martes, 23 de diciembre de 2014

¿Debemos enseñar a nuestros hijos otro modelo de hombre?


Hace unos años me tocó poner en marcha un Ciclo Formativo de Grado Superior de Comercio Internacional. Al hacer la distribución de asignaturas me quedé, entre otras, con la de Márketing Internacional. Tuve que ponerme al día a marchas forzadas buscando todo tipo de información útil sobre la materia. Pues bien, en algunas publicaciones observé, con tristeza, que los países del Norte de Europa incluían a España dentro de los PIGS – “cerdos” en inglés-, que era el acrónimo que agrupaba a Portugal, Italia, Grecia y España , Spain en Inglés (algunos también incluyen a Irlanda). Desconocía que en Europa nos tuviesen en  tan poca estima. Profundizando en el tema descubrí que  no se veía con normalidad muchas cosas que en nuestro país se aceptan con escaso espíritu crítico.

Curiosamente los PIGS han estado al borde del rescate económico o han sido rescatados por la Unión Europea por su mala gestión. En todos abunda la corrupción, el engaño, la picaresca, el reinado de la apariencia que esconde un fondo de podredumbre moral y ausencia de valores tanto en el ámbito privado como en el público. En todos esos países es noticia nacional que alguien actúe con honradez. Hace unos días, un nigeriano encontró y devolvió una cartera con tres mil euros en metálico y otros tantos en cheques, creo que  en Sevilla,  y salió en todos los telediarios nacionales.

 Seguro que en los PIGS también hay gente honrada y honesta que asumen el desgaste impagable de ir contracorriente, pero parece que la corrupción y la ausencia de valores ganan y así lo ven allende nuestras fronteras y, lo que es peor, generan costumbre social e indolencia. Cuando he comentado algunos episodios conocidos de corrupción, a “gente buena” , me responden que “tampoco es para tanto” seguido de una retahíla de justificaciones de toda índole. Esta “neutralidad moral”  delata que hemos asumido como normal lo que no lo es, que las conductas poco éticas y la inmoralidad pública tenían un caldo de cultivo previo en cada uno de nosotros, que el modelo de hombre que defendemos tiene un listón ético muy bajo, tanto que contrasta con el del resto de la Europa no mediterránea. Tenemos una manga demasiado ancha que ha terminado generando situaciones que ponen en tela de juicio nuestro modelo de convivencia.

En España se gestiona lo público como si fuera privado. El principio de mérito y capacidad saltó por los aires hace tiempo. Se llega más lejos acercándose a un partido político o a un político, da igual su signo. También dando un pelotazo, aun a costa del engaño o, por qué no, liándose con una famosa. Valores como la justicia, la honradez, la honestidad, la equidad, la igualdad de oportunidades, la imparcialidad, el esfuerzo, la constancia ….han disminuido sensiblemente su influencia en la vida pública y privada, eso si, con el adorno de decenas de justificaciones. Su existencia  es meramente estética porque están en todos los discursos oficiales y poco más.

Vivir en España los valores que acabamos de mencionar – y otros-, es un hándicap, un obstáculo de salida para avanzar profesional y socialmente. Me contaba un arquitecto hace unos días, que un empresario que pagó una comisión al alcalde de un ayuntamiento para conseguir la adjudicación de un contrato público, declaraba ante el juez:  “En España es difícil trabajar con la administración sin pagar comisiones”. Pero, además, hemos generado una inercia de años, como si no tuviese consecuencias.

La moralidad, la ética, es parte del soporte de la paz social, es parte del sostén de las estructuras sociales y de la legalidad. La moralidad y la ética añaden justificación al que dirige y gobierna. Sostienen internamente a la persona humana, siendo uno de los ingredientes de su autoconcepto y, por tanto, de su paz interior y, en última instancia, de su felicidad.

Hace unos días asistí a la conferencia de un personaje de relevancia nacional e internacional, reconocido por su honradez e integridad por partidarios y detractores. Afirmaba que España se ha convertido en el “paraíso de la nada” gracias al relativismo, al todo vale, del que venimos haciendo gala desde hace años, desplazando con falsos derechos los derechos auténticos, que dan solidez y soporte a una sociedad. Todo es líquido, nada dura. De esta manera hemos creado el ambiente idóneo para que arraiguen los extremismos y los radicalismos, sacrificando la reforma en favor de la ruptura, que nos puede llevar a la tragedia. Decía, con razón, que venía a hacer un diagnóstico, no un pronóstico ya que no es un profeta, y que sentía que tuviéramos que tomar Prozac esa noche, pero que la verdad había que conocerla y afrontarla.

Pues bien, me planteo como bloguero cual puede ser mi aportación, mi consejo a padres y profesores – también estoy abierto a recibirlos-, frente a esa realidad, y digo realidad porque las intervenciones posteriores de los asistentes al acto vislumbraban una altísima conformidad con lo dicho por el ponente. Estamos rodeando a los menores, por inmersión, con un ambiente moral altamente tóxico que abre interrogantes sobre su propio futuro. Hay que hacer algo y esta es mi aportación:

  • El relativismo se combate con la búsqueda honrada de la verdad. En caso de discrepancia, que cada cual busque motivos fuertes para enseñar y vivir valores como la justicia, la generosidad o solidaridad o caridad, el consenso, la honradez, la tolerancia, el respeto…. Renunciar a la trascendencia y a la espiritualidad dificulta la tarea pero, en cualquier caso, encuentro dos motivos aceptables para todos:
    1. El primero es la propia subsistencia del ser humano como individuo y como sociedad.
    2. La segunda es la propia autoestima, que es un elemento de aporte a la propia felicidad

  • No podemos esperar a que cambie la realidad a nuestro alrededor para hacer algo, porque es una actitud cómoda y poco eficaz. Pero además no se corrompen los partidos políticos, se corrompe el hombre. No se corrompen las instituciones, se corrompe el hombre. Si parece que todo se desmorona es porque se desmorona el modelo de hombre y de sociedad. No esperemos a que cambien los demás hombres, propongámonos cambiar cada uno de nosotros en aspectos tangibles de nuestra realidad laboral, familiar y social. Esta forma de ayudarnos a nosotros y a los que nos rodean, con nuestro ejemplo, si está en nuestras manos.
  • Hay que explicar a los hijos y a los alumnos que no vale todo, que los atajos nos dañan a nosotros y al conjunto de la sociedad, que los valores o la falta de ellos impregnan al hombre por entero, que no hay compartimentos estancos, que nuestro comportamiento configura parte de la realidad, que hay que vivir los detalles pequeños para vivir los grandes, que los comportamientos sociales son la suma de los comportamientos individuales, que filtren los mensajes que inviten a una vida fácil y egoísta, que la felicidad no está en el tener sino en el ser, que pongan la televisión en cuarentena permanente, …

