hijo que es un vago, más bien hay que concretarle o concretar con él  -depende de la edad-  cuál va a ser su nuevo horario de estudio y estar pendiente de que lo cumpla.

·         A los hijos se les quiere como son, por eso evitamos las comparaciones con otros hijos, vecinos, familiares,…que quizás hacen mejor las cosas. Os dejo la URL de un simpático vídeo, que nos puede ayudar a entender esto:
http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=5UbFGTreCis

·     Los padres no comentan la intimidad de sus hijos sin su consentimiento y viceversa. Ni siquiera con los abuelos; menos aún si es humillante.

·         En público se alaba, en privado se reprende.

Muchos padres y profesores viven estos consejos. Algunos piensan que no producen los frutos que esperaban, pero han dejado na semilla para toda la vida. Habrá frutos inmediatos, otros a medio plazo y, sin duda, algunos que no verán pero que serán reales como la vida misma.

Quiero terminar este artículo con unos pensamientos de la querida Madre teresa de Calcuta, llenos de sabiduría:
"Enseñarás a volar, pero no volarán tu  vuelo
Enseñarás a soñar, pero no soñarán tu sueño. 
Enseñarás a vivir, pero no vivirán tu vida. 
Sin embargo en cada vuelo, 
en cada sueño, 
en cada vida, 
perdurará siempre la huella del camino enseñado.” 


José Antonio de la Hoz

Ese niño/a tan gracioso/a será un/a adolescente. Maltrato de hijos/as a padres

Hace unos días un familiar mío mantenía una conversación con un reconocido experto en materia de menores. En el transcurso de la misma le informaba de dos realidades que están creciendo como la espuma: el acoso escolar y el maltrato de los hijos a sus padres.

Sobre el maltrato de hijos a padres hago una descripción de hechos objetivos, para pasar posteriormente a analizarlos. Ahí van los hechos:

1Datos sobre la violencia familiar contra ascendientes, recogidos de la MEMORIA DE LA FISCALÍA GENERAL DEL ESTADO DE 2013
  •  “la violencia doméstica sobre ascendientes y hermanos en 2012 arroja un número total de 4.936 asuntos incoados, frente a los 5.377 procedimientos del año 2011. En los años anteriores se advertían subidas sucesivas, a partir de un importante salto cualitativo en el año 2007:  4.995 procedimientos en 2010;  5.201 procedimientos en 2009; 4.211 en 2008; 2.683 causas en 2007.
  •  La delincuencia “…durante estos primeros años del presente siglo no va siempre ligada, como antaño, a situaciones de marginalidad. Sirva como ejemplo el fenómeno de la violencia familiar contra los ascendientes, que raramente se asocia con situaciones de exclusión social”   
  •  “la violencia contra los ascendientes, frente al resto de delitos, se caracteriza porque los imputados son tanto varones como mujeres, en proporciones que tienden cada vez más a equipararse”.  
  •  La violencia contra ascendientes “…es la modalidad delictiva, junto con los robos violentos, por la que más adolescentes pasan detenidos a disposición del fiscaly se adoptan más medidas cautelares”. 
  • “… los esfuerzos de la Justicia y las entidades públicas de reforma no son suficientes para paliar el problema sin políticas y estrategias de prevención que partan de unreplanteamiento general de los valores de educación que deberían inculcarse tempranamente en la familia, la escuela y los medios de comunicación.”
2. Valoración de los datos anteriores
  • Dicen algunos expertos que solo 1 de cada 10 padres que sufren maltrato de sus hijosdenuncia. Los otros 9 no lo hacen para evitar el estigma, porque es su hijo/a, por miedo, etc.
  • En la educación de los hijos y alumnos, hemos pasado de una disciplina dura y exigente, propia de la postguerra, a un exceso de sobreprotección a finales del siglo XX y principios del XXI. No se dice que NO a los hijos desde pequeños, cuando hay que decirlo. Se le dan demasiados caprichos y, cuando son adolescentes, están acostumbrados a hacer lo que les da la gana y ya es difícil poner límites.
  • He impartido algunas conferencias dirigidas a padres y tengo una certeza, cada vez mayor, de que muchos padres no son conscientes de que sobreprotegen a sus hijos, están convencidos de que lo hacen los demás y no ellos. Por eso es interesante que los que nos dedicamos a esto pongamos ejemplos concretos.
  • Creemos que eso de la corrupción y la falta de valores es algo que solo afecta a los políticos. No somos conscientes de que la política es un reflejo de la sociedad de la que cada uno de nosotros formamos parte. También en casa transmitimos contravalores a los hijos, que salen a relucir en comportamientos inadecuados de nuestros hijos en la adolescencia.
  • Curiosamente son las familias de nivel social medio – alto las que más sufren esta lacra. ¿Quizás porque son los padres que más caprichos pueden dar a sus hijos?
  • También puede ser origen de este delito un erróneo concepto del amor paterno – materno o, quizás, el intento de subsanar la escasa dedicación de tiempo a los hijos con caprichos materiales. También vivimos en una época con  más rupturas matrimoniales, en cuyo contexto aparece el síndrome de alienación parental, que lleva a usar a los hijos para vengarse  del excónyuge. No digo que lo hagan todos, sería falso, pero sí que algunos o muchos lo hacen y transmiten odio, rencor,...violencia.
  • Es la época en la que todo vale, en la que el placer es el fín y no un medio. Este es el caldo de cultivo idóneo para la falta de autocontrol,  las adicciones a muchas cosas, la violencia fácil, el insulto y la descalificación que, además, se publicitan en videojuegos, películas y programas de televisión. 
  • Estamos en el momento de los contravalores, que terminan perjudicando seriamente la convivencia a todos los niveles y que afectan a ámbitos como la relación padres-hijos, intocables hace unas décadas. En este contexto , paradójicamente, se nos llena la boca de los avances sociales alcanzados, al mismo tiempo que sentimos más amenazada nuestra convivencia presente y futura, también a todos los niveles.
  • Son muchos los padres que dedican poco tiempo a informarse sobre las necesidades de cada etapa evolutiva de sus hijos. Son pocos los padres que saben que los hábitos de sus hijos  adolescentes se forjan desde la infancia.
  • Hay padres que intentan tratar a sus hijos como amigos, dejándolos huérfanos. También abundan los padres excesivamente democráticos.
  • Los niños intentan agredir a los padres desde la más tierna infancia, cuando se les contradice. Esto no se puede fomentar, como gracia del niño, ni consentir en ningún momento. En esto coinciden los especialistas en la materia.
  • A nivel institucional, familiar, colegial, social,…se hablaba y se sigue hablando de los derechos del niño, pero no de sus obligaciones. El padre y el profesor están en el punto de mira de los legisladores. La autoridad, que no el autoritarismo, no tiene buena prensa y así es muy difícil educar.

