sábado, 26 de noviembre de 2016

Las pequeñas decisiones y el desarrollo de los hijos


Los niños vienen  al mundo con una carga biológica  que los padres comienzan a identificar  y conocer al ver cómo se comportan  en sus primeros meses de vida. Es lo que los psiquiatras y psicólogos describen como temperamento o la parte del comportamiento humano no aprendida. El carácter es la otra pieza de nuestra personalidad e integra los rasgos de nuestro comportamiento aprendidos, como consecuencia de nuestra relación con el entorno,  desde el mismo momento de nuestro nacimiento. La familia primaria, compuesta por padres y hermanos, es un factor configurador de nuestro carácter muy importante.

La vida diaria en el entorno familiar va configurando una forma específica y personal de comportarnos; un traje que nos va a acompañar para siempre y que va a ser una causa importante de nuestra felicidad o tristeza, de nuestro progreso o retroceso, de nuestros éxitos o fracasos y de nuestra estabilidad o inestabilidad.

 Las cosas pequeñas sumadas hacen grandes cosas. Son muchas gotas de agua las que terminan provocando grietas en las piedras hasta desintegrarlas o la aparición de hermosas estalactitas y estalagmitas.  De la misma forma son pequeñas decisiones de los padres en relación con los hijos, mantenidas día a día, a las que quizás no se les da importancia, que nacen de sus convicciones acertadas o equivocadas, de sus  modelos y valores , o del propio ejercicio de la libertad personal que termina cubriendo de normalidad a los propios actos,  las que ayudan o estorban en su desarrollo como personas. También influyen, sin duda, el centro escolar, los compañeros y amigos de la infancia, el barrio donde viven, el tipo de acceso a las redes sociales e Internet, el número de horas pasados frente a la televisión o los videojuegos,  las personas que han sido su referente (cantantes, deportistas, profesores, primos, tíos…), etc.

Antes de seguir quiero matizar  que nuestra historia personal y las influencias de los demás en ella, NO ANULAN nuestra libertad personal, pero si nos hacen las cosas más fáciles o difíciles. De hecho, terminan siendo las ideas que dejamos circular por nuestra mente y los hábitos que hemos ido generando con nuestro comportamiento, los que influyen sensiblemente en nuestro actuar diario. Las ideas podemos modificarlas en cada momento, podemos obviarlas, sustituirlas o cambiarlas sabiendo que tienen una importante carga de subjetividad que nos aleja de la realidad. Se trata de colocar en nuestra cabeza un guardia de circulación que de paso a unos pensamientos y pare otros. También ayuda tener un listado de las principales distorsiones del pensamiento, sobre todo para reírnos de nuestra “facilidad” para construir una “realidad paralela” a la verdadera.  Los hábitos también podemos modificarlos. Podemos pasar del desorden al orden y ganar en eficacia y tranquilidad personal. Podemos pasar a levantarnos puntualmente si no lo hacíamos, podemos mejorar nuestra atención, ser más educados y respetuosos, aprender a trabajar en equipo, ser más éticos, hablar bien de la gente y respetarla, etc. Ayudarán al cambio una voluntad fuerte y motivos atractivos para el cambio. Nada se consigue sin esfuerzo e ilusión, sobre todo las cosas valiosas.

Retomando el hilo de las pequeñas decisiones que los padres toman cada día, es bueno preguntarse sobre la repercusión que tienen en la configuración del carácter de los hijos. Es el día a día lo que va  construyendo, -bien, mal o regular- la personalidad de los hijos, su fuerza de voluntad, sus valores, sus motivaciones, sus hábitos,…su calidad como persona, el éxito o fracaso de su futura familia, su éxito o fracaso profesional, la amplitud y calidad de sus relaciones sociales, ….SU GRADO DE FELICIDAD ,etc. A título de ejemplo, os invito a leer detenidamente estos dos artículos:

La gestión del placer de los hijos en el día a día, a través de cada uno de sus sentidos va a influir en la calidad de su voluntad y sus hábitos. Si habéis leído los dos artículos que os he propuesto en los dos enlaces anteriores, entenderemos lo decisivo que es esto.