Quiero terminar con un razonamiento, por eso adelanto las frases con las que suelo finalizar, las dos de E. Rojas :

"Un hombre hedonista, permisivo, consumista y relativista, se mueve en todas las direcciones pero sin saber a dónde se dirige. En vez de ser brújula es veleta."
"La felicidad no es un hallazgo al final de la existencia sino a través de su recorrido"



Está cerca la Nochebuena y soy creyente, por eso quiero terminar con un razonamiento más espiritual: en los protagonistas del Belén están los valores que necesitamos, el ejemplo que buscamos, el sentido de nuestra vida que quizás hemos perdido y el camino de la felicidad que anhelamos, por eso el Belén conserva intacto su atractivo y su actualidad, su mensaje es más necesario que nunca y sus personajes siguen estando a nuestra disposición, se comprueba buscándolos con verdad e insistencia.

José Antonio de la Hoz

jueves, 4 de diciembre de 2014

Es difícil educar a un niño que no se siente querido




Educar a los hijos implica exigirles. Muchas entradas de este blog hacen referencia a algunos modos de hacerlo  pero el amor, el cariño, el afecto, la empatía… principalmente de los padres, también de los profesores, son  necesarios para multiplicar la eficacia  de la actividad educadora. Eso afirmaba Johan Heinrich Pestalozzi, uno de los primeros pedagogos reconocidos como tales.

 El amor incondicional a los hijos es tan importante que su ausencia o su existencia puede marcar sus personalidades de por vida. Comía, hace un tiempo, con unos amigos y sus tres hijos. El mayor tiene 12 años y su rendimiento escolar es sobresaliente porque el sobresaliente es su única nota, sin embargo algunas veces se ha echado a llorar cuando le he dedicado algún gesto de cariño. Su madre me explicaba que el padre  se prodigaba  poco en ese aspecto. Es verdad que no es lo mismo ir de visita que responsabilizarse de la educación y formación de una criatura todos los días, hasta su madurez…, pero también es cierto que algunos padres y educadores ponen el acento en la exigencia y se olvidan del afecto.

Ya siendo bebés es necesario el contacto físico con los padres pues aporta  seguridad emocional, confianza y estima, presente y futura. En la madre estimula la producción de prolactina, la hormona de la leche, y de la oxitocina, la hormona del amor. En el bebé reduce los niveles de cortisol, responsable del estrés.  Una investigación de la Universidad de Miami ha permitido comprobar que “ muchos bebés a los que se les hace masajes con constancia duermen mejor, y  además alcanzan una mejor maduración del aparato respiratorio y del sistema inmune”.  Otros estudios demuestran que si el bebé no tiene contacto físico con los padres, puede enfermar hasta morir.

El amor a los hijos no tiene nada que ver con la sobreprotección y es  perfectamente compatible con ponerles límites y normas. La psicóloga Olga Carmona nos dá algunas pistas:
  • No es sobreprotección: abrazar, escuchar, comprender y respetar a los hijos. Ayudarles a encontrar el camino para resolver un conflicto o problema. Cuidarlos y protegerlos de aquello para lo que aún no tienen recursos; si lo es seguir haciéndolo cuando ya están capacitados. No lo es tener en brazos a un bebe todo el tiempo que se pueda. Tampoco amar a los hijos de forma incondicional y hacérselo saber de todas las maneras posibles, todos los días.
  • Si es sobreprotección compensar al niño – normalmente con un regalo - , cuando se siente frustrado, triste o enfadado porque  algo no ha salido como él quería. También, hacer por él cosas que ya puede hacer solo, no dejar que asuma responsabilidades o impedir que tome decisiones, bloqueando su desarrollo e impidiendo que adquiere las competencias necesarias para desenvolverse en la vida. Asimismo, no corregir su conducta por miedo a que se enfade o justificarla.
El niño que ha recibido cariño, afecto, confianza y amor incondicional de sus padres y que se ha enfrentado al cumplimiento de límites y normas proporcionados a su capacidad y edad, contará con un mejor desarrollo físico, será más resistente a la enfermedad mental, disfrutará de un aceptable nivel de autoestima y estabilidad personal, afrontará con más éxito los retos que plantea la vida, mantendrá relaciones sociales más cordiales y, en general, alcanzará unos niveles de desarrollo personal, social y profesional más elevados que los conseguidos por la persona carente de estas circunstancias en su infancia.

Termino con una frase de Olga Carmona, psicóloga ya mencionada en esta entrada: “No existe una forma más destructiva de maltrato que la falta de amor hacia un niño por parte de sus padres, especialmente de la madre”.

 …y con otra de Charles Dickens “El corazón humano es un instrumento de muchas cuerdas; el que lo conoce las sabe hacer vibrar todas, como un buen músico”

José Antonio de la Hoz

sábado, 8 de noviembre de 2014

Hijos autónomos, seguros y estables. ¿Cómo se consigue?


El pasado jueves, seis de noviembre de 2014, impartí una conferencia a padres, con hijos  de corta edad,  en un colegio concertado. Me pidieron que hablara sobre cómo educar a los hijos para que sean autónomos, seguros y estables. Empecé la conferencia afirmando que en educación no hay recetas, ya que la singularidad de cada persona y  de su entorno las desaconsejan.

Los tres aspectos señalados en el título de la conferencia interactúan entre sí. A modo de ejemplo, una persona poco dependiente se sentirá más segura que otra excesivamente condicionada por las personas y circunstancias que le rodean. También es probable que disfrute de mayor estabilidad, entendida como  capacidad de no sucumbir fácilmente ante las contrariedades y problemas ordinarios y extraordinarios que aparecen en nuestra vida desde que somos niños.

Los padres que desean hijos  autónomos, seguros y estables deben actuar en el día a día, en las pequeñas obligaciones que los hijos pueden ir asumiendo, con exigencia y seguimiento constante, con paciencia, desde que son pequeños, adaptando la acción educativa a la edad del niño.