Como esto puede dar para mucho, termino con varias frases:

“El impacto que tienen las familias sobre la educación de sus hijos es innegablemente mayor --muchísimo mayor-- que el que desempeña la escuela, donde los chicos pasan solo un 12% de su tiempo” Pau Mari-Klose . Sociólogo

“Los hijos no te salen (salvo rarísimas excepciones); los hijos se hacen o deshacen en casa”Miguel Delibes
José Antonio de la Hoz



Delegar y educar para la autonomía

Uno de los fines de la educación de los hijos es que seanautónomos e independientes, delegando en ellos tareas progresivamente, en función de su edad y circunstancias personales y/o  ambientales. Ejercitando y desarrollando adecuadamente sus capacidades, asumiendo la responsabilidad de los propios actos, bajo la tutela instrumental de los padres, los hijos llegan a disfrutar de un nivel aceptable de felicidad.

Para conseguir lo anterior, los padres han de aprender a delegar tareas en los hijos y esto no es fácil. Todos hemos visto a madres y padres haciendo tareas de los hijos que estos ya pueden hacer, quizás por un mal entendido amor, quizás por desconocimiento de los beneficios derivados de que los hijos las asuman o, tal vez, por incapacidad para delegar o por convencimiento de que las tareas se hacen más rápido y mejor si las hacen ellos.

La educación de los hijos es una tarea lenta, gradual, constante y paciente. Hay que colocarla entre las TAREAS IMPORTANTES, que no son sofocadas por las URGENTES, que nos impiden ver las consecuencias a largo plazo de lo que hacemos. Por eso cuando enseñamos a nuestros hijos a hacer cosas, aconsejo guiarse por  las siguientes disposiciones:

·         No buscamos que hagan las cosas  como las haríamos nosotros, sino que aprendan a hacerlas. Hay tareas que admiten varias formas de realizarlas y nuestros hijos no tienen porque elegir la nuestra. Ejemplo: ponerse una u otra camiseta para hacer deporte. Limpiar los platos antes o después del telediario. Usar uno o dos nudos en los cordones, etc.

·          No es positivo una actitud permanente de corrección, que puede inhibir la creatividad presente y futura de nuestros hijos. Ellos no son una extensión de nuestro cuerpo ni de nuestra mente. Tienen su propia personalidad. Ejemplo: se les puede pedir  que ordenen la habitación pero dejándolos que elijan el modo de hacerlo.

·       Algunas tareas, por su complejidad, pueden hacerse conjuntamente con los hijos y, cuando la dominen, terminar delegándolas completamente. Ejemplo: hacer una determinada comida, poner una lavadora o hacer un arreglo eléctrico.

·        Hay tareas que han de hacerse de una forma concreta, pero otras admiten diversas posibilidades de realización.  Delegar es pedirle a una persona un resultado, con pocas limitaciones para conseguirlo. Quizás se puede concretar el tiempo o el gasto para conseguirlo, pero si se le va a exigir responsabilidades, no podemos pedirle que haga las cosas como las haríamos nosotros o criticar que no las hagan como las haríamos nosotros, salvo que objetivamente sea la única opción.

·         Cuando se está aprendiendo una tarea el que enseña ha de tener cierto grado depaciencia ante los primeros errores y alabar todos los aciertos. Hay tareas que exigen tiempo, práctica y algunos errores para dominarlas.

·         Algunas cosas se aprenden viendo cómo se hacen, otras necesitan una explicación previa, otras una o varias demostraciones, otras se aprenden de forma gradual, otras comenzando a hacerlas sin más. Para que el aprendiz se sienta cómodo debe encontrar buena disposición para explicar dudas en el docente y cierta paciencia y constancia.

·         Todas las personas, también nuestros hijos, tienen más desarrolladas unas capacidades que otras. Lo que al padre o la madre le puede resultar fácil, al hijo le puede parecer “un mundo”. Es la hora de la paciencia y de la constancia, nunca de los adjetivos humillantes ni de las descalificaciones, tampoco de las broncas.

·         No se dejan de encargar tareas porque sean difíciles de realizar. Precisamente el entrenamiento de nuestros hijos en lo difícil pero asequible, facilita que se desarrolle de forma equilibrada y que aprenda a superar obstáculos. Esto influirá positivamente en su autoestima.

Llegados a este punto nos podemos preguntar por las tareas que podemos delegar en nuestros hijos. La respuesta es que cada hijo es un mundo, con sus circunstancias. Teniendo en cuenta lo anterior, os paso un listado de tareas que tus hijos pueden hacer, en función de su edad:

·      Niños de dos a tres años ( con ayuda de los padres y/o supervisión):desvestirse, ponerse el pijama y recogerlo, peinarse, lavarse los dientes, ordenar el dormitorio y su mesa, colocar la ropa sucia en el cesto, estar presente cuando se hace la cama y ayudar en algo. Otras tareas se similar complejidad.

·      Entre cuatro y cinco  años: observa al adulto e imita su conducta. Tareas : recoger la ropa limpia y doblarla, usar aspiradoras de mano, limpiar el polvo superficial, vaciar el cubo de la basura, conocer su número de teléfono, limpiar el inodoro, organizar cajones, vaciar el cubo de la basura, nadar, ayudar a vaciar el lavavajillas, ayudarte en el supermercado, poner platos y cubiertos en la mesa. Asimila y cumple normas sencillas. Realiza otras tareas de similar dificultad.

·      Entre seis y siete años:  vaciar el lavavajillas y colocar platos y cubiertos, hacerse el desayuno y preparar comidas fáciles, bañarse solo, usar escoba y recogedor, usar los cubiertos correctamente. Identifica el bien con lo mandado y el mal con lo prohibido por el adulto. Aprende a saludar, despedirse y agradecer. Tiene el deseo de actuar bien y si se equivoca culpa a otros porque no acepta que lo consideren malo.

·      A los ocho años: Comienza a adquirir autonomía personal y puede controlar sus  impulsos, en función de sus intenciones. Es capaz de organizarse en la distribución del tiempo, del dinero y de los juegos. Todavía precisa alguna supervisión. Pueden dársele responsabilidades diarias: preparar el desayuno, bañarse, acudir solo al colegio, etc.

      Empieza a distinguir la voluntad del adulto de la norma y es consecuente en su conducta. Sabe cuándo y cómo debe obrar en situaciones habituales de su vida. La actuación de las personas adultas es decisiva, dado que si persiste una presión autoritaria el niño se hace dependiente, sumiso y falto de iniciativa. Si, por el contrario, se obra de forma permisiva, el niño se convertirá en una persona caprichosa e irresponsable. Así pues, se hace imprescindible una actitud que favorezca la iniciativa y mantenga la exigencia. Le atrae el juego colectivo y coopera en grupo. Es capaz de prever las consecuencias de sus actos.

