miércoles, 3 de marzo de 2021

Educar a los hijos para una razonable felicidad

 


Después de buscar buenas fuentes para escribir sobre la felicidad, es fácil concluir que el tema ha dado  para llenar  de libros bibliotecas enteras. A mi me gustan  los autores que, por su profesión, se dedican a resolver problemas relacionados con la felicidad y  están en contacto con la parte más íntima del ser humano, aquella a la que pocos acceden; donde se encuentra la verdad de cada uno de nosotros y en la que conviven  lo bueno y lo malo del ser humano y, por tanto, también nuestro. En ese interior del que ninguno podemos prescindir repercute,  para alegría o tristeza nuestra, las consecuencias de cada uno de nuestros actos, omisiones, pensamientos, convicciones…, dejando posos más o menos duraderos de paz o  de amargura, de serenidad o frustración, de deseos de hacer el bien o de odio y rencor.

Muchos autores coinciden en que la felicidad no es un punto de destino y que, por tanto,   hay que aprender  y aspirar a ser felices en el itinerario de nuestra vida, todos los días, en las circunstancias en las que nos encontramos, sean las que sean. Muchos psiquiatras resumen  esto diciendo que “no son las circunstancias de nuestra vida las que nos hacen felices o infelices, sino cómo las interpretamos, cómo las vivimos en nuestro interior y cómo reaccionamos “. Por eso nos encontramos personas que ante una misma experiencia “negativa” reaccionan de forma muy distinta.

Nos ha tocado vivir en una época en la que se confunde la felicidad con la alegría del animal sano, que tiene cubiertas sus necesidades y placeres. Hoy día mucha gente, sobre todo los más jóvenes, piensa que la felicidad está en disfrutar todo lo que se pueda comiendo, bebiendo,  haciendo el “amor”, comprando…. pero paradójicamente es occidente, el primer mundo,  donde mejor cubiertas están esas “necesidades” y donde  más se visita al psiquiatra o al psicólogo, más antidepresivos y medicamentos asociados se toma, y donde el número de suicidios es más elevado. Quizás porque ese tipo de vida produce un modelo de persona egocéntrica, sola, aunque tenga mucha gente al lado, con muchos miedos fruto de ese sentimiento de profunda soledad. Porque los demás, y ella misma, solo están para disfrutar. Se ha caído  en la trampa de “sustituir el sentido de la vida por sensaciones, que normalmente lleva a comportamientos destructivos” (Marian Rojas)

Ya los filósofos griegos empezaron a cuestionarse sobre dónde encontrar la felicidad. Las respuestas fueron múltiples y variadas, así Pitágoras afirmaba que estaba en la armonía, para Sócrates consistía en encontrarse a uno mismo; Platón la ubicaba en el amor, Aristóteles en el bien y el bien es lo que todos apetecen, lo que es capaz de saciar la más profunda sed del hombre. Para Epicuro ser feliz es pasarlo bien, disfrutar de la vida. Para Séneca la felicidad está en la virtud, que consiste en el hábito de obrar bien. San Agustín encuentra la felicidad en la alegría de estar en la verdad. Kant cree que está más en la imaginación que en la realidad y Freud que se encuentra en la satisfacción de las necesidades básicas del ser humano. Por último, Cervantes piensa que no está en la posada sino en medio del camino. Se puede deducir que estas respuestas no han variado mucho con el paso del tiempo

Como estamos en un blog sobre educación, voy a intentar resumir y sintetizar todo lo que ya había leído, escuchado, experimentado…para dar unos consejos sobre cómo educar a los hijos para que en el futuro disfruten  de una felicidad razonable:

1. Los padres deben esforzarse para que haya un ambiente positivo en el hogar. Deben desdramatizar ante las dificultades; deben poner las luces largas y ver que los obstáculos nos hacen crecer (E. Rojas). De todo sale algo bueno, pero hay que querer y saber buscarlo.

2. Las emociones positivas incluyen la felicidad y otros sentimientos de bienestar. Son descritas como reacciones breves que típicamente se experimentan cuando sucede algo que es significativo para la persona. Actualmente hay suficientes datos para afirmar que las emociones positivas potencian la salud y el bienestar, favorecen el crecimiento personal, permitiendo sentimientos de satisfacción con la propia vida, tener esperanza, ser optimista y percibirse más feliz (Fredrickson, 2000, 2001; Fernandez-Abascal y Palmero, 1999). Incluso hay estudios que evidencian que la risa, la felicidad y el buen humor ayudan no solo a mantener sino también a recuperar la salud (Nezu, Nezu & Blissett, 1988). Existe suficiente evidencia para afirmar que las emociones positivas se relacionan con la longevidad (Danner, Snowden & Friesen, 2001), la percepción de buena salud en adultos mayores (Valliant, 2002), el desarrollo de la felicidad (Lyubomirsky, 2001), la competencia inmune (Charnetski & Brennan, 2001; Ornish, 1998), la recuperación cardiovascular y el adecuado afrontamiento al estrés y a la adversidad (Strumpfer, 2004).

3. En relación con lo anterior, es necesario que la comunicación entre padres e hijos sea habitualmente positiva y constructiva, en contraposición a una comunicación hiriente, autoritaria, humillante y comparativa.

4. En casa debe haber un ambiente constante de exigencia y afecto. La primera favorece una voluntad madura que ayudará a nuestros hijos a superar las dificultades a las  que inevitablemente se enfrentarán en la vida y a realizar elecciones de calidad en el ámbito laboral, cultural y social. La segunda, sobre todo en los primeros años, les dará seguridad y equilibrio.

5. Hay que enseñar a los hijos, con nuestro ejemplo, a levantarse después de cada derrota, a que no se queden   lamiéndose las heridas. Eso es la resiliencia que, según Boris Cyrulnik, es la virtud  que nos lleva a “doblarnos sin partirnos”, a no quedarnos en el camino, a no detenernos por ninguna  contrariedad, contribuyendo a una elevada autoestima y autoconcepto.

6. Hay que promover en los hijos lo que Martin Seligman identifica como “fortalezas de carácter”, que son rasgos o características psicológicas que se ponen de manifiesto en distintos momentos a través del tiempo, y sus consecuencias suelen ser positivas. Entre estas se encuentran  el optimismo, las habilidades interpersonales (construir y mantener amistades), la fe, el trabajo ético (tiempo para los demás), la esperanza, la honestidad, la perseverancia y la capacidad para fluir (flow).

7. Por último, enseñar a comprender, perdonar y disculpar. Esto contribuirá a una deseable armonía interior y exterior.

Termino, como siempre, con una frase. En este caso de Erasmo de Rotterdam:

“La felicidad consiste, principalmente, en conformarse con la suerte; es querer ser lo que uno es.”