El hombre no está dividido en compartimentos estanco. Con esto quiero decir que conseguimos que un niño sea autónomo, seguro y estable procurando que alcance otras capacidades, muy relacionadas con las anteriores, influyendo unas en otras . Me refiero, entre otras, a  las siguientes:
  • Para ser autónomo, en el sentido de hacer cosas solo, de enfrentarse a los problemas y resolverlos, de  realizar las tareas necesarias para la propia supervivencia, de marcarse metas y alcanzarlas,  es necesario disponer de una VOLUNTAD FUERTE, que no se improvisa, que se alcanza por el esfuerzo sostenido en el tiempo, desde que se es un niño.
  • La autonomía es atractiva cuando se conocen los frutos, los motivos para alcanzarla. La vía de los hechos, es decir, los logros personales desde pequeños, van alimentando el deseo de la propia autonomía y configurando una historia personal asentada en la autoestima, que es un pilar muy sólido donde apoyar el propio desarrollo. El ejemplo de los padres, el prestigio personal de personas autónomas y los valores atractivos inherentes a esta capacidad son otros aspectos donde apoyar el atractivo de la autonomía.
  • Una voluntad fuerte lleva a conseguir pequeños logros en el día a día, que alimentan la autoestima del niño -también de todos-,  y le lleva a sentirse importante, convirtiendo su entorno en algo manejable, controlable, solucionable, potenciando simultáneamente, poco a poco, su seguridad y estabilidad.
  • Los encargos en casa, desde que son pequeños, ayuda a lo anterior. También el orden, la eficacia de cumplir con un horario, el control de las emociones (qué eficaz el rincón del llanto, bien administrado), etc.
  • Se puede ser más autónomo cuando se tiene más desarrollada la capacidad de reflexionar y esta se consigue cuando nos sometemos o nos someten a estímulos que nos hacen pensar, como encontrar la solución a los pequeños problemas que aparecen cada día. También cumpliendo con nuestras obligaciones ordinarias, leyendo  u oyendo lo que les leen los padres, dialogando con ellos, cuando somos corregidos con argumentos, cuando observamos valores hechos vida en casa, cuando los padres procuran una vida llena de estímulos educativos (juegos de pensar, visitas al zoo, cine o una obra de teatro, visitas a monumentos, viajes a otros lugares, contacto con situaciones de pobreza, cultivo de la espiritualidad, etc)
  • La autonomía se alcanza además, colocando las emociones y los afectos en su sitio. No se trata de eliminarlos, sino de no depender excesivamente de ellos. Hay padres que fomentan una excesiva dependencia afectiva de sus hijos, en ambas direcciones, hipotecando parte de su autonomía presente y futura, cortando la posibilidad de alcanzar determinadas metas. No están mal las salidas justificadas, fuera de casa, a partir de los seis años. Los campamentos, los cursos de inglés en el extranjero, etc.  También es muy positivo no ceder ante cualquier capricho o impulso extemporáneo de los hijos, por ejemplo en el supermercado, a la hora de comer, al pasar por una tienda, con un programa de televisión que no toca ver. Qué bueno es no ceder ante el llanto usado a modo de chantaje y de reto a la norma o límite educativo (basta con mandar al niño a una habitación hasta que se calme). Hay que corregir la envidia, los celos, la impulsividad, etc.
  • A los niños hay que enseñarles a hacer vida, cada día, los siguientes verbos: pensar, hacer, solucionar, inventar, crear, afrontar, arreglar, ordenar, corregir... Las opciones para conseguirlo son casi infinitas.


Hay actitudes de los padres que no ayudan a que sus hijos sean autónomos seguros y estables. Veamos algunos:
  •  Autonomía y sobreprotección son incompatibles. Tratar de evitar el sufrimiento y los obstáculos a los hijos es un amor mal entendido y un freno a su desarrollo personal. No hay que quitarles  las piedras del camino. Hay que decirles dónde están y cómo se saltan y que ellos se enfrenten a ellas solos o, por la edad o la complejidad de la situación, con el acompañamiento mínimo imprescindible. Los miedos infundados de los padres son una forma de sobreprotección (no van de campamento, a una excursión…"por miedo a que les pase algo"). Que los padres hagan las cosas porque no tienen tiempo de esperar a que las haga el hijo es quitarle ocasiones de aprender; es cuestión de prioridades y de orden, no de tiempo.
  • Los padres autoritarios provocan hijos excesivamente dóciles o rebeldes, inseguros e inestables.
  • La autonomía se desarrolla mejor en un clima de exigencia con cariño. Hay que colocar metas difíciles pero asequibles, alcanzables y, al mismo tiempo, hay que demostrar cariño incondicional, que implica aceptación  de las virtudes y los defectos de los hijos , que lleva a no compararlos con nadie y a no juzgarlos de forma hiriente o humillante. Se corrigen los comportamientos pero no se juzga (ej: en vez de decir “eres malo” , se dice ·esperaba que hubieras hecho esto de otra manera, porque tu no eres malo”)
  • Para potenciar que el niño tome iniciativas, haga cosas y sea creativo…se alaba su esfuerzo, pero no sus cualidades. Esto último lleva a la inactividad.
  • Las expectativas demasiado elevadas llevan a la parálisis. Para evitar esto hay que saber de qué es capaz nuestro hijo, conocer bien sus capacidades y su etapa evolutiva.
  • Cuando nuestro hijo toma iniciativas y hace cosas que le pedimos por primera vez, comenzará equivocándose pero seguimos dándole la oportunidad de hacerlas y confiamos en que las hará bien. Cuando está aprendiendo alabamos su esfuerzo no los resultados, que llegarán con el tiempo. En los errores hay que animar a corregirlos y a empezar de nuevo, no humillarlos. La paciencia de los padres es importante para el aprendizaje y la autonomía de los hijos.
  • Afecta a la seguridad y estabilidad del niño la seguridad y estabilidad de las relaciones entre los padres y su estilo de comunicación. Algunos consejos: las disputas en privado, etc.
  • Los hogares con normas y limites predecibles y exigidos por los dos padres, independientemente de su estado de ánimo o de cómo haya ido el día, crean un clima de seguridad en el niño.
  • Actuaremos sobre la seguridad de nuestro hijo si le ayudamos a conocerse y a que acepte, con naturalidad, los propios defectos y errores. Hay que enseñarles a reírse de ellos mismos, de esta forma limitaremos la dependencia de la propia imagen y de la opinión de los demás.
  • La excesiva presión, sin ocio, sin desahogo, sin descanso, sin cariño,  convierte las invitaciones a los hijos para que trabajen en su propio desarrollo en un ideal que agota, que asfixia y repele. 