·      Entre nueve y once años: “…Ya es bastante autónomo en sus intenciones y, por lo tanto, en su responsabilidad. Suele tener una organización propia para sus materiales, ropas, ahorros... Puede encargarse de cualquier tarea doméstica y debe realizarla con responsabilidad y cierta corrección. Le gusta que se le recompense por la tarea que se le encomienda.

Aunque aparezcan rasgos de dependencia, le gusta tomar decisiones y oponerse al adulto con cierta rigidez. Es capaz de elegir con criterios personales. Se hace estricto, exigente y riguroso.

Reconoce lo que hace mal, pero siempre busca excusas, aunque para los demás suele ser muy estricto. Le gusta que le dejen decidir por sí mismo y tiene necesidad de afianzar su yo frente a los demás, de ahí su resistencia a obedecer y su afán de mandar a otros niños menores. Conoce sus  posibilidades, decide y reflexiona antes de obrar, aprende de las consecuencias y se siente atraído por los valores morales de justicia, igualdad, sinceridad, bondad, etc. “

José Antonio de la Hoz
Fuentes:
·         Elaboración propia



Cuando estudiaba derecho político, hace ya muchos años, se explicaba el funcionamiento de los LOBBY’S o grupos de presión. Acudo a un reconocido diccionario y me da esta definición sobre la palabreja: “ Grupo de presión formado por personas con gran influencia y poder, sobre todo político o económico”.

A la definición anterior añadiría que todo LOBBY tiene un objetivo, unos intereses y unos modos de actuar para conseguirlos o estrategia. Así se refleja en la definición de este término, recogida en la Wikipedia: es un colectivo con intereses comunes que realiza acciones dirigidas a influir ante la Administración Pública para promover decisiones favorables a los intereses de ese sector concreto de la sociedad”.

Vivimos en una sociedad en la que los medios de comunicación ejercen una importante influencia en la configuración de la opinión pública. Los grupos de presión no escapan a esta realidad. A modo de ejemplo, es raro el partido político que renuncie a llevarse bien con una determinada cadena de televisión, periódico, radio, revista, diario digital, etc.

Para conseguir sus objetivos muchos LOBBY’S incluyen en su estrategia influir en la opinión pública, para ello se constituyen en asociación o fundación. La idoneidad de la elección viene determinada por la capacidad de acceder a fondos públicos, que permitan mantener una estructura activa, una revista, publicar libros, captar socios, tener una cadena de radio, estar presentes en los Mas Media. Todo ello para convencer a la MASA de la bondad de sus propuestas y de “los amplios sectores de la sociedad” que la apoyan, aunque a sus actos apenas acudan unas decenas o centenas de personas, bien distribuidas para dar la impresión de que son más.

Recuerdo que en las Asambleas de la Facultad, se usaban tácticas como la de la Doble Uve. El que quería llevarse de calle la asamblea distribuía a sus seguidores por la sala, cubriendo los espacios delanteros, medios y traseros, coincidiendo con los puntos de la mencionada letra. Cuando intervenía, sus acólitos, distribuidos en pequeño número por toda la sala, daban la sensación de gran mayoría y conseguían la aprobación de propuestas por aclamación. Los que no estaban aconchabados, el 95% de los asistentes,  terminaban aplaudiendo por mimetismo, por eso de no ir contra la mayoría.

Pues bien, todo esto viene a cuento de que los padres no debemos educar en base a modas, puestas en el mercado por los grupos de presión, que son pasajeras y que pueden hacer mucho daño, marcando la vida de nuestros hijos de forma casi irremediable. Pongo algunos ejemplos:

·         Modelo de enseñanza: el que al padre le parezca más idóneo, no el que le parezca más idóneo al gobernante de turno. De hecho, muchos que defienden la enseñanza pública llevan a sus hijos a la privada, pero luego en los mítines se desgañitan contra ella. Tengo que añadir que soy defensor de una enseñanza pública de calidad, acompañada del respeto a la enseñanza privada. De lo contrario ¿De qué libertad estamos hablando?, si solo defendemos un único modelo.

·         Valores: están muy determinados por lo políticamente correcto, que a su vez está muy influido por grupos de presión muy bien colocados, en lo más alto. Se insiste mucho en cómo vivir la sexualidad, pero se habla poco de honradez. Se descuartiza a la gente en muchas cadenas y programas de televisión y se habla poco de compasión y perdón. Nos bombardean con publicidad engañosa  que incita a no parar de consumir y se habla poco de austeridad y solidaridad. Se vende el éxito  fácil en muchos Mas Media, y se educa poco en el esfuerzo y la constancia. Se roba a manos llenas desde las más altas instancias y se habla poco de la honestidad. Se alaba ser espontaneo  y  dejarte llevar por lo que sientes, “ser tú mismo”, mientras aumentan las estadísticas de reyertas entre jóvenes, violencia entre parejas jóvenes y agresiones de hijos a padres. Parece como si el hombre se hubiese quedado sin sostén para argumentar y mantener los valores tradicionales, esos que elevan la autoestima, aún hoy, cuando nos esforzamos por vivirlos…esos que configuran una sociedad más segura y armónica, esos que nos ayudan a dar gracias por haber nacido. Pero, a cambio, tenemos un modelo de hombre sin freno en sus más bajos instintos, que a todos nos da miedo.

·         Modas: tengo amigos y amigas de todas las ideologías. Casi todos piensan que la moda está yendo demasiado lejos en la forma de vestir a nuestros/as hijos/as. La intimidad es algo que todos tenemos. Solo intereses comerciales y de tipo ideológico empujan a nuestros hijos a ponerla en entredicho, en muchos casos con bastante mal gusto. ¿Qué tiene de estético enseñar los calzoncillos, gracias a unos vaqueros medio caídos? , por poner un ejemplo. Muchos padres tragan bilis cuando ven salir a la calle a sus hijas, con la mínima expresión de un pantalón vaquero, etc.

·         Libertad: nunca se ha hablado tanto de libertad y, al mismo tiempo, nunca ha habido tantos esclavos. Preocupan los macrobotellones, pero dejamos a nuestros hijos menores que asistan. Nos enorgullecemos de nuestros avances tecnológicos, pero no nos damos cuenta de que somos esclavos de un móvil, de videojuegos, de Facebook, Twitter, Tuenti, Instagran,  la televisión 3D, etc. No estoy contra la tecnología, pero ¿la controlamos o nos controla? La libertad es lo que nos distingue del resto de animales de este mundo.  Llamamos  amor a la incapacidad de regular, controlar y ordenar nuestros instintos sexuales. Nunca hemos comido mejor, tenemos hasta cocina de diseño, pero las estadísticas sobre obesidad nos hablan…¿de falta de control, de esclavitud?. Podríamos poner más ejemplos, pero vamos a dejarlo ahí.

