En un entorno como el que
acabamos de describir la flexibilidad, la adaptabilidad, la resiliencia…son
cualidades importantes para la persona, mejor dicho, para que esta no naufrague
en ámbitos tan importantes de su vida como el relacional, el laboral o el
ético.
En el campo ético
todos observamos como la sociedad real va borrando del mapa normas que eran incuestionables,
por la vía de los hechos consumados, generando en la sociedad un más que
justificado miedo al futuro inmediato. Son muchas las personas y los padres que
empiezan a cuestionar los contenidos de la “moral social”, cuando ven la
corrupción campar a sus anchas o proliferar, cada vez más, las drogas y el
alcohol en el entorno de sus hijos, o el egoísmo y la falta de solidaridad,
entre otros contravalores. Se añora, cada vez más, una moral con un fundamento o sostén objetivo,
más en consonancia con la naturaleza humana. Quizás ven que la sociedad, sus
estructuras, están gobernadas por cabezas llenas de soberbia, borrachas de
poder, usurpando roles que no les corresponde, estableciendo direcciones que ni
ellos mismos saben a dónde llevan ni las consecuencias que acarrearán. Para navegar en este entorno es bueno cultivar
la tolerancia a la frustración y la flexibilidad, no para adaptarse a
injusticias, corruptelas y abusos, entre otras situaciones desagradables,
sino para conservar el equilibrio
personal, mantener a raya la ansiedad y mantenerse a flote, si se quiere
mantener una conducta moral.
En el ámbito laboral
parece finiquitado el empleo fijo para toda la vida y/o en el mismo lugar de
nacimiento. Conceptos como la deslocalización, la movilidad funcional y
geográfica, la temporalidad, …la flexibilidad en las relaciones laborales,
auguran a nuestros hijos un porvenir bastante movidito, en todos los sentidos,
incluido el geográfico.
Por otra parte, las empresas valoran menos los expedientes y más las competencias, las
capacidades, el manejo de idiomas, el dominio de las nuevas tecnologías,…hasta
en puestos humildes en los que antes “no
se necesitaban estudios”. Se habla mucho de creatividad y de innovación, de
iniciativa personal, de automotivación, de polivalencia, de orientación a la
calidad, de habilidades de comunicación y relación, de capacidad de trabajo en
equipo……cualidades que no se enseñan en el sistema educativo actual, que es un
ámbito que parece no cambiar y permanece anclado a las necesidades de la
Revolución Industrial del siglo XIX que, por supuesto, nada tienen que ver con
las necesidades y retos actuales.
Nuestros hijos van a conocer a lo
largo de su vida a personas de otras culturas, que hablan otros idiomas,… van a
desempeñar distintos puestos de trabajo en varias empresas y, quizás, en
distintas provincias, regiones o países, van a cambiar de rutinas laborales con
frecuencia, van a reciclarse en bastantes ocasiones,….Los padres jóvenes deben
plantearse CÓMO EDUCAN A SUS HIJOS para este entorno, en qué insisten, desde
cuándo y cómo…. Parece que la flexibilidad, la adaptabilidad, la resistencia a
la frustración,……van a ser necesarias en este panorama. ¿Qué pueden hacer los
padres para educar en esas capacidades? Vamos a ver algunas consideraciones:
- El espíritu de iniciativa y la creatividad se fomenta desdramatizando el fracaso, animando a los hijos a que exploren, a que tomen decisiones, no imponiendo en el día a día en casa, en cosas banales, las soluciones. Si nuestros hijos ven que abundan las críticas a lo que hacen y escasean los halagos, tomarán pocas iniciativas. Si los fallos provocan descalificaciones, entonces potenciaremos en ellos la pasividad y el seguidismo Ejemplos: deja que se atreva a aliñar una ensalada, a hacer un arreglo, a colocar un cuadro…sin críticas humillantes, siendo comprensivo con el error, enseñándoles a mejorar. Enseña a manejar herramientas, pero deja que decidan cuándo y cómo las aplican a un problema…., ya pedirán consejo si lo necesitan.
- Corrige a tus hijos en temas importantes y no en temas accesorios. Céntrate en uno o dos aspectos, no en todos. Si no lo haces tu hijo creerá que todo lo hace mal y tomará pocas iniciativas.
- No les resuelvas los problemas, anímalos a que se enfrenten a ellos, a que busquen soluciones, a que les dediquen tiempo. Anímalos a que prueben soluciones distintas, a que no se acomoden a la rutina de lo ya aprendido. De esta forma estaremos fomentando la iniciativa, la creatividad, la automotivación y la flexibilidad.
- Cuando vengan los fracasos, las humillaciones, las derrotas, déjale poco tiempo para lamerse las heridas, recuérdale todo lo que hace bien, acompáñalo en el costoso trabajo de levantarse. Usa el afecto, el cariño, la motivación y la exigencia. Por supuesto, será un gran condicionante, a favor o en contra, cómo te haya visto a ti gestionar esas situaciones.
- Anima a tus hijos a que practiquen deportes. Los colectivos les enseñarán a trabajar en equipo. Los individuales les ayudarán a superarse a sí mismo. En ambos deberán aprender a gestionar el éxito y el fracaso. La montaña es especialmente motivante, sobre todo cuando se llega al final de una excursión que ha costado trabajo.
- Hay que buscar situaciones que les ayuden a relacionarse con otros, desde pequeños, como la asistencia a cumpleaños, la celebración del suyo con amigos, facilitar que estos visiten la propia casa, las acampadas, los campamentos de verano, la participación en obras de teatro, los cursos de idiomas fuera de casa, etc. Así les ayudaremos a desarrollar las necesarias habilidades sociales que necesitarán en todos los ámbitos de la vida.
- Hay que procurar que terminen todo lo que comienzan. De esta forma les enseñaremos a retrasar la recompensa, a ser constantes, fuertes y poco caprichosos.
- Un clima general de optimismo en casa favorece el desarrollo de estas habilidades. En este clima tienen bastante que ver los comentarios y actitudes habituales de los padres, cuando vuelven del trabajo o cuando aparecen las dificultades.
- La rotación en los encargos de casa, la aceptación de las situaciones imprevistas, la motivación para que no rehúyan las tareas y situaciones para los que no son hábiles, le ayudarán en el camino de la polivalencia y la flexibilidad.
- Alabar su esfuerzo y no sus habilidades les ayudará a no estancarse, a avanzar, a ser constantes y laboriosos, a probar, a explorar.
- No ponerles límites con sentencias negativas, con valoraciones limitantes, con etiquetas como “eres un inútil”, “eres incapaz de hacer esto”, “tú no sirves”, “siempre te equivocas”, “todo lo haces mal”, etc. Ayudarles a no depender del juicio de los demás.
- También ayuda que los padres no se estanquen siempre en rutinas aprendidas, que salgan con relativa frecuencia de la zona de confort y prueben situaciones nuevas.
Termino, como siempre, con una
reflexión. En este caso de Fernando Alberca :
“Una motivación adecuada es la basada
en la verdad, en la mesura, en evitar la sobreprotección. Centrada en enseñarle
a hacer lo que puede aprender a hacer. Esperar a que lo haga. Confiar en que lo
hará bien con práctica. Que lo note porque lo creamos de verdad. Que sepa que
nosotros no escribimos por él, sino que le compramos el lápiz y les enseñamos
las letras. Que nos sentimos muy orgullosos cuando hace algo difícil, maduro. Y
que sabe que igual que puede aprender a salvar los obstáculos de hacerse la
cama, poner la mesa, ceder la mejor parte, también logrará cuanto se
proponga."
José
Antonio de la Hoz
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