José Antonio de la Hoz

viernes, 19 de febrero de 2021

Una reflexión sobre educación y felicidad

 




El 4 de enero de 2021, los telediarios  nos daban la noticia de una adolescente española  condenada a cadena perpetua en Omán por estar en posesión de 7 kilos de droga. Iba a trasladarlos a España, pero a pesar de haberse arrepentido y de haber comunicado a su camello que desistía, la detuvieron y la condenaron. No juzgo a la persona, a la que no conozco, pero si los hechos: una chica joven que busca un atajo para ganar una importante cantidad de dinero que le permita comprar y disfrutar de los placeres de la vida y, de esta forma, alcanzar la tan ansiada felicidad.

Otra noticia recurrente en estos días de COVID son las fiestas ilegales organizadas por famosos y no famosos, en las que una y otra vez ha tenido que intervenir la policía por incumplimiento de las normas aprobadas para luchar contra la pandemia.

A todos nos llaman la atención estos y otros comportamientos, que quizás  comentamos  solo cuando los medios de comunicación  ponen el foco sobre ellos. Pero el interés de estos medios no va más allá de  rellenar  horas de programación, ganar audiencia y obtener pingues beneficios publicitarios.

La vida no nos da para pensar mucho, porque todo va cada vez más rápido….hay que levantarse, asearse, llevar los niños al colegio, atender llamadas y más llamadas de teléfono, ir al trabajo, recoger a los niños, hacer la comida, limpiar la casa, hacer la compra, hacer la colada, ……uffff,…al final del día no nos quedan muchas ganas de pensar. Además, parece que los políticos y los medios de comunicación se encargan de decidir por nosotros sobre qué tenemos que pensar.

Pero volviendo al principio, la sociedad actual parece programarnos para que nos centremos en ganar dinero para comprar,  tener cosas y  “disfrutar de la vida” y sus placeres. A ello nos lleva los entre 3.000 y 5.000 impactos publicitarios que cada persona recibe al día, siendo los más eficaces los 90 televisivos  que cada uno de nosotros recibe de media. Y son estos últimos los que más influyen en la compra compulsiva, el placer inmediato, el tener …., sin que aparentemente haya un contrapeso que nos ponga los pies en el suelo y nos centre en “como somos”, en el ser.

Llevamos muchos años lanzando mensajes a los jóvenes que ponen el acento en lo inmediato, en las conductas impulsivas,….y cuando llega el momento –siempre llega- en el que es necesaria una respuesta madura y sacrificada de la sociedad, nos encontramos con una pobre capacidad de respuesta, con  individuos que esperan que el esfuerzo necesario lo hagan otros y que ellos sean la excepción, con un alto grado de frustración social por la exigencia de sacrificios no esperados ni deseados. Es en ese momento  cuando deberíamos darnos cuenta de que nos equivocamos, antes y ahora. No  podemos esperar respuestas generosas, solidarias, responsables, esforzadas  de  quien se ha educado para el consumo, o de quien no se le ha pedido cuentas casi nunca por sus errores,  o de quien se le ha enseñado, en la práctica, a pensar solo en él cediendo en la mayoría de sus caprichos, para que “no lo pase mal”.

Hace poco le di un pequeño repaso, de andar por casa, a los filósofos clásicos. Me gustó recordar a Platón y su Mito de la Caverna, recogido en su obra “La República”, escrita en el 380 a.c. Para los que no os acordéis, Platón describe en un diálogo de Sócrates con su hermano Glaucón  una caverna, con unos esclavos que lo son desde su nacimiento y que no han conocido otra cosa que lo que ven frente a sus ojos, reflejado en la pared, sin posibilidad de mover la cabeza hacia los lados. Detrás de ellos un muro y junto a él, en la parte que no ven los esclavos,  otros seres humanos pasando a lo largo del mismo, con figuras, a modo de marionetas, cuyas SOMBRAS se proyectaban en el muro que veían los esclavos, gracias a la luz de una hoguera….y fuera de la hoguera o caverna el mundo real.

Pues bien, usando el mito de la caverna de Platón, yo me pregunto ¿hemos hecho esclavos a varias generaciones de niños con una visión falsa de la realidad, con una antropología impuesta por unos pocos, que nos han engañado con sus marionetas? ¿Cómo les explicamos a muchos jóvenes que la visión de la vida que les han enseñado no les lleva, no nos lleva a todos, a buen puerto? ¿Cuándo nos daremos cuenta de que hay que salir de la caverna en la que nos han metido? ¿Cuántos desvaríos van a ocurrir hasta que nos demos cuenta? ¿Cuándo aprenderemos a identificar a los que nos tratan como marionetas?...., porque estamos en una sociedad en la que no están de moda valores como el esfuerzo, la generosidad, la valentía, la solidaridad, el control de la impulsividad, los límites al placer, la perseverancia en el esfuerzo, la responsabilidad….., que son los que nos dan estabilidad, seguridad como persona y como sociedad,….valores que han sido sustituidos por la gratificación instantánea, el éxito fácil, los programas basura que buscan el beneficio fácil, el consumismo, el deseo insaciable de placer (hedonismo), el sexo en todas sus versiones, incluidas las que se consideraban enfermizas (actúa como piensas o terminarás justificando como actúas),  el comer y el beber desordenado (y los catedráticos de salud pública avisando de la relación entre cáncer y obesidad,….),….en fin, todos los sentidos satisfechos, felicidad instantánea, propia del animal sano, ….y un gran vacío interior que , en muchas ocasiones, se torna en violencia.

El cambio no va a venir desde arriba, tal y como está configurada la política hoy día, el cambio va a venir del esfuerzo individual de cada uno de nosotros y de nuestras familias, por abrir los ojos a la realidad, por quitarnos la venda y ver que llevamos muchos años por el camino que no es. Hay que mirar dentro de nosotros y ver si estamos conformes con nuestros valores, los nuestros, no los del vecino. Tenemos que ver si tenemos paz interior y si damos paz y serenidad en nuestro entorno. El cambio es posible, pero depende de nosotros.

En esta ocasión termino con dos frases, la primera de Platón y la segunda de Rabindranath Tagore:

El hombre es un auriga que conduce un carro tirado por dos briosos caballos: el placer y el deber. El arte del auriga consiste en templar la fogosidad del corcel negro (placer) y acompasarlo con el blanco (deber) para correr sin perder el equilibrio. (Platón)

Cada criatura, al nacer, nos trae el mensaje de que Dios todavía no pierde la esperanza en los hombres (Rabindranath Tagore)

José Antonio de la Hoz

martes, 16 de febrero de 2021

Cómo educar la moral de mis hijos

 


Educar moralmente a los hijos es enseñarles, fundamentalmente con nuestro ejemplo, aquellos comportamientos que están bien o mal, tanto para ellos mismos como para los demás.