Frente a esto, recomiendo a los padres:

·         No dejarse llevar por modas pasajeras, muchas veces impuestas desde arriba, por LOBBY’s muy fuertes. Sobre todo políticos y económicos.

·         La humanidad no lleva equivocada 21 siglos. Ha sabido ir depurando lo que viene bien y mal al ser humano. Ante la duda, tus hijos son lo primero. Dentro de unos años, tus vecinos, amigos…la sociedad entera, agradecerá tus esfuerzos.

·         Mira en tu interior qué nos hace más humanos. Por favor, vívelo y enséñaselo a tus hijos.

·         Seamos humildes para reconocer nuestros errores, defectos y limitaciones y no tratemos de envolverlos de justificaciones como la espontaneidad, la libertad, etc. Nuestra humanidad solo puede crecer desde la humildad.

·         Duda de las ideas sin dueño, de las novedades “aceptadas por la masa”, de los programas de televisión con 4 a favor y uno en contra, detrás hay ingeniería social interesada.

·         La autoestima y el autoconcepto se consiguen y se mantienen, con valores, esfuerzo y constancia.

·         Necesitamos trascendernos, salir de nosotros mismos. Cuando pensamos demasiado en nosotros, vienen los problemas.


·         De forma natural buscamos una cosmovisión. Busca y elige la correcta. Todo lo que nos rodea nos invita a ello. Nos servirá de soporte para una vida sincera y equilibrada.

¡SILENCIO!... para pensar, corregir y mejorar

Con ocasión de sesiones de formación personal y humana he reflexionado sobre una palabra muy interesante para la mejora personal y para la mejora de los hijos. Me refiero al silencio.

Las últimas décadas del siglo pasado y los primeros años del presente, nos han traído laurgencia permanente por la eficiencia. En la empresa nos exigen producir más y mejor en el mismo espacio de tiempo. En la ciudad no se nos perdona un fallo conduciendo o un retardo a la hora de tomar el metro o el bus. Los clientes nos exigen, en muchos casos, la rapidez y perfección que ellos no incluyen en su decálogo de autoexigencia…Todo nuestro entorno parece reclamarnos prisa y más prisa a la hora de hacer las cosas; hasta para pasarlo bien y descansar hay que ir acelerados. Tanto es así que, a nivel internacional, está triunfando un “movimiento Slow”, que defiende la vida más calmada, con un sano estrés…, el suficiente para estar atentos a lo que hacemos y nada más.

Las prisas nos llevan, permanentemente, a estar pendiente de lo urgente y a dejar lo importante, hasta que en nuestra vida o en la de los nuestros aparecen los inevitables “rotos”, que no hemos podido o no hemos querido ver llegar, porque estamos absorbidos por el trabajo y/o por el cansancio. Las grietas de la roca se han producido por gotas de agua que la han ido abriendo en canal, poco a poco, hasta dejarlas convertidas en arena. Que valioso es distinguir lo importante de lo urgente, pero para eso necesitamos SILENCIO y reflexión.

Esta vida tan ajetreada y estresada va acompañada de una sociedad cada vez con menos valores. Esto implica, en general, individuos con menos “calidad personal”, que nos lleva a más situaciones estresantes por conflictivas.

Con este panorama queda poco tiempo para pararse a pensar sobre el discurrir de nuestras vidas y las de los que nos rodean, o sea, de nuestro cónyuge y de nuestros hijos. Sin embargo, un mínimo análisis es necesario para tomar decisiones correctas y el análisis exige SILENCIO, tranquilidad, serenidad, ausencia de ruido en el entorno, tiempos personales para la reflexión y, también, para la salud. Los psiquiatras le llaman a esto los “hábitos de salud mental”.

Todos tenemos que corregir cosas, porque todos somos falibles y susceptibles de mejora. Precisamente por eso necesitamos ratos periódicos, pequeños cada semana y más extensos cada mes o cada trimestre, para pensar; en la propia existencia, en la de los que me rodean, en rutinas equivocadas, en cosas que van bien o en otras que podrían ir mejor. 

El silencio puede ser la asistencia a una actividad que me permita dejar en las preocupaciones diarias, desconectar, para entrar en situación de centrarnos en los aspectos importantes de nuestra vida.

Esos momentos pueden ser la asistencia a una conferencia para padres, para la que siempre tenemos pereza, pero que no defrauda cuando vamos. Nos aporta frescura de ideas y nos sirven para contrastar nuestras vivencias con las de otros padres. También puede servir la asistencia a una conferencia sobre nutrición, adolescencia, hábitos saludables…impartida por un especialista en nuestra ciudad. Un rato de deporte, un pequeño viaje, un rato de lectura sobre un tema importante, una buena película que me ayude a pensar... Son espacios de reflexión, de alejarnos del problema de cada día y de poner lejanía, para PENSAR, CORREGIR Y MEJORAR.

Es oro líquido una escapada periódica con el cónyuge. Mejor sin niños. Larga, corta o mediana. Si fallan los recursos se puede sustituir por una comida o cena a solas…, o, porque no, con unos bocadillos en el monte. Hay miles de alternativas, solo hay que empeñarse y hacer huecos, ineludibles pero necesarios, en nuestro tiempo, que terminan siendo momentos de crecimiento propio y ajeno.

También son necesarios los momentos solos, pero solos de verdad, acompañados por nosotros mismos y nada más. A veces la pertenencia a algún club social facilita actividades que hacen posibles estos momentos (ejemplo: sala de lectura). Algunas instituciones religiosas también ponen a nuestra disposición días de retiro y examen. Que cada uno busque su opción…., pero hay que pensar serenamente cada cierto tiempo, para hacer contabilidad, para corregir el rumbo propio y el de nuestros hijos, para plantearnos metas. Y esto, el ruido y el estrés diario no nos lo permiten.


Para que estos tiempos de silencio salgan hay que planificarlos, con flexibilidad. Puede estar previsto uno y luego aprovechar la oportunidad de otro. Para mejorar el papel de padres podemos preguntar por las actividades programadas en el centro escolar de nuestros hijos. Para otros temas podemos enterarnos de quién organiza conferencias en nuestra ciudad (ejemplo: la agenda de actividades del periódico local) o, para los creyentes, la parroquia. También se puede estar atento a las peñas deportivas de nuestro barrio (senderismo, viajes,…), a nuestro club social, etc. Hay que alejarse de la rutina diaria y buscar el silencio,…también el descanso, pero eso lo dejamos para otro post.

