lunes, 27 de octubre de 2014

Qué es la dislexia, ...en un lenguaje asequible para los no profesionales



Las capacidades de leer, escribir y calcular son básicas para que un alumno pueda alcanzar buenos resultados académicos. La adquisición de un buen nivel en esas tres competencias o capacidades son el punto de partida para trabajar con éxito cualquier asignatura. Por este motivo se habla de “materias instrumentales” al referirnos a las asignaturas de lengua y  matemáticas. Si tu hijo no es capaz de leer correctamente y de comprender lo leído, difícilmente superará un examen de geografía e historia o de conocimiento del medio. Si tiene dificultades para calcular correctamente, le costará más de lo normal enfrentarse con éxito a un examen de matemáticas, física o química.

Una de las razones - no la única -  de que estas competencias no estén correctamente desarrolladas en el niño, es la posibilidad de que sufra un trastorno de aprendizaje.  Mi propósito con estas líneas es aportar una idea clara de lo que es la dislexia - el trastorno más habitual-, con un lenguaje asequible, que no abuse de tecnicismos y que sea fácil de entender por cualquier madre o  padre.  Más adelante me referiré a otros trastornos (dislalia, discalculia, TDAH, trastorno del aprendizaje no verbal, etc)

Cuando los padres ponen todos los medios para que su hijo rinda adecuadamente y  fracasa, existe la posibilidad de que sufra un trastorno o dificultad para aprender que deba ser tratado por un especialista. Por eso es importante conocer los aspectos básicos de estos trastornos..

Ideas previas

Aprendemos a través de los cinco sentidos, pero la vista y el oído tienen una importancia vital en el colegio o instituto; por tanto, antes de todo hay que comprobar que estos dos sentidos funcionan correctamente en el niño. Basta con acudir a un oftalmólogo y al otorrino.

También habría que descartar circunstancias de su entorno que puedan ser un obstáculo para el aprendizaje (mala relación con profesores y compañeros de colegio, clima familiar negativo, espacio adecuado para el estudio, etc)

¿Qué es la dislexia?

El 80% de los niños con trastornos del aprendizaje padecen dislexia. La dislexia es una deficiencia del neurodesarrollo del niño o un problema sobrevenido en el adulto, que genera dificultades para el aprendizaje y el uso del lenguaje, la lectura y la escritura. En la etapa adulta se produce por pérdida de las habilidades lectoras, previamente adquiridas, debido a un daño cerebral (ej: accidente de tráfico con afectamiento cerebral, ictus, etc).Este trastorno lo padece entre un 5% y un 10% de la población infantil.

Los disléxicos tienen problemas para encontrar la correspondencia entre los elementos básicos del lenguaje escrito (letras y palabras, también conocidas como grafemas) y los elementos básicos del lenguaje verbal (sonidos o fonemas). A título de ejemplo, una manifestación de  dislexia – hay más -, es leer una palabra (pronunciarla) de forma distinta a como está escrita delante de los ojos del disléxico. Falta correspondencia entre lo escrito y lo pronunciado o leido.

La psicología habla de la “memoria de trabajo” para referirse a una capacidad que tenemos los humanos para almacenar temporalmente (a corto plazo) y manipular la información que recibimos. Pues bien, los disléxicos tienen más baja la habilidad para manipular fonemas (palabras o letras pronunciadas) en la memoria de trabajo.

Hay diferencias morfológicas y funcionales entre los disléxicos y los que no lo son, que se aprecian mediante las técnicas de neuroimagen (resonancia magnética, etc).

La dislexia es un trastorno familiar y hereditario, siendo este un factor importante para su diagnóstico temprano en niños con sospecha de padecerla. Se da más en varones y en lenguas con menor correspondencia entre lo que se escribe y lo que se pronuncia; es por esto que, a título de ejemplo,  hay más disléxicos entre  los ingleses que entre los españoles o italianos

¿Tipos de dislexia?

Hay tres tipos:

  •  Dislexia fonológica
  •  Dislexia Superficial
  • Dislexia mixta


Dislexia fonológica.

Hay palabras que generan con mayor facilidad una imagen mental. Las llamamos palabras concretas (ej: gato, casa), para diferenciarlas de las palabras abstractas (ej: amor o vida), que cuesta más trabajo imaginarlas. También hay palabras que usamos con más frecuencia que otras.