La moralidad tiene conexiones con las virtudes o hábitos operativos buenos. Platón defendía que el individuo era justo cuando era, a la vez, fuerte, prudente y templado. Aristóteles afirmaba  que la virtud, la justicia,  estaba en el término medio, evitando los extremos a los que se podía llegar  con cada virtud aislada. En cualquier caso, los clásicos defendían un componente social e individual de la moralidad.

La moralidad puede ser considerada como algo objetivo o subjetivo. En el primer caso se defiende que hay unas normas de comportamiento que todos los individuos conocen, independientemente de su ideología, y que de algún modo tienen una existencia universal en la conciencia de todos los seres humanos. Todos sabemos que matar, robar, calumniar, mentir –entre otros comportamientos-, no son conductas moralmente aceptables, sin necesidad de que haya leyes que las penalicen, y conocemos esto desde que tenemos uso de razón. No obstante, quien ha matado, robado, calumniado o mentido en múltiples ocasiones, no percibe moralmente esa conducta de la misma forma que el que no lo ha hecho nunca, ya que terminamos defendiendo y justificando nuestros comportamientos habituales. Quien no actúa como piensa termina pensando en consonancia con su actuar, defendiendo lo indefendible si es necesario.

Otro obstáculo para la defensa de unas normas morales objetivas es, por una parte, el escepticismo y el relativismo que se han instalado, de forma inducida, en nuestra sociedad. Digo “de forma inducida”, porque el relativismo moral es la forma más cómoda de acallar la conciencia propia y la conciencia social. Si no hay normas objetivas, no hay ninguna voz que llame la atención sobre mi dejadez, mi pereza, mi envidia, mi lujuria, mi injusticia, mi falsedad… que son una posibilidad permanente de nuestro comportamiento, que fácilmente podemos elegir una vez o múltiples veces, adquiriendo un hábito operativo malo, que repercutirá en nuestro entorno y en la  sociedad. También porque al rechazar una moralidad objetiva termina ocurriendo lo de siempre, que impone su moral el más fuerte, quien más dinero tenga, quien controle más medios de comunicación, quien mejor conozca los mecanismos sociológicos para controlar la opinión pública y pueda usarlos. De esta forma, podemos llegar a matar a seis millones de personas, como ocurrió en la Alemania de Hitler, o a cien millones, como ha ocurrido en los regímenes marxistas, algunos de ellos todavía vigentes.

Estamos en una época en la que se conoce a la perfección las claves del comportamiento humano y como influir en él. Los FATGA (Facebook, Amazon, Twitter, Google, Appel), son dueños de lo políticamente correcto y, por tanto, de lo que “se lleva moralmente”,….Son ellos los que determinan los contenidos morales a los que acceden  decenas de millones de personas. Hay empresas que comercian con la infidelidad, hay medios de comunicación que ganan dinero con la intimidad de las personas, hay influencers que condicionan el comportamiento de millones de jóvenes….Con todos sus pros y contras, estamos en pleno reinado de la moral subjetiva, de la moral de quienes mandan en la sombra.

Ante este panorama, ¿Qué pueden hacer los padres? Se me ocurre algunas cosas, como:

  • Predicar con el ejemplo siempre, pero sobre todo en la infancia. Es más fácil que los hijos sean respetuosos, veraces, honestos, íntegros…, si observan esos comportamientos en casa.
  • Ver con los hijos la televisión, oír la música que ellos oyen, jugar con ellos a la consola,…y comentar lo que ven y escuchan; tanto lo positivo como lo negativo.
  • Hacer atractiva la virtud comentando los beneficios individuales y sociales que se alcanzan aunque no se busquen: sociabilidad, credibilidad, atractivo personal, paz interior, contribución al interés general y al bien común, cohesión de los grupos de los que forman parte,  etc.
  • Enseñar que la virtud se adquiere por repetición de actos, por lo que hay que levantarse si se equivocan y continuar el camino virtuoso.
  • Explicarle el valor de comprender, disculpar, perdonar y darnos oportunidades a nosotros mismos y a los demás.
  • Trabajar desde pequeños en los hijos la voluntad, la templanza o la resiliencia.
  • Aprender a ir a contracorriente. Estamos en una época convulsa en el terreno de lo moral, con grandes grupos de comunicación, poderosos lobbies e importantes redes sociales, intentando crear nuevos modelos morales que van contra el propio ser humano.

·   Termino, como siempre con una frase. En este caso de Sócrates: “La buena conciencia es la mejor almohada para dormir”

José Antonio de la Hoz

lunes, 22 de enero de 2018

Impulsividad ¿Hemos perdido el norte?


Estamos bombardeados por noticias que no reflejan la sociedad real; son una mezcla de información y “espectáculo estridente” donde lo que prima es captar espectadores y aumentar la audiencia, distorsionando la imagen del comportamiento real del conjunto de la sociedad.  También es verdad que en pocos meses asistimos a noticias que ponen los pelos de punta. Me refiero a los presuntos abusos de La Manada,  al asesinato de Diana Quer, los abusos sexuales  históricos en Hollywood y otros países, los 1000 estudiantes daneses investigados por tener imágenes pedófilas en sus ordenadores, las detenciones  habituales por pedofilia …o cuestiones más cercanas como conversaciones que percibimos en nuestro quehacer diario, en el bus, en el metro, en el trabajo…, o en alguna reunión social. 

Para solucionar cualquier problema es necesario acudir a las causas y actuar sobre ellas. Es importante no confundir las causas con los efectos  para no equivocar el diagnóstico y las medidas correctoras. También es interesante pedir consejo y preguntar al que sabe para alimentar el propio criterio.

Nos da miedo tocar el tema de la sexualidad como fuente de problemas por miedo a que nos traten de retrógrados, pero la sexualidad es una pasión, inocua para uno mismo y para la sociedad si está bajo control y si ha madurado en el respeto al otro/a. El diccionario de la Real Academia Española de la Lengua atribuye nueve significados al término "pasión". Me quedo con los tres relacionados con este tema:
  1. Perturbación o afecto desordenado del ánimo.
  2. Inclinación o preferencia muy vivas de alguien a otra persona.
  3. Apetito de algo o afición vehemente de ello.