Los 12 errores más comunes de los padres

Recurro nuevamente a una de mis fuentes, la página http://www.thefamilywatch.org/,porque encuentro bastante sentido común y consejos prácticos. Me fijo en algunos resúmenes de prensa y doy con el que publico hoy. Creo que no descubre nada nuevo a los que se manejan en el campo educativo, pero me gusta el título y la síntesis de temas clásicos como "la comunicación en la familia" o "el ejercicio de la autoridad" y , como no, "Los premios y los castigos". Si los padres nos esforzaramos por vivir estos consejos, dándole un repaso mensual y concretando una mejora en alguno,  seguro que disfrutariamos de una sociedad mejor. Entre comillas el artículo íntegro, con leves retoques para destacar ideas.


"La educación de los hijos provoca muchas inseguridades y no pocas angustias a muchos padres. ¿Lo estaré haciendo bien? ¿Debería haberle castigado? ¿Me habré pasado de duro? ¿Seré demasiado blando? ¿Cómo logro que me obedezca? Psicólogos y pedagogos explican que quizá restaría presión a los progenitores modificar sus expectativas: en lugar de aspirar a hacerlo todo bien, plantearse no hacerlo mal y, sobre todo, evitar los errores más dañinos a la hora de educar.

Con la ayuda de Javier Urra –pedagogo, doctor en Psicología y Enfermería, y durante años Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid–, de Victòria Gómez –orientadora familiar y vocal del Col•legi de Pedagogs de Catalunya–, y de Julio Fernández Díez –psicólogo escolar, catedrático de orientación educativa y autor de Errores en la educación de los hijos (Pirámide)– hemos identificado los 12 errores que se consideran más comunes y perjudiciales a la hora de educar a los hijos. Son estos:

1. Disparidad entre los padres. La falta de unidad de criterio entre las figuras de autoridad es uno de los grandes lastres para educar. De entrada, porque si el niño recibe mensajes contradictorios, si sus progenitores se desautorizan entre ellos, no sabe a quién hacer caso y se siente perdido, sin referencias claras. Y porque a medida que crecen aprenden a utilizar esas discrepancias o diferencias de criterio para hacer lo que quieren. “Siempre es mejor equivocarse juntos que acertar por separado”, resume Victòria Gómez, para quien frases tan populares como “pregúntaselo a tu padre” o “lo que diga tu madre” son un error. “Cuando piden algo y no se tiene un criterio claro o único, lo mejor es decirles ‘ya lo hablaremos y te daremos la respuesta’, para que vean que la familia es un bloque”, apunta.

2. Sobreproteger. Aseguran los educadores que éste es uno de los errores más frecuentes en la sociedad actual. Los padres asumen muchas tareas de los hijos, estudian con ellos, les disculpan ante el profesor, intervienen antes de verles sufrir las consecuencias de una mala decisión, les dicen constantemente lo que han de hacer, organizan toda la vida familiar a su alrededor, les evitan disgustos… “Esta sobreprotección resulta muy perniciosa porque haceciudadanos dependientes y a veces muy tiránicos, porque crecen pensando que el mundo gira a su alrededor, que son los reyes de la casa, no uno más de la familia”, advierte Javier Urra. La sobreprotección provoca personas inseguras, incapaces de tomar decisiones y de enfrentar las dificultades y contratiempos diarios, que no saben asumir las consecuencias de sus actos y con problemas de autoestima. Julio Fernández asegura que la sobreprotección es un error clásico a la hora de educar porque estamos preparados genéticamente para proteger la prole, como hacen otros animales con sus crías. “La infancia en la especie humana es muy larga, y para criar a un niño durante tantos años en medio de la sabana había que sobreproteger mucho; pero esa sobreprotección comenzó a resultar excesiva cuando la vida cotidiana se hizo menos peligrosa, y de ello dan cuenta historias como la de la Bella Durmiente o la del Príncipe Siddharta; lo que ha cambiado es que esa obsesión de los padres por salvaguardar a su hijo de todo mal que se atribuía y criticaba a príncipes y personajes de alta alcurnia hoy se ha generalizado a toda la población, y de ahí el actual síndrome del emperador”, explica.

3. Transmitir desprecio. Frases como “ya sabía que lo ibas a romper”, “eres idiota”, “pareces tonto”, “no vales para nada”, “siempre me defraudas” o “no sé para que te he tenido” resultan muy dañinas para los hijos. Gómez enfatiza que no hay que faltar al respeto a los hijos ni ponerse a su altura cuando se enfadan: “Los padres no deben perder los papeles, han de controlar su actitud por mucho que el hijo les provoque; hay que estar por encima de ellos y no comportarse como un crío o como un adolescente, y perdonar con facilidad, no entrar en guerras del tipo ‘como él no me habla yo tampoco’”.

4. Falta de continuidad. Los expertos advierten que un fallo habitual de los padres es dejarse llevar por su estado de ánimo a la hora de educar, de modo que permiten o no determinadas conductas en función de que estén más o menos cansados, contentos o enfadados. “Hay que tener conciencia de que estamos educando siempre, no en momentos concretos”, señala Gómez. Julio Fernández subraya que, ante los hijos, los padres son la autoridad, de forma que no deberían comportarse de forma arbitraria sino ecuánime y racional.

5. Castigar mal. Poner sanciones desproporcionadas o sin lógica, imponer castigos imposibles, hacer promesas inalcanzables o que no se cumplen son errores muy habituales y muy nocivos a la hora de educar. Si los castigos no se aplican por imposibles o por dejadez, los padres pierden autoridad y transmiten la idea de que sus normas pueden quebrantarse fácilmente. “Es mejor ser moderado en el castigo y llevarlo a la práctica, y en lugar de castigar al adolescente sin salir todo un mes o exigirle que estudie cinco horas diarias, limitarle a una hora la conexión a las redes sociales o a la videoconsola”, ejemplifica Fernández.

6. Prometer y no cumplir. Los educadores también alertan contra las promesas o premios inalcanzables, que además de decepcionar acaban desincentivando. “A veces prometemos comprarles el móvil o la bici si sacan buenas notas, y esa es una condición muy ambigua, de modo que quizá el chaval se esfuerza pero al final le decimos que no, que los notables no cuentan, que se esperaban de él sobresalientes, o que aunque sus notas son buenas no tendrá el premio porque se ha portado mal con su hermano, y el niño se frustra y deja de trabajar”, explica Julio Fernández. Y añade que en muchos casos se amplía aún más el error cuando luego, en un momento de arrepentimiento, esos mismos padres (o los abuelos), le acaban comprando el móvil o la bici sin haber conseguido el reto propuesto.