Uno de los  soportes de la seguridad de los niños, quizás el más importante,  son los padres, pero el propio desarrollo y crecimiento personal irá limitando esa dependencia. Los impulsores de ese desarrollo, cuando los hijos son niños, son los padres.  Termino, como siempre, con una frase

"Si los padres pierden de vista su misión o no la tienen clara,  acabarán siendo esclavos de lo inmediato, es decir, maleducando"

José Antonio de la Hoz
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domingo, 2 de noviembre de 2014

Trastornos del aprendizaje II: dificultades con las matemáticas

¿En qué consiste este trastorno?

La “discalculia”  provoca en los niños dificultad para la adquisición de habilidades matemáticas (cálculo y/o solución de problemas), aunque tengan una inteligencia normal, disfruten de estabilidad y su formación  académica sea adecuada.  

Este trastorno afecta a todas las actividades cotidianas en las que estén implicadas las matemáticas: manejo de dinero, horarios, calendarios, números de calles, pesar cosas, etc.

Un niño con discalculia no adquiere las habilidades matemáticas básicas. Está muy por detrás de los compañeros de su edad. En la adolescencia dominará los conceptos matemáticos sencillos, pero estará muy por debajo del nivel  de sus compañeros sanos; un 50% tendrá una afectación severa.

A cuántos niños afecta

No hay unanimidad sobre el porcentaje de niños afectados por este trastorno. Algunos estudios colocan la prevalencia entre el 3-6,5% de los niños y el 25% de los que tienen problemas de aprendizaje. Sin embargo el DSM IV (uno de los manuales de referencia para los psiquiatras de todo el mundo) considera que es una enfermedad rara que solo afecta al 1% de los niños.

Cuál es su origen

Los expertos señalan que en su origen hay un fuerte componente familiar y hereditario, aunque hay otros factores implicados. Las pruebas de neuroimagen constatan que el cerebro de un niño afectado por este trastorno presenta diferencias, tanto estructurales como de funcionamiento,  con el de un no afectado.

Qué le cuesta especialmente a un niño con este trastorno

Cuando se realizan tareas matemáticas se trabaja, al mismo tiempo, con contenidos diversos como números, palabras y reglas, que exigen la automatización de operaciones básicas.

En la realización de tareas matemáticas hay diferentes procesos implicados: traducir, integrar, planificar, operar y revisar, que exigen que los alumnos posean (además de conocimientos informales aprendidos de forma espontánea en su experiencia con un entorno cuantitativo) determinados conocimientos que abarcan desde hechos numéricos, fórmulas, reglas, etc., hasta conocimientos lingüísticos. Los alumnos con dificultades específicas en el aprendizaje de las matemáticas presentan problemas en todos los procesos indicados.

Cuáles son los síntomas

Hay que distinguir entre personas que realmente se le dan mal las matemáticas y otras que presentan dificultades en el aprendizaje de éstas.

La discalculia se puede detectar en los primeros cursos escolares  cuando el niño no logra una correcta escritura de los números, ni la realización de series secuenciales o clasificaciones numéricas. En cursos más avanzados afecta al razonamiento, siendo imposible resolver los problemas matemáticos más simples.

- Presenta frecuentes dificultades con los números, no los identifica  con claridad, duda y se equivoca al nombrarlos o escribirlos, confunde grafismos parecidos como (3 x 8) o (4 x 7). Confusiones de los signos: +,-, / y x, confunde el signo de sumar con el de multiplicar y el de restar con el de dividir, y viceversa.

- Invierte, rota o transpone los n - Invierte, rota o transpone los números, etc. el caso más frecuente es confundir el seis con el nueve, los hace girar ciento ochenta grados: (6 x 9); (69 x 96). Dificultades para expresar problemas matemáticos, interpretar los enunciados de los problemas o para entender conceptos como posición, tamaño y relaciones.

- Existen dificultades relacionadas con pensamientos operatorios, cálculo mental, clasificación, orden, cantidades, correspondencia, seriación, y reversibilidad.

- Dificultades en la  coordinación espacial y temporal. Tienen problemas para organizar los números en columnas o para seguir la direccionalidad apropiada del procedimiento. Esta relación es de gran importancia en las operaciones matemáticas y dificulta la realización de cálculos.

- Les resulta prácticamente imposible recordar y comprender conceptos, reglas, fórmulas o secuencias matemáticas como las tablas de multiplicar o los pasos que hay que seguir para resolver una división.

¿Cuál sería el tratamiento?

El  tratamiento es individual con un profesor de apoyo o con alguien de la familia previamente entrenado.

Los ejercicios de rehabilitación matemática han de realizarse despertando la curiosidad y el interés del niño para luego proceder al razonamiento matemático.

La adquisición de destreza en el empleo de relaciones cuantitativas es la meta de la enseñanza a niños afectados. A veces es necesario comenzar por un nivel básico no verbal, donde se enseñan los principios de la cantidad, orden, tamaño, espacio y distancia, con el empleo de material concreto.

Los procesos de razonamiento, que desde el principio se requieren para obtener un pensamiento cuantitativo, se basan en la percepción visual, por bloques, tablas de clavijas.


Además, hay que enseñar al niño el lenguaje de la aritmética: significado de los signos, disposición de los números, secuencia de pasos en el cálculo y solución de problemas

José Antonio de la Hoz

Fuentes:
  • http://goo.gl/zK7QZ5 
  • Otros

lunes, 27 de octubre de 2014

Qué es la dislexia, ...en un lenguaje asequible para los no profesionales



Las capacidades de leer, escribir y calcular son básicas para que un alumno pueda alcanzar buenos resultados académicos. La adquisición de un buen nivel en esas tres competencias o capacidades son el punto de partida para trabajar con éxito cualquier asignatura. Por este motivo se habla de “materias instrumentales” al referirnos a las asignaturas de lengua y  matemáticas. Si tu hijo no es capaz de leer correctamente y de comprender lo leído, difícilmente superará un examen de geografía e historia o de conocimiento del medio. Si tiene dificultades para calcular correctamente, le costará más de lo normal enfrentarse con éxito a un examen de matemáticas, física o química.

