martes, 27 de octubre de 2015

Nuestros niños necesitan que facilitemos su creatividad. Creatividad II

Estoy leyendo un extenso estudio sobre creatividad en la Revista Faros, de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, coordinado por José Antonio Marina, filósofo y pensador de reconocido prestigio en el ámbito educativo. En la introducción al estudio realiza algunas afirmaciones que me parecen bastante interesantes, ya que nos ayudan a ver la importancia de facilitar el desarrollo de esta capacidad en los niños, desde el rol de padre o de profesor o desde  cualquier otro que influya en su crecimiento personal y/o profesional. 

Como introducción recojo una afirmación que oí hace poco sobre el tema: "muchos de los niños de hoy van a terminar trabajando en profesiones que hoy día no existen". Pues, sin mas, ahí van - entrecomillados-  esos trozos de la mencionada introducción.

Howard Gardner (2011) –profesor e investigador de las universidades de Harvard y Boston-  cree que la inteligencia necesaria para construir el futuro tendrá que ser disciplinada, sintética, CREATIVA, respetuosa y ética. La consultora McKinsey calcula que el 70% del crecimiento de los países lo producen puestos de trabajo creativos y que, por lo tanto, la creatividad va a ser una condición indispensable para la prosperidad de las naciones y para conseguir un buen empleo.

Conociendo estos datos, resulta muy inquietante que expertos como Ken Robinson afirmen que «la escuela mata la creatividad». No es una opinión aislada. El primer capítulo del libro dirigido por Ronald A. Beghetto y James C. Kaufman, Nurturing Creativity in the Clasroom, se titula Cómo anular el pensamiento creativo en el aula. Robert J. Sternberg, uno de los más reputados expertos en el funcionamiento de la inteligencia, también denuncia que en las escuelas se favorece más el pensamiento inerte que el pensamiento creativo. «La creatividad –dice– es un hábito. El problema es que la escuela a veces lo considera un mal hábito». Teresa Amabile –experta en creatividad de la Harvard University– ha llamado «dilema educativo» a esta tensión entre la enseñanza de hábitos cognitivos y la de hábitos creativos. Para Dan K. Simonton, especialista en historiografía de la creatividad, más del 60% de las personas más influyentes del siglo XX –incluidos Steve Jobs, Bill Gates o Craig Vender– fueron malos estudiantes.

Martina Leibovici-Mühlberger coincide plenamente y cita el dicho popular: «La educación prepara a la generación futura para las décadas pasadas». Si esto es así, parece que la escuela se ha quedado apartada del caudaloso río de la creatividad, lo que plantea un problema de envergadura.


Daniel Innerarity,en su libro La democracia del conocimiento (2011) escribe: «La creatividad es una de esas cosas de las que todo el mundo habla y nadie conoce». Y subraya la paradoja de que pretenda enseñarse lo imprevisible."

Una vez terminado el entrecomillado, solo deciros que continuaré leyendo el estudio y haciendo un resumen de lo más interesante para padres, profesores y educadores en general.

José Antonio de la Hoz

jueves, 8 de octubre de 2015

¿Es necesario que tus hijos sean creativos? ¿Cómo inculcamos esta cualidad?

Cae en mis manos un interesante y extenso estudio sobre la creatividad de la Revista Faros, coordinada por el filósofo e investigador José Antonio Marina, que me da pie a leer y reflexionar sobre esta cualidad,  tan necesaria para triunfar en un mundo, como el nuestro, en permanente cambio. Resumo algunas ideas que aparecen en el estudio y añado otras de mi cosecha. Ojala que el resultado sea útil.

La creatividad lleva a producir cosas diferentes,  nuevas, porque se asocian ideas de forma diferente a como se venía haciendo. Implica innovación, andar por caminos distintos, para conseguir soluciones distintas a los retos de siempre y otros nuevos que se descubren. Es una capacidad atractiva cuando establece vínculos con la eficiencia,  el progreso y la mejora de las condiciones de vida propias y ajenas. Repercute en la producción de lo tangible, en la generación de ideas, procesos y productos, afectando a todos los entornos del ser humano y a la sociedad en la que convive.

Todos tenemos el duende de la creatividad porque es una operación de la inteligencia y todos los seres humanos somos inteligentes, pero en el proceso creativo también están implicados los diferentes tipos de memoria (corto, medio y largo plazo). Serán el entorno y la propia genética los factores que potencien o frenen esta cualidad en cada ser humano. Esos factores nos pueden conducir a la mera repetición de lo ya conocido, con ligeros progresos, o a la genialidad más excelsa.

Los estudios más recientes parecen indicar que en la creatividad están implicadas muchas áreas del cerebro de forma coordinada. José Antonio Marina señala que “las funciones ejecutivas, alojadas en la corteza prefrontal, son esenciales en el proceso creativo”.

Parece que las personas que en edades tempranas han tenido unas condiciones de vida más duras o han estado obligados a ser más independientes de lo habitual, han podido desarrollar más esta cualidad; aunque es estimulable en todos, sobre todo en la infancia. De lo que no cabe duda es de que somos más creativos cuando nos enfrentamos a retos, a problemas, y tenemos que tomar decisiones propias para solucionarlos. Por eso, entre otros motivos, es importante que los niños tengan pequeñas responsabilidades en casa desde pequeños. Al principio habrá que acompañarlos y enseñarles el camino de la solución, pero progresivamente hay que terminar reduciendo apoyos.

No hay forma científica de cuantificar esta capacidad, pero todos la identificamos  en las personas que la tienen más desarrollada. No hay estudios que nos confirmen si es buena o mala para el desarrollo del niño, pero casi todos la deseamos para nuestros hijos.

El sistema educativo actual no la favorece  porque se basa en adquirir conocimientos y manejar procesos que ya se conocen. No se fomenta el cuestionamiento y el acercamiento crítico hacia el saber heredado. Un mundo tan cambiante como el actual parece que necesita de un modelo educativo más dinámico que favorezca la permanente adaptación del individuo.

Los padres pueden fomentarla  en sus hijos usando la curiosidad y la capacidad de asombro, en la vida cotidiana;  de la creatividad académica y científica debe encargarse el centro escolar. Las rutinas y los hábitos son necesarios para su desarrollo y no son incompatibles con esta cualidad. Les aportan seguridad y una base de trabajo y posible mejora donde aplicar la creatividad.

Hay factores que contribuyen a bloquear la creatividad de, como el miedo al error o al ridículo, o  un ambiente familiar, escolar….cultural, contrario a esta cualidad.

Aumenta la calidad del ser humano y de la sociedad en la que convive y fomenta el desarrollo de otras cualidades que están relacionadas con ella: la flexibilidad, el emprendimiento, la adaptación al cambio, la resiliencia, la laboriosidad, etc. Por eso es importante que se fomente desde la escuela, desde la familia y desde las instituciones.

Para terminar con esta primera entrada sobre la creatividad dejo, como siempre, una frase. En esta ocasión de Akio Morita, físico japonés y confundador de Sony:

“Mi solución al problema de desatar la creatividad es siempre la de establecer un objetivo”

José Antonio de la Hoz

Fuentes: Revista Faros  http://goo.gl/3gsP3a