7. Comparar entre hermanos. Todos los padres saben que cada hijo es diferente. Sin embargo, a la hora de educarlos no siempre los tratan de forma diferente. Lo habitual es lo contrario, que se esfuercen en tratarlos por igual y que, a menudo, los comparen. Pero, advierten los expertos, cada hijo requiere una educación distinta, un trato individualizado y que le dediquen un tiempo a solas, entre otras razones para poder conocerle y saber cómo hay que tratarle. “Las comparaciones continuadas entre hermanos suscitan celos, envidias y dañan”, alerta Javier Urra.

8. No poner límites. Los expertos explican que muchas veces los padres no tienen un proyecto claro de cómo van a educar a sus hijos, cuáles son las normas mínimas que van a exigir, y van improvisando, de modo que no siempre son coherentes en sus criterios. “Mientras son pequeños trampeamos los problemas que van planteando, y en la adolescencia se pierde el control, se les quiere poner normas, y entonces ya es tarde”, comenta Victòria Gómez. Julio Fernández subraya que muchos padres priorizan la paz familiar por encima de todo y eluden su obligación de poner límites porque eso lleva en ocasiones al conflicto.

9. Ser amigos de los hijos. Los psicólogos advierten que los padres son la figura de autoridad para el hijo y es un error tratar de ser amigos suyos en lugar de ejercer de padres. También desestiman los estilos educativos muy permisivos o aquellos que lo negocian todo. “El estilo democrático está bien para algunas cosas, como para decidir dónde se va de vacaciones, pero se ha magnificado y hay cosas que no se negocian, como el horario de estudio, el ir con cinturón en el coche o comportarse bien el supermercado, ahí ha de ser el padre el que ejerza la autoridad”, reflexiona Fernández. En su opinión, este tipo de errores se han extendido de la mano de lo que denomina “leyendas urbanas sobre educación”, informaciones del ámbito de la psicología que en un momento dado tuvieron vigencia y luego se demostró que no son ciertas pero continúan en la imaginación colectiva, como que no hay que castigar para no traumatizar, que hay que potenciar al máximo la autoestima o que Einstein era mal alumno a pesar de su inteligencia, ejemplifica.

10. Malos ejemplos. ”Los padres no pueden pedir al hijo que se controle o que no pegue si lo que le transmiten es que de vez en cuando a ellos ‘se les cruzan los cables’, insultan al del coche de al lado, o están siempre criticando; tampoco pueden exigirle que termine lo que empieza o que cumpla las normas si ellos no lo hacen”, dicen los expertos. Laincongruencia entre lo que se dice y se hace “resulta muy negativa, quita fuerza moral y deslegitima”, apunta Urra.

11. Negatividad. El que fuera Defensor del Menor de Madrid cree que es un grave error no transmitir a los hijos ilusiones, dilemas vitales y amplitud de miras. Advierte que cuando los padres son muy depresivos o negativos y los hijos crecen oyendo todo el día críticas sobre los demás y escuchando que no hay que fiarse de nadie, que los otros son dañinos, “eso repercute en su carácter, que acaba siendo despótico, lastimero, paranoico u ofensivo”.

12. Hacerlos mayores antes de tiempo. Un error muy actual de los padres es acortar la infancia de sus hijos, hacerles mayores antes de tiempo. “Se detecta en la forma de vestirlos, en dejarles ponerse un piercing o adoptar comportamientos de adulto desde muy pequeños, en encontrar divertido y alentar que tengan novias o novios, en permitir que con 14 años tengan horarios de fiesta intempestivos…”, indica Fernández. Y subraya que el contrasentido es que a ese mismo chaval al que se deja salir de noche, se le prepara el desayuno y se le tramita la matrícula del instituto. “Por un lado les hacemos muy mayores, y por otro no les dejamos crecer, no les damos responsabilidades propias de su edad”, concluye.

Diez consejos para educar


Patricia Ramírez es psicóloga. Ha trabajado para varios equipos de fútbol, como el Mallorca o el Betis, y participa en el programa de Tv “Para todos la 2”. El 24 de marzo de este año publicó en El País este artículo, sencillo, pedagógico y práctico, con aspectos básicos a tener en cuenta por los padres para educar a sus hijos. Son ideas de siempre pero muy bien presentadas.
He modificado la presentación del artículo para los que leen rápido

Diez pautas para educar
La mayoría de los padres consideran que educar es una tarea difícil
El comportamiento de los hijos exige perseverancia y unas técnicas básicas de disciplina

 CASO

 Carloooos! Que te he dicho que te duches, te sientes a la mesa y recojas tu cuarto… ¡YA! No entiendo por qué no me haces caso a la primera, siempre tengo que gritarte y ni por esas, me tienes hartísima. Cuando venga tu padre, se lo digo. Me desesperas. Si es que no puedo contigo, un día de estos te voy a dar un bofetón”.

ERRORES

Después de esta escena, algunas madres dan un portazo, incluso lloran de desesperación. No entienden que su hijo no haga lo que se le pide a la primera. La explicación que dan es que el niño es desobediente, malo, y que no hay nada que hacer por conseguir paz en casa. Terminan por juzgarse como malas madres e ineficaces en la educación de sus hijos. En la escena podemos encadenar varios errores para que Carlos no obedezca: dar voces, órdenes contradictorias, comunicarle que ha perdido la batalla (“puedes conmigo, me desesperas”) y amenazarle con hablar con su padre demostrando que su autoridad es nula.

“El propósito de la educación es lograr que los niños quieran hacer lo que deben hacer” (Howard Gardner)”