Las tres hacen referencia a una inclinación que nos cuesta trabajo controlar. Hay que tener valores, una cabeza en su sitio y una voluntad madura forjada desde la niñez para que lo impulsivo no reine en nuestra vida ordinaria. Pero también hace falta un entorno idóneo y este no es favorable cuando diariamente recibimos mensajes que no fomentan precisamente el necesario autocontrol para disfrutar de una vida equilibrada. 

Es raro el día que no emitimos o recibimos mensajes frívolos sobre la sexualidad, el consumo de comida, bebida, drogas, pornografía, ….todos comportamientos  y actitudes impulsivas. Luego nos extraña que nuestros niños –en palabras de un prestigioso Juez de Menores- NO ACEPTEN EL NO POR RESPUESTA en sus relaciones con el otro sexo y vaya en aumento el número de menores encausados por estos temas.

José Antonio Marina, uno de los pensadores de cabecera en nuestro país,  afirma que “La gestión de las emociones debe hacerse desde fuera de las emociones, porque las emociones tienden siempre a ser dictatoriales.” En otras palabras, es la razón la que debe predominar en la toma de decisiones y no al revés.  También que los mejores diagnósticos sobre como gestionamos nuestra emociones son externos a nosotros mismos, y provienen de personas cercanas que son dueños de si mismas.

También dice Marina que  Nacemos dependientes y nos cuesta liberarnos de muchas cosas: nuestros miedos, pasiones, perezas, ignorancias…el niño debe aprender a ser libre” . El mejor aprendizaje proviene del ejemplo de los padres y, en menor medida, de las vivencias en el centro escolar y con los familiares y amigos.

Es Jean Jacques Rousseau el que afirma que  Todas las pasiones son buenas mientras uno es dueño de ellas, y todas son malas cuando nos esclavizan.”

Una persona es dueña de sus pasiones después de un proceso que comienza en la niñez y que debe ser mantenido a lo largo de toda la vida. Es vital el papel de los padres para que sus hijos alcancen este ingrediente de madurez. Por ello no deben pasar por alto, en su tarea educativa, los siguientes aspectos:
  •  Comportamiento ejemplar y habitual de los padres en el control de los impulsos (comida, bebida, compras, ocio,…)
  • El autocontrol cuesta, como todo lo que vale la pena. Por ello hay que hacerlo atractivo pensando en lo que se consigue más que en lo que no se disfruta.
  •  La educación de los hijos debe tender a retrasar recompensas y a eliminar caprichos, en el día a día.
  • Las fuentes de la impulsividad son los cinco sentidos plenamente satisfechos, con escasos límites.
  • La ausencia de trascendencia, de espiritualidad,  favorece la impulsividad.
  • Entrando en pequeños detalles del día a día de nuestros hijos
    • Deben levantarse puntualmente.
    • Dependiendo de la edad y de sus circunstancias, deben asumir responsabilidades en casa (orden en el cuarto, retirar o limpiar platos, poner lavadoras, barrer, hacer la comida, planchar,…)
    • Respetar un horario para las comidas y bebidas y evitar que se pique entre horas. El agua en las comidas es más aconsejable que las bebidas carbonatadas
    • No convertir lo extraordinario (pasteles, bebidas carbonatadas, gominolas…) en ordinario.
    • Controlar tiempos de dedicación a la televisión, videoconsolas, internet, etc.
    • Retrasar todo lo que se pueda el móvil y el acceso desde este a internet.
    • Otros….

viernes, 12 de mayo de 2017

¿Necesitamos más calidad social?


Parece que fue el filósofo canadiense Marshall McLuhan el que acuñó el término “aldea global” para referirse a la interconexión humana global gracias al desarrollo de los medios electrónicos de comunicación. Debido  a este proceso, que se ha producido y se está produciendo de forma gradual y cada vez más intensa, todos disponemos de más información en menos tiempo. Esto significa que nos llegan más noticias - buenas y malas- y con mas rapidez. Por otra parte hay más tareas que requieren nuestra atención (responder a un mensaje o una llamada del móvil...) A más información más velocidad de cambio, para bien y para mal.

Lo anterior origina que nuestro mundo emocional cuente con más estímulos y más intensos y, por tanto, con más  propensión a la variabilidad e inestabilidad. Cuando yo tenía pocos años –hace ya tiempo-, veíamos dos cadenas de televisión, no teníamos Internet y jugábamos en la calle. Las “noticias de impacto”, positivas o negativas, eran muy escasas y la sensación de estabilidad y ausencia de estrés era mucho mayor que ahora. Teníamos que ser creativos para no aburrirnos. Hoy todo es, como decía Zygmunt Bauman, vertiginoso y líquido. Todo ocurre cada vez más rápido y la sensación de inestabilidad es grande. Dos pilares básicos para proyectar nuestro futuro, como el trabajo y la familia, son hoy más inestables que nunca.

Esto nos lleva a una conclusión que es de perogrullo, si quiero más tranquilidad tengo que reducir los estímulos; ver menos televisión, acudir menos a Internet, desconectar más veces el móvil…., crear el propio trabajo - o ser funcionario- y estudiar las causas de la estabilidad familiar.  Es complicado prescindir de las nuevas tecnologías, pero podemos “reducir los impactos”. ¡Ahhh, y no olvidarse del descanso!..., porque después de un día viene otro. También ayuda centrarse en el presente y dejar el pasado y el futuro, os invito a leer esta entrada de Nuria Chinchilla  https://goo.gl/s9Z171

A pesar de que lo anterior puede generarnos una percepción de la realidad más negativa, más alejada de la objetividad, tengo la sensación de que estamos perdiendo calidad, de que los valores que guían nuestro comportamiento no son del todo adecuados. Están cambiando algunos de los valores que nos daban tranquilidad y paz. También sigue habiendo miles de ejemplos de responsabilidad y buen hacer, pero me preocupa la mayor tendencia al cambio para mal.


Estaba el domingo en un área de descanso, en plena naturaleza y me senté en unas mesas de un pequeño chiringuito. Cerca estaba una señora con su madre, en silla de ruedas, y unos chiquillos jugando a la pelota. Esta llego varias veces a la zona de sillas y mesas y el dueño del chiringuito dio varios avisos a los “nenes”. El cuarto fue un poco más contundente y provocó que aparecieran dos mamas de los “NENES”, de entre 10 y 14 años, hechas un basilisco, a amenazar al que osó llamar la atención a sus hijos. Tengo que decir que la actitud de las madres me molestó un poco, ...hace unos años casi todos los padres  habrían llamado la atención a sus hijos, en la misma situación, hoy...??? . Me contuve y se contuvo el dueño del chiringuito, poniendo la nota de cordura en la escena.