Una de las razones - no la única -  de que estas competencias no estén correctamente desarrolladas en el niño, es la posibilidad de que sufra un trastorno de aprendizaje.  Mi propósito con estas líneas es aportar una idea clara de lo que es la dislexia - el trastorno más habitual-, con un lenguaje asequible, que no abuse de tecnicismos y que sea fácil de entender por cualquier madre o  padre.  Más adelante me referiré a otros trastornos (dislalia, discalculia, TDAH, trastorno del aprendizaje no verbal, etc)

Cuando los padres ponen todos los medios para que su hijo rinda adecuadamente y  fracasa, existe la posibilidad de que sufra un trastorno o dificultad para aprender que deba ser tratado por un especialista. Por eso es importante conocer los aspectos básicos de estos trastornos..

Ideas previas

Aprendemos a través de los cinco sentidos, pero la vista y el oído tienen una importancia vital en el colegio o instituto; por tanto, antes de todo hay que comprobar que estos dos sentidos funcionan correctamente en el niño. Basta con acudir a un oftalmólogo y al otorrino.

También habría que descartar circunstancias de su entorno que puedan ser un obstáculo para el aprendizaje (mala relación con profesores y compañeros de colegio, clima familiar negativo, espacio adecuado para el estudio, etc)

¿Qué es la dislexia?

El 80% de los niños con trastornos del aprendizaje padecen dislexia. La dislexia es una deficiencia del neurodesarrollo del niño o un problema sobrevenido en el adulto, que genera dificultades para el aprendizaje y el uso del lenguaje, la lectura y la escritura. En la etapa adulta se produce por pérdida de las habilidades lectoras, previamente adquiridas, debido a un daño cerebral (ej: accidente de tráfico con afectamiento cerebral, ictus, etc).Este trastorno lo padece entre un 5% y un 10% de la población infantil.

Los disléxicos tienen problemas para encontrar la correspondencia entre los elementos básicos del lenguaje escrito (letras y palabras, también conocidas como grafemas) y los elementos básicos del lenguaje verbal (sonidos o fonemas). A título de ejemplo, una manifestación de  dislexia – hay más -, es leer una palabra (pronunciarla) de forma distinta a como está escrita delante de los ojos del disléxico. Falta correspondencia entre lo escrito y lo pronunciado o leido.

La psicología habla de la “memoria de trabajo” para referirse a una capacidad que tenemos los humanos para almacenar temporalmente (a corto plazo) y manipular la información que recibimos. Pues bien, los disléxicos tienen más baja la habilidad para manipular fonemas (palabras o letras pronunciadas) en la memoria de trabajo.

Hay diferencias morfológicas y funcionales entre los disléxicos y los que no lo son, que se aprecian mediante las técnicas de neuroimagen (resonancia magnética, etc).

La dislexia es un trastorno familiar y hereditario, siendo este un factor importante para su diagnóstico temprano en niños con sospecha de padecerla. Se da más en varones y en lenguas con menor correspondencia entre lo que se escribe y lo que se pronuncia; es por esto que, a título de ejemplo,  hay más disléxicos entre  los ingleses que entre los españoles o italianos

¿Tipos de dislexia?

Hay tres tipos:

  •  Dislexia fonológica
  •  Dislexia Superficial
  • Dislexia mixta


Dislexia fonológica.

Hay palabras que generan con mayor facilidad una imagen mental. Las llamamos palabras concretas (ej: gato, casa), para diferenciarlas de las palabras abstractas (ej: amor o vida), que cuesta más trabajo imaginarlas. También hay palabras que usamos con más frecuencia que otras.

Pues bien, cuando lee la persona que padece este tipo de dislexia pronuncia mejor las palabras concretas y las palabras de uso más frecuente y tiene dificultad para pronunciar las palabras abstractas y las de uso menos frecuente. Cuando ven escrita una “no palabra” – palabra sin significado -, tienden a leerla sustituyéndola por una palabra parecida (ejemplo: si ven la no palabra “ledrón” es muy probable que la lean como “ladrón”)

Por tanto, podemos decir que quien sufre este trastorno tiene dificultad para convertir los grafemas en fonemas (leer literalmente). Su vocabulario o base léxica le ayuda a leer las palabras concretas y de uso más frecuente, pero no las demás (abstractas, de uso poco frecuente y las no palabras)

Dislexia superficial

El que la padece lee bien literalmente pero su escaso vocabulario o  léxico le impide leer correctamente las palabras irregulares (aquellas que de algún modo no respetan las normas habituales de construcción de las palabras regulares (ej: “quepo” del verbo “caber”)

La dislexia mixta combina síntomas de las dos anteriores.

Tratamiento de la dislexia

La dislexia es un trastorno que no tiene curación pero si es posible su tratamiento, interviniendo sobre el lenguaje, la fonología y la lectura. El diagnóstico debe ser realizado por un profesional con experiencia (psicopedagogo). El tratamiento debe ser personalizado para cada caso y en unas condiciones pedagógicas adecuadas (valorado correctamente por el paciente, en el lugar y momento adecuado, etc).

Quien quiera profundizar en este tema puede entrar en  http://www.ladislexia.net y en las fuentes abajo reseñadas.

Una síntesis de la dislexia




José Antonio de la Hoz

Fuentes



miércoles, 22 de octubre de 2014

Salud mental y educación: los sutiles hilos de la marioneta


Me llama la atención unas declaraciones de Allen Frances, Catedrático emérito de la Universidad de Duke y director del equipo que redactó el DSM IV ( Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales) que es, junto con el CIE (Clasificación Internacional de enfermedades), la Biblia de los psiquiatras de todo el mundo. Es una autoridad internacional en el campo de la psiquiatría.  Pues bien, algunas de esas declaraciones son las siguientes:

  • La industria farmacéutica está interesada en convencernos de que hay nuevas enfermedades psiquiátricas,  fáciles de tratar con medicamentos. Tratan de convencernos de que el trastorno psiquiátrico es algo muy común y de fácil solución, tomando los medicamentos que ellos elaboran. 
  • El aumento artificial de síndromes y patologías provocado por el DSM V “convierte problemas cotidianos y normales de la vida en trastornos mentales, de tal forma que cualquiera de nosotros se identifica en los síntomas descritos en ellos/as”
  • Los fármacos son necesarios y muy útiles en trastornos mentales severos y persistentes, que provocan una gran discapacidad. Pero no ayudan en los problemas cotidianos, más bien al contrario: el exceso de medicación causa más daños que beneficios. No existe el tratamiento mágico contra el malestar.
  • Hay que “Controlar mejor a la industria farmacéutica y educar de nuevo a los médicos y a la sociedad, que acepta de forma muy acrítica las facilidades que se le ofrecen para medicarse, lo que está provocando además la aparición de un mercado clandestino de fármacos psiquiátricos muy peligroso.
  • La incidencia real  del TDAH está en torno al 2%-3% de la población infantil y, sin embargo, en EE UU están diagnosticados como tal el 11% de los niños y en el caso de los adolescentes varones, el 20%, y la mitad son tratados con fármacos. Otro dato sorprendente: entre los niños en tratamiento, hay más de 10.000 que tienen ¡menos de tres años! Eso es algo salvaje, despiadado. Los mejores expertos, aquellos que honestamente han ayudado a definir la patología, están horrorizados. Se ha perdido el control.”
  • “Igual que no se nos ocurre recetar testosterona a un niño para que rinda más en el fútbol, tampoco tiene sentido tratar de mejorar el rendimiento escolar con fármacos”
  • Los seres humanos somos criaturas muy resilientes. Hemos sobrevivido millones de años gracias a esta capacidad para afrontar la adversidad y sobreponernos a ella... Si vivimos inmersos en una cultura que echa mano de las pastillas ante cualquier problema, se reducirá nuestra capacidad de afrontar el estrés y también la seguridad en nosotros mismos. Si este comportamiento se generaliza, la sociedad entera se debilitará frente a la adversidad. Además, cuando tratamos un proceso banal como si fuera una enfermedad, disminuimos la dignidad de quienes verdaderamente la sufren.
  • En los últimos años las autoridades sanitarias han tomado medidas para reducir la presión de los laboratorios sobre los médicos. Pero ahora se han dado cuenta de que pueden influir sobre el médico generando demanda en el paciente.
  • Hay estudios que demuestran que cuando un paciente pide un medicamento, hay 20 veces más posibilidades de que se lo prescriban que si se deja simplemente a decisión del médico
  • “¡Tienen que cambiar los hábitos de sueño! Sufren ustedes una falta grave de sueño y eso provoca ansiedad e irritabilidad. Cenar a las 10 de la noche e ir a dormir a las 12 o la una tenía sentido cuando hacían la siesta. El cerebro elimina toxinas por la noche. La gente que duerme poco tiene problemas, tanto físicos como psíquicos.”

 De todo esto saco unas consideraciones rápidas:
  • Rehuimos la contrariedad y el malestar, aunque esta sea el precio de un correcto desarrollo personal propio y de nuestros hijos, un ingrediente necesario para el equilibrio vital. Antes, cuando éramos más creyentes, encontrábamos un sentido a esas situaciones, ahora ya no lo tenemos y acudimos, con facilidad, a la medicación. Indudablemente hay situaciones en las que la medicación es imprescindible; aquí me refiero a que siempre hay algún tipo de malestar moderado, físico o psíquico, para el que no existe medicación, tal y como dice Allen Frances, pero son cada vez más los que la buscan.
  • Tenemos que crear un clima de normalidad alrededor de estas situaciones. A título de ejemplo, no hacemos un drama cuando un niño pequeño tropieza, se cae y llora. Le animamos a que se levante y, cuando lo haga, le damos un cariñoso abrazo. Podemos encontrar cientos de ejemplos como este, en los que la actitud materna y/o paterna puede ayudar a que los hijos sean resistentes, seguros y con una fuerte autoestima o todo lo contrario.
  • El lamento y la queja habitual en los hogares potencia un exceso de victimismo en quienes los ocupan y son un termómetro de su umbral de exigencia personal. Padres y madres, ¡hay que subir el listón para admitir las quejas!, hay que enseñar a convivir gallardamente con la contrariedad física o moral.
  • Una ecuación: tolerancia al malestar baja = dosis de placer altas + exigencia personal baja. Padres, ¡a ponerse las pilas!

Termino con dos frases de un ilustre psiquiatra:
“Un hombre hedonista, permisivo, consumista y relativista, se convierte en un objeto que viene y va. En vez de ser brújula, es veleta. Se mueve en todas direcciones pero sin saber a dónde va.”
“La felicidad no es un hallazgo al final de la existencia sino a través de su recorrido”


José Antonio de la Hoz
Fuente: http://goo.gl/tpFSJg . Foto de Juan Barbosa

viernes, 3 de octubre de 2014

¿Éxito escolar?: ¡Un plan para cada hijo, desde principio de curso...!



En  torno a 8 millones de alumnos de enseñanzas no universitarias acaban de comenzar las clases en España (curso 2014-15), distribuidos en casi 28.000 centros escolares. Les enseñarán distintas materias alrededor de 664.000 profesores. El Estado se gastará en torno a 7.900 euros por alumno en centros públicos y una cantidad sensiblemente menor en centros privados concertados.

Pues bien, a pesar de este despliegue de medios llegarán las notas de la primera evaluación y algunos alumnos traerán suspensos, muchos o pocos. Unos por primera vez y otros arrastrarán la situación de años anteriores. Unos padres se preocuparán  y pedirán una entrevista con los profesores de sus hijos para buscar las causas y las posibles soluciones, y otros no. Los que puedan contratarán los servicios de un profesor particular, sin ser conscientes de que las clases de apoyo son probablemente un parche que no actúa sobre todas LAS CAUSAS del fracaso de su hijo. Otros quizás echen la culpa al colegio o a uno, varios o todos los profesores de su hijo, sin ser conscientes de que, casi con toda seguridad, los suspensos de su hijo tienen una raíz compleja   . Esto es una manifestación más de la tendencia humana a simplificar los problemas, sin valorar  que quizás una de las  causas podemos ser nosotros mismos.

Lo dicho en el anterior párrafo es una posible descripción, muy resumida,  de la actitud de los progenitores frente a los suspensos de sus hijos.