La mayoría de padres ve la tarea de educar como algo difícil. Pero si anticipa todo lo que puede fallar, que su hijo no estudiará, se relacionará con amigos que resten, no comerá… esto le desesperará y caerá en la profecía autocumplida. Lo más importante en la educación es establecer unas reglas que no se salte ni usted. Trabaje para que se cumplan desde edad temprana. A partir de los seis meses los niños entienden muchas cosas; no se expresan, pero empiezan a diferenciar entre “esto sí se puede y esto no”. No trate de educar a un chaval de 15 años al que lleva consintiendo todo este tiempo, será tarde. Cuanto antes sepan sus hijos que hay normas, que los premios van asociados al cumplimiento de responsabilidades, que todos tienen que colaborar, antes conseguirá tener hijos educados, responsables y con autonomía.
La mejor prevención en educación es la intervención temprana. Muchos padres se quejan de que los niños no vienen con un manual bajo el brazo, pero si siguen estas reglas básicas, seguramente le allanarán el camino que supone educar.
Primero. Volumen y tono conversacionales. Conseguir que le hagan caso no es cuestión de hablar alto. El poder está más en lo que se dice, en las consecuencias que conllevará no hacerlo a la primera, en la coherencia y en ser muy disciplinado con las rutinas. Si quiere que sus hijos le respeten, empiece por respetarles a ellos. Nadie quiere obedecer a alguien que no se muestra seguro y relajado.
Segundo. No dé órdenes contradictorias. Si le dice a su hijo que se duche, que recoja su cuarto y que se siente a la mesa, sin indicarle el orden, igual lo bloquea. Dígale lo primero que tiene que hacer, y cuando haya finalizado, lo segundo. Si su hijo tiene edad para memorizar varias órdenes, enuméreselas, dígale cuál es su prioridad. No espere que él la sepa, porque tiene las sus propias.
Tercero. Imaginación. Haga un concurso por semana para que jueguen “a hacer lo que deben”; puede ser sobre cualquier comportamiento a corregir. Los domingos lo puede anunciar: “A partir de mañana, se celebra el fantástico concurso de ‘Quién tiene la dentadura de caballo más limpia’. Las bases son estas: limpiarse los dientes tres veces al día y pasar revista. Las puntuaciones de papá y mías se sumarán, y el viernes anunciaremos ganador”. Si quiere que los niños se lo tomen en serio, haga lo mismo. Y tenga paciencia, hasta que se convierta en rutina necesita tiempo. El juego genera un ambiente relajado en el que apetece más aprender y obedecer.
Cuarto. No quiera modificar en su hijo todo lo que le molesta de una vez. Si se pasa el día diciéndole lo que hace mal, terminará por cargarse su autoestima. Elija una conducta a modificar y céntrese en ella siguiendo las pautas de este artículo. Cuando lo consiga, siga con otra.
Quinto. Cuando corrija o muestre su enfado con ellos, no los ningunee, ni ridiculice, ni haga juicios de valor. Si lo hace, terminarán por comportarse conforme a las expectativas que se han puesto en ellos y les afectará a la autoestima. Es mejor decir: “No me gusta ver tu cuarto desordenado; por favor, guarda los juguetes en las cajas”, a decirles: “Eres un guarro, qué asco de dormitorio”. No consiga que se cumpla la profecía autocumplida. Si les transmite que no confía en ellos y que no espera nada, puede que se cumpla.
Sexto. Sea constante. Aquello muy importante, basta con que lo argumente una vez, no busque más razonamientos porque su hijo no los necesita. Simplemente busca ganar tiempo para no hacer lo que debe. Dígale: “Esto no es negociable; cuanto antes empieces, antes podrás disfrutar de lo que más te gusta”. Negocie lo que sea negociable y no siente precedente con lo que no lo es.
“Educad a los niños, y no tendréis que castigar a los hombres” (Pitágoras)
Séptimo. Paciencia y calma. Las personas que transmiten con paciencia son más creíbles y generan un ambiente cálido y relajado. Cuando introduce cambios en la manera de educar, al principio los niños reaccionan con incertidumbre: “¿Qué significa que mi madre/padre ahora están calmados y no me gritan?”. Deles tiempo, necesitan acostumbrarse a esta nueva forma de comunicarse.
Octavo. No se contradiga con su pareja. Los niños tienen que saber que la filosofía y la escala de valores parten de los dos. Si no, estarán chantajeando a uno y a otro, fomentando el engaño para conseguir lo que quieren. Terminará por tener muchas discusiones con su pareja por eso. No se descalifiquen, ni ridiculicen, ni contradigan delante de ellos. Todo aquello en lo que no estén de acuerdo, háblenlo en la intimidad y negocien.
Noveno. Nunca levante los castigos. Es preferible aplazarlo, pero que sea efectivo y lo cumpla, que imponer uno muy duro fruto de la ira y que luego deshará convirtiéndose en alguien a quien se puede chantajear. Dígale: “Esto merece un castigo, ya te diré qué va a pasar”.
Décimo. Mejor que el castigo, el refuerzo. Significa prestar atención a lo que hace bien, cualquier cambio, y decírselo. Si continuamente centra la atención en lo que hace mal y le corrige y se enfada, su hijo aprenderá que esta es la manera de llamar su atención. Todo lo que se refuerza, se repite. Al niño le gusta que sus padres estén orgullosos de él, pero tiene que decirle de qué se siente usted orgulloso, porque él no lo va a adivinar.
Recuerde lo más fundamental: hasta la adolescencia, no hay figuras más importantes que los padresSi trata de educar en una dirección, pero se comporta en otra, será inútil. Los hijos copian, son esponjas. Educar con acciones tiene mucho más impacto que con palabras.


Cinco tipos de padres

Resumen del artículo publicado por el ABC de Sevilla el 19 de marzo de 2013,   con el título "Los cinco tipos de papas"
"...La psicóloga Gema Theus establece estos perfiles de los padres de hoy, tras ocho años como directora de una escuela infantil:
Ausentes: Separados o divorciados que rehacen sus vidas con nuevas parejas o nuevas ocupaciones. Apenas están presentes en la vida del niño, solo en los momentos de la visita. Ni padres ni niños disfrutan de la relación. Los niños pueden reaccionar ante el padre con miedo o extrañeza. La madre asume los dos papeles al cien por cien.
Muy ocupados: Más del 50% de los padres actuales, que quieren mucho a sus hijos a los que apenas ven por motivos laborales. Los padres están orgullosos de sus hijos pero delegan en la madre todo el cuidado. Los niños desean ver a su padre porque significa juego y diversión. Pero, a veces, papá es ese personaje distante que siempre está cansado y con el que hay que portarse bien.
Comprometidos: Todo su tiempo libre es para sus hijos, pero tienen poco tiempo y delegan en la madre. El padre es una figura secundaria con una buena relación con los hijos, porque sigue siendo la madre el refugio y la seguridad cuando algo ocurre.
Al 50%: Padres con un horario laboral que les permite compartir las tareas conlas madres. El niño se siente seguro con ellos. Los padres llevan al cole a sus hijos, se quedan con ellos por las tardes... El niño asume a ambos progenitores por igual.
A tiempo completo: La prioridad es su hijo. Dejan su trabajo o piden excedencias para cuidarle como una madre. Quieren ver crecer a los niños y disfrutar de ellos. Son padres que a veces su inseguridad y miedo a equivocarles les hace más perfeccionistas. Los niños se siente seguros con papá.

Padres fuertes, ...¡hijas felices!