Hay muchos pequeños detalles en la vida ordinaria que van en esta línea, que no veía en mi niñez y que me llevan a preguntarme por qué ocurren. Se me ocurren las siguientes causas:
  • Vivimos con más estrés, nos falta tiempo, quizás también flexibilidad, y es más fácil que surja el conflicto.
  • Nuestro entorno vital- trabajo, familia, amigos -  es mucho menos estable y esto genera tensión añadida. En aras de la eficiencia económica se sacrifican valores muy necesarios y se instrumentaliza a la persona. Esto nos pasa factura a todos. La tensión, frustración...de los demás, nos termina llegando a los demás y viceversa.
  • Nuestro entorno es muy hedonista. Nuestro horizonte vital es el consumo y el placer. Por eso tenemos reacciones desproporcionadas ante pequeñas contrariedades, obstáculos, carencias o decepciones..., que son la antítesis del placer. A más disfrute menos resistencia a la frustración y más conflictividad. Ocurre lo mismo en el otro extremo; cuando descansamos poco y disfrutamos menos. El gozo y el deleite parece la única vía de escape a la tensión, cuando debe ser una realidad instrumental y no finalista.
  • No hay una cosmología, no hay espiritualidad y, por tanto, no existe un soporte donde sostener valores consistentes como la honradez, la honestidad, la generosidad o el esfuerzo. Hay un relativismo peligrosísimo que incide en nuestras relaciones con los demás. Hace unos años había conceptos como la educación y el saber estar, muy claros en casi todos los estratos sociales. Hoy día ganan posiciones el vandalismo, la grosería, la descortesía y la falta de urbanidad.
  • Llevamos mucho tiempo poniendo el acento en los derechos y obviando las obligaciones. Estamos en la era de los "derechos artificiales". Cada día alguien se inventa o reclama un derecho. Hay personas con 20, 30 años…reclamándole por vía judicial una pensión de alimentos a los padres, a título de ejemplo.
  • Hay una crisis de autoridad. Estamos acomplejados con este tema y cuesta ejercerla a todos los niveles . Estoy seguro de que esto termina generando un entorno tan adverso que lleva al final, necesariamente,  a un ejercicio contundente de la autoridad. Vamos viendo detalles extremos que son la punta del Iceberg, como la denuncia de padres a hijos, la corrupción a todos los niveles, la violencia gratuita, .... Se cuestiona a los profesores, se imputa al padre que da un cachete esporádico, se critica desaforadamente a jueces y policía, etc.
  • Quienes debieran ser modelo para el conjunto de ciudadanos son justamente lo contrario, con honrosas excepciones. Me refiero a la intensa y cada vez más frecuente corrupción política. Si los que gobiernan no son leales y honestos generan una coartada peligrosa a los gobernados, tendiendo peligrosamente a la ley de la selva.
  • Las grandes cadenas de televisión, radio y prensa tienen pocos límites en los contenidos de los programas de ocio. Dicen que no están para educar, pero nadie les pide responsabilidad por el impacto social de algunos de sus contenidos. Abunda la violencia, el sexo,  los modelos de comportamiento distorsionados, el comercio con la intimidad, la crítica desmesurada para generar espectáculo…. Solo importa la audiencia y el dinero que genera a la cadena. Les ocurre lo que a las tabacaleras,….nadie les exige el daño médico que generan a cambio de pingues beneficios. Nadie se atreve a cuantificar el gasto social que genera el actual modelo de televisión,  como influye en la calidad de las relaciones interpersonales, en los valores que cohesionan nuestra sociedad, ...
  • La familia es el primer agente socializador y la tenemos en situación irregular e inestable: padres con horarios laborales muy exigentes, niños que pasan la tarde solos, alto nivel de separaciones y divorcios, uso de los hijos para enfrentarse al ex cónyuge (alienación parental), escasos límites en la educación de los hijos,  falta de unidad en la acción de los padres y de estos con los profesores, crecimiento de las familias monoparentales, agresiones de hijos a padres ….
  • Quienes debieran tomar decisiones –padres, profesores, autoridades – no las toman. En unos casos por falta de formación o por desorientación, en otros porque no interesa complicarse la vida, porque no es rentable para el propio interés. Esto lleva a que los problemas se enquisten y, en algunos casos, se agranden y generen más problemas.

Mi blog trata sobre todo de educación. Por eso quiero terminar diciendo que la calidad de una sociedad se mide por la calidad de sus miembros. Es conveniente que todos sintamos esa corresponsabilidad y que se promocione esa inquietud. Soy consciente de que suena a utopía, pero es necesario que pensemos en nuestra mejora personal para contribuir a mejorar la sociedad y no al contrario. Todos debemos pensar que pequeñas cosas podemos rectificar para ser mejores padres, mejores ciudadanos, mejores profesionales, mejores maridos, mejores esposas, .....

Termino, como siempre con una frase. En esta ocasión de Robert Green , político y orador norteamericano:

“La verdadera civilización es aquella en la que todo el mundo da a todos los demás todos los derechos que reclama para sí mismo

José Antonio de la Hoz


martes, 3 de enero de 2017

¿Qué le pide la vida a tus hijos y a ti?

Hace unos días leía la cita de un conocido en una popular red social. Decía así: “ Propósito para 2017: en vez de preguntarte qué quieres de la vida, pregúntate qué quiere la vida de ti." Parece un juego de palabras mas pero tiene mucho trasfondo.

El mensaje de más del 80% de las felicitaciones de fin de año que he recibido era alguno de estos: feliz 2017, que en el 2017 se cumplan tus deseos, que venga cargado de regalos e ilusiones…, etc. Todos en la línea de que el nuevo año nos dé algo, aunque la realidad es que la mayor parte de las cosas que la vida nos ha dado ha sido a cambio de nuestro esfuerzo, de nuestra actitud, de nuestro empeño, de nuestro sacrificio, etc. La realidad es que la vida no suele regalar nada. O como decía otra conocida cita “la suerte te encuentra siempre cuando estás trabajando”. La mayor parte de las cosas que tenemos nos las hemos ganado con mucho sudor y es en el tajo dónde han aparecido las oportunidades, que después aprovechamos o no.

Como estamos en un blog sobre educación me centro en ella. Educar a los hijos es una obligación que exige amor y afecto pero también conocimientos, intuición, sentido común, constancia, coordinación entre los padres, optimismo, entrega, tiempo, ejemplo, valores,…. etc. El paso del tiempo, sin más, no educa a los hijos. No tienen sentido afirmaciones del estilo de “ya cambiará cuando pasen los años” o "a ver si el año que viene cambia". No, el paso del tiempo no educa a los hijos. Tu hijo cambiará algo en el 2017 dependiendo de la edad que tenga y de lo que tu esposa y tú o tu esposo y tú hagáis; también depende de cómo responda él a los estímulos que le enviéis . Y si no sabéis qué hacer para que mejore formaros, dejaos aconsejar por quien sabe, visitad al tutor, leed de buenas fuentes…, pero tened claro que “no hacer nada deseduca” y es uno de los mayores errores.