Pues bien, me centro en lo que debería ser la actitud correcta de los padres de alumnos que se mueven en el entorno del aprobado – suspenso, en primaria:
  • Todos los problemas tienen solución a principio de curso y los habrá si su hijo apuntaba maneras en el curso anterior. Procure acordarse de las recomendaciones que recibió a final del curso anterior y sígalas. Haga un plan.. En la primera evaluación hay que actuar con urgencia. En la segunda, solo tienen solución los problemas puntuales y en la tercera hay que mirar a septiembre.
  • En las conversaciones con los hijos se refuerza el papel de los profesores y no a la inversa.
  • Hablar periódicamente con ellos  sobre la importancia de la puntualidad, la constancia, el esfuerzo,  la comprensión de lo que se hace, los efectos positivos de los buenos resultados y del trabajo bien hecho sobre la autoestima, etc. Dar ejemplo en estos puntos.
  • Su hijo debe tener un horario de estudio que ha de convertirse en hábito. Hasta que se consigue los padres están encima, desde pequeños, comprobando que se cumple.
  • Alguno de los padres ha de comprobar diariamente, desde principio de curso, que su hijo hace los deberes y los entiende, prestando especial atención a las matemáticas y la lengua, por tratarse de asignaturas necesarias para aprobar las restantes.
  • Es bueno que los hijos vean en los padres inquietudes intelectuales: leen periódicamente la prensa, leen algún libro, van a algún museo, obra de teatro, etc.
  • En matemáticas, lenguaje e idioma puede haber conocimientos de años anteriores que no domine y que sean necesarios para adquirir los de este año. A esto se le llama desfase curricular. Hay que ponerle solución desde principio de curso; si no sabe como hacerlo, póngase en manos de un pedagogo para solventar el problema.
  • Hay que descartar la posibilidad de que su hijo padezca algún trastorno del aprendizaje.
  • Un entorno familiar con escasa conflictividad ayuda a que los hijos rindan más.
  • La probabilidad de fracaso escolar es mayor en hijos de padres autoritarios, pasotas o sobreprotectores, ya que estos estilos educativos inciden en la autoestima y seguridad de los hijos, cualidades necesarias para afrontar con éxito cualquier tarea.
  • Aumenta la posibilidad de fracaso escolar cuando la comunicación con los hijos es agresiva, humillante y con uso de etiquetas negativas o peyorativas.
  •  Las alabanzas han de ir dirigidas al esfuerzo de los hijos, no a sus cualidades.
  • Debe haber ambiente de trabajo en todos los miembros de la familia. Por la tarde está apagada la televisión y las videoconsolas están guardadas hasta el fin  de semana. Los móviles se compran lo más tarde posible, pero si los hubiere se dejan  en un sitio que controlen los padres cuando se llega a casa. Se da por supuesto que no tienen conexión a Internet.
  • La exigencia debe ir acompañada de cariño incondicional. No se quiere más al hijo que triunfa y menos al que fracasa. A los hijos se les quiere tal y como son, sin renunciar a poner los medios para que mejoren.
  • Los dos padres deben ir a una. También en caso de separación o divorcio. Los hijos no son propiedad de ninguno de los cónyuges y mucho menos una herramienta para hacerle daño al otro/a.
  • En el primer mes de curso hay que visitar al tutor para ver cómo van las cosas.
  • Se hace un plan mensual con cada hijo, con metas concretas y medibles, que se anotan y se revisan . Los dos padres revisan su grado de cumplimiento periódicamente 

Unos padres contarán con unas circunstancias personales, familiares, laborales… que les permitan cumplir con gran parte de lo señalado y otros no. Cada uno que llegue a donde pueda, pero desde principio de curso: como siempre,  ES MEJOR PREVENIR QUE CURAR.

José Antonio de la Hoz


martes, 23 de septiembre de 2014

Eficacia en la educación: cómo es la relación con los profesores de tu hijo

Los padres y los profesores, la familia y la escuela, influyen en el desarrollo de los hijos, por eso la actitud más inteligente, eficaz y beneficiosa es la cooperación de ambos. Padres y profesores deben ir de la mano en su tarea diaria, reforzando unos el rol  de los otros. No obstante , el papel de los padres en la educación de los niños es primario y el de los profesores secundario o subsidiario; los niños vienen muy "hechos" de casa.  Además se debe tener en cuenta que el contexto familiar y escolar tiene semejanzas y diferencias, que ayudan a delimitar mejor las responsabilidades y las influencias de cada ámbito. A continuación concreto algunos detalles (tomado de la tesis doctoral de Esther García):
  1. En la familia el niño interviene en actividades que están insertas en la vida cotidiana, mientras que en la escuela las actividades realizadas suelen situarse en un contexto ajeno al mundo inmediato del niño.  
  2. El contenido de las actividades que se realizan en la familia suele estar muy cercano a los intereses del niño, siendo sus consecuencias prácticas bastante inmediatas, por lo que el niño suele estar altamente motivado.
  3. En la familia, es frecuente que las situaciones de aprendizaje tengan lugar en una relación diádica con el adulto, mientras que en la escuela estas interacciones uno a uno con el profesor son más escasas.
  4. La conducta de los niños se manifiesta de forma diferente en ambos contextos y la respuesta de padres y educadores difiere también respecto a las peticiones del niño.
  5. La escuela alcanza un mayor número de interacciones con los iguales que la familia. 
  6. En el contexto familiar suele ser usual el aprendizaje por observación e imitación del comportamiento del adulto, mientras que en el medio escolar suele darse un aprendizaje por intercambio verbal.
  7. El lenguaje utilizado y los temas que se tratan en ambos contextos son muy diferentes, así como las estrategias que se usan para enseñar el lenguaje.
  8. El componente afectivo es mucho mayor en la familia que en la escuela y el aprendizaje es más informal en el primer contexto que en el segundo.
  9. Otra diferencia importante entre familia y escuela es la referente al tipo de ideas que padres y maestros sostienen acerca de la infancia y la educación. Las madres sostienen valores más tradicionales que los maestros, aspecto que suele originar una fuente de conflictos entre padres y educadores.

El amor incondicional es una actitud normal de los padres con los hijos. Es, además, necesaria para el correcto desarrollo de su seguridad y autoestima, pero debe ir acompañado de una buena dosis de objetividad. En la primera infancia los niños esperan que se les trate igual  en casa que fuera de ella, cosa que no ocurre, y es necesario que así sea para su socialización.

Todos los hijos tienen defectos y casi todos los hijos suelen cuestionar a quien ejerce la autoridad, incluyendo a padres y profesores. Eso de obedecer no es algo que les salga de forma natural. Hay que razonar con ellos, definir normas y límites, establecer responsabilidades por incumplimiento, corregir, reprender, motivar, hacer un seguimiento,...etc. Un profesor no puede decir una cosa y los padres la contraria, ambos han de coordinarse para multiplicar la eficacia y no desmotivarse mutuamente.