Vaya por delante que no es útil, eficaz, sano…exigir a los hijos en todo y a la vez, todos los días de su vida compartida en el hogar, pero si es bueno marcarles  metas en detalles pequeños del día a día, alcanzables pero difíciles. Hay que seleccionar dos o tres cosas cada día en las que insistir – cada hijo tiene necesidades distintas-, al mismo tiempo que se valora con elogios, besos, ánimos... el esfuerzo. Os facilito una relación de pequeñas decisiones - a modo de ejemplo-  que podéis tomar en relación con vuestros hijos.
  • Levantarse puntualmente
  • Lavarse los dientes, asearse, hacer la cama, dejar el dormitorio ordenado.
  • Ayudar a hacer el desayuno o que se lo hagan.
  • Llegar con puntualidad al colegio, instituto, …
  • Horario de trabajo tras la vuelta del colegio…
  • Pequeños encargos para colaborar en casa
  • No ver la televisión hasta una hora previamente acordada.
  • Acostarse a una hora en punto
  • Comer con medida  (no picar)
  • Enseñarles a dar las gracias, disculpar, perdonar, usar el "por favor"...
  • Los caprichos como gominolas, bebidas carbónicas,… son extraordinarios (fines de semana, cumpleaños…). No cedemos para no oírlos quejarse.
  • Hablar con ellos a diario, preguntarles cómo les ha ido el día, estar disponibles para escucharles.
  • No comparar a los hijos. No compararlos con el primo, el vecino,…para decirles cómo deben comportarse.
  • Combinar afecto y exigencia.


La lista podría seguir, pero vamos a coger una pequeña decisión y analizarla: “La madre que va al supermercado con su hijo y cuando llega a la caja no le compra la bolsa de gominolas colocada estratégicamente, aguantando sus llantos y sus lloros”. ¿Cómo y en qué incide esta pequeña decisión de la madre en la vida presente y futura de su hijo? No si es ocasional, solo si se repite junto a otras en la misma línea:
  • ¿Contribuye a que su hijo tenga una voluntad fuerte?: si
  • ¿Contribuye a que su hijo aprenda a controlar su impulsividad?: si
  • Si controla su impulsividad, ¿tendrá unas relaciones sociales, en el presente y en el  futuro de mayor calidad?: si
  • ¿Ayudamos a que tenga más amigos?: a más cualidades, más atractivo personal. Luego, SI
  • ¿Estaremos influyendo en su futura relación de pareja?: Un caprichoso termina siendo insoportable, luego SI.
  • ¿Me llegarán muchas o pocas quejas sobre su comportamiento en la escuela? Si este criterio se mantiene, con sentido común, en su educación…mas bien pocas.
  • ¿Influimos sobre su capacidad de terminar los deberes? Si, positivamente.
  • ¿Influimos en su futuro profesional? Lo que cuesta requiere esfuerzo y cediendo a sus caprichos debilitamos su voluntad, luego SI
  • ¿Influimos sobre su autocontrol a la hora de comer, beber, consumir sustancias en la adolescencia…? Si, positivamente.

Podríamos seguir, pero ahí lo dejo. Hay que EDUCAR CON OJOS DE FUTURO, el presente pasa y el pasado no vuelve. Pero hay una gran causalidad entre lo que haces con tu hijo en el presente – las pequeñas decisiones de cada día- y lo que llega a ser en el futuro. El problema es que hay muchos padres que restan importancia a las cesiones en el presente sin valorar sus consecuencias en el futuro, pensando que está lejos.

Termino con una frase que me llamó mucho la atención. Es de una persona a la que respeto y quiero. Dice así:

¿Viste como alzaron aquel edificio de grandeza imponente? ¡A fuerza de cosas pequeñas!


 José Antonio de la Hoz

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