Cuando se es padre o madre se inicia un proceso de mejora en paralelo. Los padres mejoran  en aquello que exigen a los hijos para que vean un modelo creíble. Es la educación por impregnación. Es difícil que un hijo estudie si la mayor parte del tiempo  ve a sus padres  recostados en un sillón, viendo la televisión o en el bar. Es difícil que un hijo esté vagueando si ve a su padre y a su madre con el tiempo ocupado. Los padres no pueden pretender que su hijo sea honesto si ellos mienten habitualmente, etc.

Llegados a este punto me hago la siguiente pregunta ¿qué quiere el 2017 de tus hijos?. Algunas de las respuesta pueden ser estas: que se levanten temprano para empezar a cumplir con sus obligaciones, que sean puntuales, que sean aseados, que tengan su cuarto ordenado, que sean honestos y respetuosos, que sean agradecidos, que no mientan, que echen una mano en casa, que sean constantes y disciplinados, que sean optimistas y alegres, que sean generosos, compasivos, solidarios ,etc. Se equivocarán y no pasa nada, que se levanten y corrijan el rumbo, asumiendo sus responsabilidades. La otra pregunta que me planteo es ¿Qué vas a hacer tu como padre o madre  para ayudar a tu hijo a cumplir con lo que le pide el año y la vida misma?

Termino, como siempre, con una frase. En este caso de Calvin Coolidge, trigésimo presidente de los EEUU:


“Todo crecimiento depende de la actividad. No hay desarrollo físico o intelectual sin esfuerzo, y el esfuerzo significa trabajo.”

José Antonio de la Hoz

sábado, 26 de noviembre de 2016

Las pequeñas decisiones y el desarrollo de los hijos


Los niños vienen  al mundo con una carga biológica  que los padres comienzan a identificar  y conocer al ver cómo se comportan  en sus primeros meses de vida. Es lo que los psiquiatras y psicólogos describen como temperamento o la parte del comportamiento humano no aprendida. El carácter es la otra pieza de nuestra personalidad e integra los rasgos de nuestro comportamiento aprendidos, como consecuencia de nuestra relación con el entorno,  desde el mismo momento de nuestro nacimiento. La familia primaria, compuesta por padres y hermanos, es un factor configurador de nuestro carácter muy importante.

La vida diaria en el entorno familiar va configurando una forma específica y personal de comportarnos; un traje que nos va a acompañar para siempre y que va a ser una causa importante de nuestra felicidad o tristeza, de nuestro progreso o retroceso, de nuestros éxitos o fracasos y de nuestra estabilidad o inestabilidad.

 Las cosas pequeñas sumadas hacen grandes cosas. Son muchas gotas de agua las que terminan provocando grietas en las piedras hasta desintegrarlas o la aparición de hermosas estalactitas y estalagmitas.  De la misma forma son pequeñas decisiones de los padres en relación con los hijos, mantenidas día a día, a las que quizás no se les da importancia, que nacen de sus convicciones acertadas o equivocadas, de sus  modelos y valores , o del propio ejercicio de la libertad personal que termina cubriendo de normalidad a los propios actos,  las que ayudan o estorban en su desarrollo como personas. También influyen, sin duda, el centro escolar, los compañeros y amigos de la infancia, el barrio donde viven, el tipo de acceso a las redes sociales e Internet, el número de horas pasados frente a la televisión o los videojuegos,  las personas que han sido su referente (cantantes, deportistas, profesores, primos, tíos…), etc.

Antes de seguir quiero matizar  que nuestra historia personal y las influencias de los demás en ella, NO ANULAN nuestra libertad personal, pero si nos hacen las cosas más fáciles o difíciles. De hecho, terminan siendo las ideas que dejamos circular por nuestra mente y los hábitos que hemos ido generando con nuestro comportamiento, los que influyen sensiblemente en nuestro actuar diario. Las ideas podemos modificarlas en cada momento, podemos obviarlas, sustituirlas o cambiarlas sabiendo que tienen una importante carga de subjetividad que nos aleja de la realidad. Se trata de colocar en nuestra cabeza un guardia de circulación que de paso a unos pensamientos y pare otros. También ayuda tener un listado de las principales distorsiones del pensamiento, sobre todo para reírnos de nuestra “facilidad” para construir una “realidad paralela” a la verdadera.  Los hábitos también podemos modificarlos. Podemos pasar del desorden al orden y ganar en eficacia y tranquilidad personal. Podemos pasar a levantarnos puntualmente si no lo hacíamos, podemos mejorar nuestra atención, ser más educados y respetuosos, aprender a trabajar en equipo, ser más éticos, hablar bien de la gente y respetarla, etc. Ayudarán al cambio una voluntad fuerte y motivos atractivos para el cambio. Nada se consigue sin esfuerzo e ilusión, sobre todo las cosas valiosas.

Retomando el hilo de las pequeñas decisiones que los padres toman cada día, es bueno preguntarse sobre la repercusión que tienen en la configuración del carácter de los hijos. Es el día a día lo que va  construyendo, -bien, mal o regular- la personalidad de los hijos, su fuerza de voluntad, sus valores, sus motivaciones, sus hábitos,…su calidad como persona, el éxito o fracaso de su futura familia, su éxito o fracaso profesional, la amplitud y calidad de sus relaciones sociales, ….SU GRADO DE FELICIDAD ,etc. A título de ejemplo, os invito a leer detenidamente estos dos artículos:

La gestión del placer de los hijos en el día a día, a través de cada uno de sus sentidos va a influir en la calidad de su voluntad y sus hábitos. Si habéis leído los dos artículos que os he propuesto en los dos enlaces anteriores, entenderemos lo decisivo que es esto.