Pues bien, cuando lee la persona que padece este tipo de dislexia pronuncia mejor las palabras concretas y las palabras de uso más frecuente y tiene dificultad para pronunciar las palabras abstractas y las de uso menos frecuente. Cuando ven escrita una “no palabra” – palabra sin significado -, tienden a leerla sustituyéndola por una palabra parecida (ejemplo: si ven la no palabra “ledrón” es muy probable que la lean como “ladrón”)

Por tanto, podemos decir que quien sufre este trastorno tiene dificultad para convertir los grafemas en fonemas (leer literalmente). Su vocabulario o base léxica le ayuda a leer las palabras concretas y de uso más frecuente, pero no las demás (abstractas, de uso poco frecuente y las no palabras)

Dislexia superficial

El que la padece lee bien literalmente pero su escaso vocabulario o  léxico le impide leer correctamente las palabras irregulares (aquellas que de algún modo no respetan las normas habituales de construcción de las palabras regulares (ej: “quepo” del verbo “caber”)

La dislexia mixta combina síntomas de las dos anteriores.

Tratamiento de la dislexia

La dislexia es un trastorno que no tiene curación pero si es posible su tratamiento, interviniendo sobre el lenguaje, la fonología y la lectura. El diagnóstico debe ser realizado por un profesional con experiencia (psicopedagogo). El tratamiento debe ser personalizado para cada caso y en unas condiciones pedagógicas adecuadas (valorado correctamente por el paciente, en el lugar y momento adecuado, etc).

Quien quiera profundizar en este tema puede entrar en  http://www.ladislexia.net y en las fuentes abajo reseñadas.

Una síntesis de la dislexia




José Antonio de la Hoz

Fuentes



miércoles, 22 de octubre de 2014

Salud mental y educación: los sutiles hilos de la marioneta


Me llama la atención unas declaraciones de Allen Frances, Catedrático emérito de la Universidad de Duke y director del equipo que redactó el DSM IV ( Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales) que es, junto con el CIE (Clasificación Internacional de enfermedades), la Biblia de los psiquiatras de todo el mundo. Es una autoridad internacional en el campo de la psiquiatría.  Pues bien, algunas de esas declaraciones son las siguientes:

  • La industria farmacéutica está interesada en convencernos de que hay nuevas enfermedades psiquiátricas,  fáciles de tratar con medicamentos. Tratan de convencernos de que el trastorno psiquiátrico es algo muy común y de fácil solución, tomando los medicamentos que ellos elaboran. 
  • El aumento artificial de síndromes y patologías provocado por el DSM V “convierte problemas cotidianos y normales de la vida en trastornos mentales, de tal forma que cualquiera de nosotros se identifica en los síntomas descritos en ellos/as”
  • Los fármacos son necesarios y muy útiles en trastornos mentales severos y persistentes, que provocan una gran discapacidad. Pero no ayudan en los problemas cotidianos, más bien al contrario: el exceso de medicación causa más daños que beneficios. No existe el tratamiento mágico contra el malestar.
  • Hay que “Controlar mejor a la industria farmacéutica y educar de nuevo a los médicos y a la sociedad, que acepta de forma muy acrítica las facilidades que se le ofrecen para medicarse, lo que está provocando además la aparición de un mercado clandestino de fármacos psiquiátricos muy peligroso.
  • La incidencia real  del TDAH está en torno al 2%-3% de la población infantil y, sin embargo, en EE UU están diagnosticados como tal el 11% de los niños y en el caso de los adolescentes varones, el 20%, y la mitad son tratados con fármacos. Otro dato sorprendente: entre los niños en tratamiento, hay más de 10.000 que tienen ¡menos de tres años! Eso es algo salvaje, despiadado. Los mejores expertos, aquellos que honestamente han ayudado a definir la patología, están horrorizados. Se ha perdido el control.”
  • “Igual que no se nos ocurre recetar testosterona a un niño para que rinda más en el fútbol, tampoco tiene sentido tratar de mejorar el rendimiento escolar con fármacos”
  • Los seres humanos somos criaturas muy resilientes. Hemos sobrevivido millones de años gracias a esta capacidad para afrontar la adversidad y sobreponernos a ella... Si vivimos inmersos en una cultura que echa mano de las pastillas ante cualquier problema, se reducirá nuestra capacidad de afrontar el estrés y también la seguridad en nosotros mismos. Si este comportamiento se generaliza, la sociedad entera se debilitará frente a la adversidad. Además, cuando tratamos un proceso banal como si fuera una enfermedad, disminuimos la dignidad de quienes verdaderamente la sufren.
  • En los últimos años las autoridades sanitarias han tomado medidas para reducir la presión de los laboratorios sobre los médicos. Pero ahora se han dado cuenta de que pueden influir sobre el médico generando demanda en el paciente.
  • Hay estudios que demuestran que cuando un paciente pide un medicamento, hay 20 veces más posibilidades de que se lo prescriban que si se deja simplemente a decisión del médico
  • “¡Tienen que cambiar los hábitos de sueño! Sufren ustedes una falta grave de sueño y eso provoca ansiedad e irritabilidad. Cenar a las 10 de la noche e ir a dormir a las 12 o la una tenía sentido cuando hacían la siesta. El cerebro elimina toxinas por la noche. La gente que duerme poco tiene problemas, tanto físicos como psíquicos.”