Sigo trabajando en un proyecto para poner en marcha escuelas de padres en distintos centros educativos. Hoy intento concretar algunos aspectos con Juan Antonio, "socio" y coimpulsor de la idea, pero ahora mismo está ocupado hablando con su mujer por teléfono. Me planteo buscar algo interesante que insertar en el blog y encuentro en la página http://www.sindicatdepares.com/este interesante artículo que inserto sin más, como siempre, entrecomillado:

"SdP | Diciembre 1, 2011

  • “Les digo un secreto: las hijas hasta presumen de que sus padres les marcan límites”
  • Ellas son distintas de los hijos; necesitan saber que papá está cerca y  pendiente
  • Señoras, no le roben al marido el espacio que le corresponde en la familia

A los 18 años Ainsley se marchó de casa para estudiar en una prestigiosa universidad americana. Durante el primer curso todo marchó sobre ruedas: hizo muchas amigas y sacó buenas calificaciones. Pero luego la cosa se torció. Empezó a beber demasiado, dejó de asistir a clase y al final fue expulsada de la universidad.

Al regresar a casa, su madre se mostró inflexible. “Te has comportado estúpidamente, le dijo. Has arrojado tu futuro por la ventana. Has avergonzado a tu familia”. En mitad de la bronca, su padre se acercó a Aisnley y le dijo al oído: “¿Te encuentras bien, hija?. Ella se echó a llorar”.

“No se puede imaginar cómo me afectó aquello, le explica Ainsley a la doctora Meg Meeker. Eso pasó hace treinta años, pero el amor que siento por mi padre en este momento es algo tan fresco y tan reciente como lo fue entonces… supe que era a mí y no a los logros que pudiera alcanzar a quien realmente amaba”.

 El caso de Ainsley es uno de los muchos que la doctora Meeker ha escuchado en su consulta de pediatra y consejera familiar y que la llevaron a escribir el libro “Padres Fuertes, Hijas felices”, recientemente traducido al español.

“Las jóvenes de hoy se encuentran expuestas a más riesgos que las de antes (anorexia y bulimia, enfermedades de transmisión sexual, depresión, alcohol, drogas, fracaso escolar) y son los padres los únicos que pueden interponerse entre ellas y el ambiente social que las rodea”, afirma Meeker.

“No importa la edad que tengan; las hijas necesitan un héroe: papá”

No importa si sus hijas tienen seis o treinta años, papá siempre será su héroe, a menos que deje de vivir con integridad y honradez. Aunque al crecer, las hijas se den cuenta de que su padre es una persona común y corriente, mientras sea íntegro y honrado, siempre será su héroe“La autoridad paterna es crucial. De hecho, las chicas más problemáticas e infelices son las que han tenido padres permisivos y pasotas …”

Tan sólo déjele ver que no está sola…

Si un padre de familia tiene un hijo varón, sabe que pueden ver un partido de futbol juntos, casi no hablar, y sin embargo, se sienten a gusto los dos. Pero las hijas están hechas de otra pasta, y Meeker da este consejo: “esté donde esté, asegúrese de que ella percibe que usted se da cuenta de que está a su lado, hágale preguntas, escúchela. Las mujeres odian el sentirse invisibles”.

Padres: No tengan miedo de establecer reglas

A finales del siglo pasado el padre fue presentado como una figura autoritaria que pretendía imponer sus reglas a los hijos ansiosos de libertad. Esa idea caló tanto en la mente de algunos padres, que temen establecer límites a sus hijas ya que pudieran rebelarse.

Meeker asegura que la autoridad no provoca traumas a las hijas, al contrario, es lo que más las acerca a sus padres y hace que los respeten más. Algunas de las mujeres que acuden a la consulta de Meeker se quejan de que sus padres no se atrevieron a establecer reglas por no causar un conflicto.

“Permítanme que les cuente un secreto, dice Meeker, sobre las hijas de todas las edades: les gusta presumir de lo duro que son sus padres, y de lo estricto y exigentes que son con ellas. ¿Por qué? Porque esto les permite hacer notar lo mucho que ellos las quieren”.

“Y por lo que se refiere a inculcarles sus creencias, tampoco tengan miedo a hablarles de Dios. Si usted no le proporciona una guía a su hija, ella buscará las respuestas por su cuenta y la autoridad de Usted quedará suplantada por otra persona. Su hija necesita a Dios por dos razones: porque necesita ayuda y porque necesita esperanza. El le proporciona esa ayuda y le promete que el futuro será mejor”
Síntesis del Libro, “Padres fuertes, hijas felices “ de Meg Meeker(http://www.megmeekermd.com/

La intimidad emocional entre padres e hijos

Que los hijos tengan una comunicación de calidad con los padres es muy conveniente para su correcto desarrollo emocional, para reconducir situaciones inadecuadas que los padres desconocerán si no hay confianza... Por eso me parece interesante traer aquí un extracto del libro "Your kids at Risk" de Meg Meeker que he encontrado en la páginahttp://www.sindicatdepares.com
La intimidad emocional se produce cuando un adolescente siente que su padre ha “visto en” su verdadero yo y ha aceptado lo que es. Si su hija adolescente cree que va a encontrarse con la desaprobación o el rechazo por parte de mamá o papá, ocultará esa parte de si misma. Por ejemplo, si una niña está incómoda por su exceso de peso, pero ha oído que su madre hace comentarios críticos acerca de las niñas con sobrepeso, es poco probable que hable de este tema. Pero cuando ella esconde una parte de sí misma de esa manera, no puede haber intimidad.
La clave para establecer la intimidad emocional con sus hijos es crear un ambiente donde se sientan seguros al expresar sus sentimientos. Los padres que gritan mucho, que constantemente critican, que son imprevisibles, o que se emborrachan tendrá dificultades para establecer esta intimidad emocional, especialmente si hacen que sus hijos se sientan estúpidos o a la defensiva. Los adolescentes con este tipo de padres asumen naturalmente que la exposición de ideas muy personales y sentimientos es como estar pidiendo que les machaquen.
Entonces, ¿cómo crear un espacio seguro? Al pasar más tiempo con sus hijos, por una cosa. Los adolescentes necesitan de nuestra presencia. Cuando damos nuestro tiempo a nuestros hijos les comunicamos de forma potente que los queremos. Cuando los amigos, el trabajo, o cualquier otra cosa nos lleva demasiado tiempo lejos de nuestros hijos, se sienten menos amados. Debemos tratar de estar allí para ellos cuando van a la escuela y regresar a casa por las tardes. Estar disponible para las comidas y antes de dormir. Dedicar un par de horas cada semana por completo a ellos sin interrupciones. Pensar en actividades que se pueden compartir, como hacer deporte o ir al cine. Además, los beneficios de pasar tiempo con nuestros hijos no solo les benefician a ellos. Podemos encontrar que nuestro propio hijo a su vez, sea uno de los mejores compañeros que nos podamos imaginar.
Extracto tomado del libro: Your Kids at Risk
Por Meg Meeker"

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