Vaya por delante que no es útil, eficaz, sano…exigir a los hijos en todo y a la vez, todos los días de su vida compartida en el hogar, pero si es bueno marcarles  metas en detalles pequeños del día a día, alcanzables pero difíciles. Hay que seleccionar dos o tres cosas cada día en las que insistir – cada hijo tiene necesidades distintas-, al mismo tiempo que se valora con elogios, besos, ánimos... el esfuerzo. Os facilito una relación de pequeñas decisiones - a modo de ejemplo-  que podéis tomar en relación con vuestros hijos.
  • Levantarse puntualmente
  • Lavarse los dientes, asearse, hacer la cama, dejar el dormitorio ordenado.
  • Ayudar a hacer el desayuno o que se lo hagan.
  • Llegar con puntualidad al colegio, instituto, …
  • Horario de trabajo tras la vuelta del colegio…
  • Pequeños encargos para colaborar en casa
  • No ver la televisión hasta una hora previamente acordada.
  • Acostarse a una hora en punto
  • Comer con medida  (no picar)
  • Enseñarles a dar las gracias, disculpar, perdonar, usar el "por favor"...
  • Los caprichos como gominolas, bebidas carbónicas,… son extraordinarios (fines de semana, cumpleaños…). No cedemos para no oírlos quejarse.
  • Hablar con ellos a diario, preguntarles cómo les ha ido el día, estar disponibles para escucharles.
  • No comparar a los hijos. No compararlos con el primo, el vecino,…para decirles cómo deben comportarse.
  • Combinar afecto y exigencia.


La lista podría seguir, pero vamos a coger una pequeña decisión y analizarla: “La madre que va al supermercado con su hijo y cuando llega a la caja no le compra la bolsa de gominolas colocada estratégicamente, aguantando sus llantos y sus lloros”. ¿Cómo y en qué incide esta pequeña decisión de la madre en la vida presente y futura de su hijo? No si es ocasional, solo si se repite junto a otras en la misma línea:
  • ¿Contribuye a que su hijo tenga una voluntad fuerte?: si
  • ¿Contribuye a que su hijo aprenda a controlar su impulsividad?: si
  • Si controla su impulsividad, ¿tendrá unas relaciones sociales, en el presente y en el  futuro de mayor calidad?: si
  • ¿Ayudamos a que tenga más amigos?: a más cualidades, más atractivo personal. Luego, SI
  • ¿Estaremos influyendo en su futura relación de pareja?: Un caprichoso termina siendo insoportable, luego SI.
  • ¿Me llegarán muchas o pocas quejas sobre su comportamiento en la escuela? Si este criterio se mantiene, con sentido común, en su educación…mas bien pocas.
  • ¿Influimos sobre su capacidad de terminar los deberes? Si, positivamente.
  • ¿Influimos en su futuro profesional? Lo que cuesta requiere esfuerzo y cediendo a sus caprichos debilitamos su voluntad, luego SI
  • ¿Influimos sobre su autocontrol a la hora de comer, beber, consumir sustancias en la adolescencia…? Si, positivamente.

Podríamos seguir, pero ahí lo dejo. Hay que EDUCAR CON OJOS DE FUTURO, el presente pasa y el pasado no vuelve. Pero hay una gran causalidad entre lo que haces con tu hijo en el presente – las pequeñas decisiones de cada día- y lo que llega a ser en el futuro. El problema es que hay muchos padres que restan importancia a las cesiones en el presente sin valorar sus consecuencias en el futuro, pensando que está lejos.

Termino con una frase que me llamó mucho la atención. Es de una persona a la que respeto y quiero. Dice así:

¿Viste como alzaron aquel edificio de grandeza imponente? ¡A fuerza de cosas pequeñas!


 José Antonio de la Hoz

martes, 16 de agosto de 2016

Dos vídeos cortos para padres y educadores

Dos vídeos interesantes donde aparecen buenas pautas educativas, a saber:

  • Confiar en los hijos. Hacerles ver sus posibilidades. Visualizarles el cambio que se espera de ellos
  • Prestarles apoyo
  • Ayudarles a levantarse de los tropiezos y fracasos
  • Comunicarse con ellos de forma asertiva, sin gritar, humillar o comparar
  • Asistir a tutoría periódicamente
  • En primaria, comprobar que no hay ninguna dificultad para el aprendizaje (vista, dislexia, TDAH, etc)
  • Hablar con ellos y escuchar - además de oir- lo que dicen. Dejar claro lo que se espera del educando
  • Orientarlos. Poner normas y límites
  • Introducirlos desde pequeños en el hábito de la lectura






miércoles, 10 de agosto de 2016

El entorno en la educación del niño

Cuando nacemos comienza el desarrollo de nuestra  personalidad . La forman dos elementos: el temperamento y el carácter. El primero hace referencia a la forma natural de comportarnos, sin que aún haya influido el entorno. Está muy relacionado con la genética, “viene de fábrica” y se puede pulir pero no modificar. Como dice la sabiduría popular “el que nace cochino muere marrano”. Es lo que a los padres con varios hijos les hace decir, cuando los comparan con pocos meses, “son hermanos pero son muy distintos”, “lo que me vale con uno no me sirve con el otro”. En el temperamento hay rasgos positivos y otros no tan favorables. Educar es enseñar a usar los positivos y pulir los desfavorables.

El carácter es el conjunto de hábitos, certezas, preferencias, capacidades, emociones…, estables, que se desarrollan en el niño por su relación con el entorno, fundamentalmente con la familia y  el centro escolar. Es lo que se aprende a lo largo de la vida y se queda, por repetición de actos.

Forman parte del entorno del niño su familia, el barrio en el que vive, los amigos que va teniendo y el centro escolar. A esta descripción clásica hay que añadir algunos elementos como la televisión, los videojuegos, internet o la música, con una influencia importante en la transmisión de valores y contravalores.

Cuidar la educación de un niño es transmitirle valores, sobre todo con el ejemplo, enseñarle a respetar las normas de convivencia, ayudarle a controlar sus impulsos y emociones, promover el desarrollo de  capacidades y facilitar que adquiera hábitos y competencias que lo  conviertan en un ser profesional, social y personalmente atractivo, libre y feliz. En definitiva ayudarle a conseguir la mejor versión de sí mismo, respetando su libertad. Pero esto no ocurre en un laboratorio , a lo largo de unos años, sino que se produce en un entorno cambiante, que hemos descrito anteriormente y que puede ser un aliado o un obstáculo para estos fines. En los primeros años de vida existe un mayor control de los padres sobre lo que rodea al niño, pero esto se complica cuando los niños se convierten en adolescentes. El objetivo de esta entrada es reflexionar para ver cómo pueden actuar los padres ante estas realidades.

Fijaros en el primer personaje de este vídeo. Está rodeado de un entorno difícil y se mueve con miedo. Después aparece un segundo personaje que le ayuda a relacionarse eficazmente y de forma divertida con lo que le rodea. Ese es el papel que deben desempeñar los padres con los hijos. Enseñarles a tratar con el ambiente, con prudencia pero sin miedo,  y no aislarlos.