 De todo esto saco unas consideraciones rápidas:
  • Rehuimos la contrariedad y el malestar, aunque esta sea el precio de un correcto desarrollo personal propio y de nuestros hijos, un ingrediente necesario para el equilibrio vital. Antes, cuando éramos más creyentes, encontrábamos un sentido a esas situaciones, ahora ya no lo tenemos y acudimos, con facilidad, a la medicación. Indudablemente hay situaciones en las que la medicación es imprescindible; aquí me refiero a que siempre hay algún tipo de malestar moderado, físico o psíquico, para el que no existe medicación, tal y como dice Allen Frances, pero son cada vez más los que la buscan.
  • Tenemos que crear un clima de normalidad alrededor de estas situaciones. A título de ejemplo, no hacemos un drama cuando un niño pequeño tropieza, se cae y llora. Le animamos a que se levante y, cuando lo haga, le damos un cariñoso abrazo. Podemos encontrar cientos de ejemplos como este, en los que la actitud materna y/o paterna puede ayudar a que los hijos sean resistentes, seguros y con una fuerte autoestima o todo lo contrario.
  • El lamento y la queja habitual en los hogares potencia un exceso de victimismo en quienes los ocupan y son un termómetro de su umbral de exigencia personal. Padres y madres, ¡hay que subir el listón para admitir las quejas!, hay que enseñar a convivir gallardamente con la contrariedad física o moral.
  • Una ecuación: tolerancia al malestar baja = dosis de placer altas + exigencia personal baja. Padres, ¡a ponerse las pilas!

Termino con dos frases de un ilustre psiquiatra:
“Un hombre hedonista, permisivo, consumista y relativista, se convierte en un objeto que viene y va. En vez de ser brújula, es veleta. Se mueve en todas direcciones pero sin saber a dónde va.”
“La felicidad no es un hallazgo al final de la existencia sino a través de su recorrido”


José Antonio de la Hoz
Fuente: http://goo.gl/tpFSJg . Foto de Juan Barbosa

viernes, 3 de octubre de 2014

¿Éxito escolar?: ¡Un plan para cada hijo, desde principio de curso...!



En  torno a 8 millones de alumnos de enseñanzas no universitarias acaban de comenzar las clases en España (curso 2014-15), distribuidos en casi 28.000 centros escolares. Les enseñarán distintas materias alrededor de 664.000 profesores. El Estado se gastará en torno a 7.900 euros por alumno en centros públicos y una cantidad sensiblemente menor en centros privados concertados.

Pues bien, a pesar de este despliegue de medios llegarán las notas de la primera evaluación y algunos alumnos traerán suspensos, muchos o pocos. Unos por primera vez y otros arrastrarán la situación de años anteriores. Unos padres se preocuparán  y pedirán una entrevista con los profesores de sus hijos para buscar las causas y las posibles soluciones, y otros no. Los que puedan contratarán los servicios de un profesor particular, sin ser conscientes de que las clases de apoyo son probablemente un parche que no actúa sobre todas LAS CAUSAS del fracaso de su hijo. Otros quizás echen la culpa al colegio o a uno, varios o todos los profesores de su hijo, sin ser conscientes de que, casi con toda seguridad, los suspensos de su hijo tienen una raíz compleja   . Esto es una manifestación más de la tendencia humana a simplificar los problemas, sin valorar  que quizás una de las  causas podemos ser nosotros mismos.