Es normal que un alumno saque los pies del tiesto. La frecuencia vendrá determinada por su herencia genética y por lo que ve, oye y experimenta en su casa. Es decir, por lo que aprende de padres y hermanos. También influye el estilo del profesor, la forma de desempeñar su rol, su forma de comunicarse, en definitiva,  su autoridad real en clase.  Si padres y profesores deben esforzarse para enseñar/educar al niño/a, lo inteligente es que cada cual refuerce el papel del otro, aunque luego discrepen en privado y solucionen esas discrepancias.

 El profesor debe lidiar con una media de 25 alumnos, cada uno de “su padre y de su madre”, dicho este que explica lo afirmado  en el anterior párrafo. Por tanto, que el profesor reprenda a mi hijo, lo corrija, lo castigue moderadamente, …cumple la misma función que la del pulidor de piedras preciosas, cuando da forma a un mineral sin forma o con una  poco atractiva. El propietario de la piedra debería agradecerle el trabajo final, sobre todo si hablamos de un buen profesional, de igual forma que los padres deberían agradecer al profesor que se dedique a pulir los defectos de su hijo, además de enseñarle conocimientos. Si no es así, si padres y profesores no van de la mano, se pierde efectividad, habrá menos calidad en las personas y en la sociedad a medio y largo plazo. Quizás una de las razones de la  falta de valores en la sociedad actual esté en la crisis de autoridad en la familia y en la escuela, que comenzó a extenderse desde principios de los 80 hasta nuestros días.

El papel de los padres no es evitar que los hijos se encuentren con obstáculos sino más bien enseñarles a superarlos de forma adecuada. Puede que en muchas casas se consientan demasiados comportamientos disruptivos  a los hijos, se les dé demasiados caprichos y se les diga pocas veces que “NO” y, al contrario, en otras se haga lo correcto. El termómetro que mide esto es su grado de conflictividad  fuera de casa, porque a un niño educado con pocas normas y escasos límites, todo y todos le molestan con más frecuencia que a la media, al ser esclavo de un creciente capricho e impulsividad, poco habitual. Si llegan quejas frecuentes del colegio, hay roces habituales con vecinos, amigos, conocidos, compañeros…., entonces es probable que  el problema sea el niño y los que conviven con él en casa, donde pasa la mayor parte del tiempo, con normas, límites y responsabilidades o, quizás, sin ellos . Puede que vaya camino de ser un  pequeño dictador que pretende que todo y todos se adapten a él.

Si los hijos tienen límites y normas en casa y han aprendido a aceptarlos como algo normal y necesario para la convivencia dentro de la familia y fuera de ella, contarán con ventaja para una buena relación con sus profesores y compañeros de clase.

Si los padres tratan de evitar a sus hijos desde pequeños, cualquier sufrimiento o contrariedad,  por un amor mal entendido o por pasotismo, provocarán que estos tengan un umbral de esfuerzo bajo, baja tolerancia a las inevitables contrariedades, baja autoestima y autonomía y un elevado egocentrismo, entre otros aspectos del carácter, todos contrarios a la armonía en la convivencia con los demás.

Los padres también reducen la potencial conflictividad de su hijo en el centro escolar y, en general, fuera de casa, si ofrecen a sus hijos un modelo de convivencia imitable, que incluya un buen estilo de comunicación  entre ellos y con los hijos, una adecuada expresión y control de las emociones y una constructiva gestión de los conflictos familiares (padre-padre, padre-hijo, hijo-hijo). Para conseguir esto hay que evaluarse como padres, hay que leer algo sobre modelos de comunicación, hay que marcarse objetivos medibles de mejora, hay que pedir perdón cuando nos equivocamos. Algunos consejos en este punto:
  • Aprender a no resolver los conflictos en caliente, de forma impulsiva, porque nos equivocaremos.
  • Combatir conductas, de forma selectiva (no reaccionar ante todo lo que me parece que el otro hace mal). No combatir a las  personas. Ej: dí como te sientes ante algo que el otro ha hecho mal, que daño ha causado,…pero no coloques al otro etiquetas tipo “eres un inútil, vago, cobarde, tonto….”, no ganas nada y puedes causar un daño difícil de reparar.
  • Cuando hay que negociar para resolver un conflicto, por ejemplo entre la pareja, la mejor estrategia es “ganar-ganar”, que aporta un beneficio aceptable para las dos partes

Para reforzar al profesor de tus hijos, ahí van algunos consejos:

  • Respetar a un profesor no significa darle la razón en todo, sino manifestarle las discrepancias en privado y no delante del hijo. Se trata de reforzar la autoridad del primero, que es educador, y no el ego del segundo, que es el educando.
  • Todos le hemos echado la culpa a los profesores cuando no hemos sacado las notas esperadas. Nunca se suspende cuando se estudia para sacar notable o sobresaliente. Esto hay que hacérselo ver a los hijos.
  • Hay que entrevistarse periódicamente con el profesor para establecer objetivos y estrategias comunes en los campos en los que la responsabilidad de ambos se superpone. Al menos una vez por trimestre, pero mejor una vez al mes.
  • Hay que estar en las reuniones de padres convocadas por el centro y conocer el plan de centro, los valores que defiende, etc.
  • Sin necesidad de que lo diga el profesor, los padres deben hacer un seguimiento, si puede ser diario mejor, de los deberes de los hijos,  comprobando que los hacen y los entienden.
  • Respetar al profesor es reforzar su papel delante de otros padres, darles siempre el beneficio de la duda.
  • Los padres ayudan al centro escolar, en su tarea de enseñar, si controlan la asistencia y puntualidad de sus hijos, su aseo y presentación, las normas básicas de cortesía y educación, las rutinas de sueño y alimentación (desayuno), los horarios de estudio , el orden (libros y material que tocan), etc.
  • El afecto, la cercanía, la aceptación  y el diálogo con los hijos deben ir parejos a la exigencia.


Los profesores tienen defectos y virtudes, como tú y yo; se equivocan a veces, como nosotros; no son magos, como tu y yo tampoco lo somos; no lo saben todo, tampoco nosotros;…, pero necesitan que en clase haya un clima de respeto hacia ellos para que el aprendizaje de todos sea más fácil. 

Termino con una frase del psiquiatra  Enrique Rojas:


“Educar es convertir a alguien en una persona libre e independiente, seducirla con valores, cautivarla con argumentos positivos y conseguir que alcance la mejor versión de si misma”

José Antonio de la Hoz