En el siguiente esquema recojo un resumen de los principales elementos que conforman el entorno del niño, para su posterior análisis. El esquema no es exhaustivo. En algunos aspectos, como la familia, detallo más factores posteriormente.
La mayor parte de los investigadores incluyen los siguientes factores, relacionados con la familia,  como predictores del desarrollo del niño:

  • Nivel educativo y ocupación de los padres
  • Nivel socioeconómico
  • Estado de salud parental
  • Número de hijos
  • Orden de nacimiento de los hijos
  • Distancia en años entre hermanos
  • Características de la vivienda (condiciones materiales del hogar)
  • Clima familiar: organización, control, comunicación, cohesión, estrés, adaptabilidad y ambiente afectivo.
  • Recursos culturales
  • Estilo de autoridad
  • Expectativas y aspiraciones de los padres
  • Habilidades parentales
  • Tiempo de permanencia en el hogar
La familia se empieza a construir en el noviazgo dónde deben de quedar claros aspectos como la educación por consenso de los padres, el tipo de centro educativo al que irán, los valores en los que se les va a educar, etc.

La relación entre los padres, más cercana al conflicto o la armonía, va a influir notablemente en el desarrollo de los hijos. Una buena relación aporta a los hijos equilibrio y seguridad. Una mala relación aporta lo contrario, con todos sus matices en ambos casos. De todas formas, si se rompe la relación conyugal los niños no son una herramienta para expresar el odio hacia la otra parte. Hay que seguir educando en común, procurando ir en la misma dirección. Os invito a profundizar en este aspecto con la lectura que se recoge en el siguiente enlace: http://goo.gl/NqF3zD

En el  discurrir diario los padres transmiten a los hijos un modelo de actitud y valores. Ahí ven el primer ejemplo de socialización que pondrán en practica en el colegio, con los amigos, con los vecinos y que les ayudará o será un freno en su desarrollo.

Hay autores  (Brunner & Elacqua, 2003) que consideran las variables relativas al entorno familiar como las principales predictoras del rendimiento académico del alumno, por encima incluso de las escolares.

Debe haber un equilibrio entre autoridad y afecto. Es muy pernicioso el autoritarismo de los padres, que genera  hijos rebeldes o sumisos, mentirosos, con baja autoestima y autonomía, y con sentimientos de rencor, angustia y culpabilidad. Los padres pasotas favorecen que los hijos  sean inestables, inconstantes, con baja autonomía personal y propensos a conductas desviadas. Los padres sobreprotectores promueven que sus vástagos sean dependientes, con bajo autocontrol y autoestima, inseguros, egoístas e ingratos. La vida es rica en matices y los modelos no se dan puros, aunque si habrá una preponderancia de uno sobre los demás.

El modelo ideal de autoridad es el que promueve límites y normas, exige responsabilidades pero alaba los logros y el esfuerzo, no abandona el afecto incondicional, pone metas exigentes al niño pero no usa una comunicación hiriente ni humillante, da apoyo y ayuda cuando conviene, etc. Hay una productiva armonía entre exigencia, disciplina, apoyo a la tarea y afecto.

El nivel sociocultural de la familia va a influir, por ejemplo, en las expectativas sobre los hijos. Los hijos de familias con un nivel sociocultural alto saben, desde pequeños, que se espera de ellos un nivel de desempeño elevado y viceversa. El nivel de apoyo para conseguir los objetivos es mayor en el primer caso. Las rutinas de la vida ordinaria personal y profesional de los padres cala de distinta manera en los niveles altos y bajos. También es distinta la capacidad para identificar los posibles problemas que puedan aparecer en el desarrollo del niño y la aplicación de soluciones. El desarrollo del lenguaje también es distinto en calidad y cantidad, con todo lo que ello conlleva.

La forma de comunicarse con los hijos, sobre todo cuando son pequeños, puede influir notablemente en su desarrollo.  Como consejos generales doy los siguientes: sustituir el juicio a la persona por el juicio al acto (en vez de “eres tonto, malo, imbécil…”, usar “esperaba que hicieras esto de esta manera, no está bien hacer esto así, tu lo sabes hacer mejor”). Los niños no tienen capacidad crítica y se fían a pie juntillas de lo que le dicen los padres, por eso si le decimos que son tontos, malos, …se lo creen y actuarán como tales, aparte de influir negativamente en su autoestima. También evitaremos las comparaciones, pues con ellas les transmitimos que no los queremos como son, abriendo la puerta a la inseguridad y la falta de equilibrio. Otra estrategia es transmitirles a los hijos como nos sentimos nosotros ante un comportamiento o actitud incorrecta.

Por otra parte hay que estar atentos a lo que ven, escuchan y leen. Algunos consejos: deben ver poca televisión y la que vean que esté previamente seleccionada; verla con ellos y comentar lo que está bien y mal, es lo ideal. Hay que establecer filtros parentales en los ordenadores para que no accedan a contenidos no deseados; los ordenadores deben estar en las partes comunes del hogar. Hay tiempos límite de uso de los videojuegos y nuevas tecnologías. Esto es lo que hizo Bill Gates, fundador de Microsoft,  con sus hijos:

"Mis hijos tendrán algún día un ordenador, pero antes aprenderán muchos otros juegos". Cuando les dieron el primer ordenador le pusieron dos condiciones: 45 minutos de lunes a viernes y una hora el sábado y el domingo.

Los móviles sin acceso a Internet, sobre todo si se les regala uno en la prepubertad. 

Cuando empiezan a oír música no está de más comentar las letras con ellos.

Es más decisivo para la formación y educación del niño lo que ve, oye, siente y recibe de la familia que su interacción con los vecinos y el entorno material más cercano del barrio. En los primeros años de vida se copian e interiorizan  comportamientos fuera y dentro de casa, aunque la familia puede potenciar o frenar lo que se ve fuera del hogar, en el barrio.

Por último, los padres deben elegir un centro educativo con ideario parecido a lo que se vive en casa, lo contrario es contraproducente - salvo que el centro mejore lo que hay en casa- y produce desconcierto e inseguridad en el niño que no sabe a qué atenerse. La relación de los padres y el centro, por medio del tutor, debe ser periódica y encaminada a aunar esfuerzos, establecer objetivos de mejora del niño y hacer un seguimiento del cumplimiento de los mismos. La relación entre el centro escolar y la familia es de complementariedad y subsidiariedad. Son los padres los primeros y últimos responsables de la educación de los hijos siendo subsidiario el papel del colegio.

Tanto el centro escolar como las familias deben poner de su parte para establecer una relación de confianza y colaboración. El colegio debe poner todos los medios a su alcance para ser percibido por los niños como un lugar seguro, predecible y amable.

Termino con unas frases de Dorothy Law Nolte, escritora estadounidense:

José Antonio de la Hoz