Lo dicho en el anterior párrafo es una posible descripción, muy resumida,  de la actitud de los progenitores frente a los suspensos de sus hijos.

Pues bien, me centro en lo que debería ser la actitud correcta de los padres de alumnos que se mueven en el entorno del aprobado – suspenso, en primaria:
  • Todos los problemas tienen solución a principio de curso y los habrá si su hijo apuntaba maneras en el curso anterior. Procure acordarse de las recomendaciones que recibió a final del curso anterior y sígalas. Haga un plan.. En la primera evaluación hay que actuar con urgencia. En la segunda, solo tienen solución los problemas puntuales y en la tercera hay que mirar a septiembre.
  • En las conversaciones con los hijos se refuerza el papel de los profesores y no a la inversa.
  • Hablar periódicamente con ellos  sobre la importancia de la puntualidad, la constancia, el esfuerzo,  la comprensión de lo que se hace, los efectos positivos de los buenos resultados y del trabajo bien hecho sobre la autoestima, etc. Dar ejemplo en estos puntos.
  • Su hijo debe tener un horario de estudio que ha de convertirse en hábito. Hasta que se consigue los padres están encima, desde pequeños, comprobando que se cumple.
  • Alguno de los padres ha de comprobar diariamente, desde principio de curso, que su hijo hace los deberes y los entiende, prestando especial atención a las matemáticas y la lengua, por tratarse de asignaturas necesarias para aprobar las restantes.
  • Es bueno que los hijos vean en los padres inquietudes intelectuales: leen periódicamente la prensa, leen algún libro, van a algún museo, obra de teatro, etc.
  • En matemáticas, lenguaje e idioma puede haber conocimientos de años anteriores que no domine y que sean necesarios para adquirir los de este año. A esto se le llama desfase curricular. Hay que ponerle solución desde principio de curso; si no sabe como hacerlo, póngase en manos de un pedagogo para solventar el problema.
  • Hay que descartar la posibilidad de que su hijo padezca algún trastorno del aprendizaje.
  • Un entorno familiar con escasa conflictividad ayuda a que los hijos rindan más.
  • La probabilidad de fracaso escolar es mayor en hijos de padres autoritarios, pasotas o sobreprotectores, ya que estos estilos educativos inciden en la autoestima y seguridad de los hijos, cualidades necesarias para afrontar con éxito cualquier tarea.
  • Aumenta la posibilidad de fracaso escolar cuando la comunicación con los hijos es agresiva, humillante y con uso de etiquetas negativas o peyorativas.
  •  Las alabanzas han de ir dirigidas al esfuerzo de los hijos, no a sus cualidades.
  • Debe haber ambiente de trabajo en todos los miembros de la familia. Por la tarde está apagada la televisión y las videoconsolas están guardadas hasta el fin  de semana. Los móviles se compran lo más tarde posible, pero si los hubiere se dejan  en un sitio que controlen los padres cuando se llega a casa. Se da por supuesto que no tienen conexión a Internet.
  • La exigencia debe ir acompañada de cariño incondicional. No se quiere más al hijo que triunfa y menos al que fracasa. A los hijos se les quiere tal y como son, sin renunciar a poner los medios para que mejoren.
  • Los dos padres deben ir a una. También en caso de separación o divorcio. Los hijos no son propiedad de ninguno de los cónyuges y mucho menos una herramienta para hacerle daño al otro/a.
  • En el primer mes de curso hay que visitar al tutor para ver cómo van las cosas.
  • Se hace un plan mensual con cada hijo, con metas concretas y medibles, que se anotan y se revisan . Los dos padres revisan su grado de cumplimiento periódicamente 

Unos padres contarán con unas circunstancias personales, familiares, laborales… que les permitan cumplir con gran parte de lo señalado y otros no. Cada uno que llegue a donde pueda, pero desde principio de curso: como siempre,  ES MEJOR PREVENIR QUE CURAR.

José Antonio de la Hoz