lunes, 28 de octubre de 2013

¿Son responsables mis hijos?


Hace tiempo diseñaba y ejecutaba programas educativos. Las Escuelas de Verano y de Vacaciones era uno de ellos.  Nos contrataron este servicio en varios ayuntamientos y centros privados de enseñanza. Pues bien, un verano me llamó por teléfono la coordinadora de esta actividad en un colegio , para decirme que estaba desesperada con un niño de 5 años que no hacía caso a nada ni a nadie y, además, era irrespetuoso  con los de su grupo, incluida la monitora.. Superada la  sorpresa inicial  me presenté en el colegio y comprobé que todo era verdad. El niño comenzó a “torearme”, hasta que lo cogí de la mano, lo saqué de la clase y me lo llevé al patio; cuando abrí la puerta salió corriendo, esperando que yo lo siguiera, pero me limité a dejar la puerta entreabierta sin dejar de vigilarlo. Al ver que no lo seguía y  que estaba solo en el patio, volvió a la puerta con la intención de volver a clase. Le expliqué qué había hecho mal, cómo se había sentido su monitora y sus compañeros y que podía volver si estaba dispuesto a pedir perdón y a obedecer.  Tardó dos horas en dar el visto bueno a las condiciones, después de varios llantos, lloros e intentos de chantaje. Sus padres me dijeron que era hijo, sobrino y nieto único… su entorno era completamente complaciente con él en todo.

Nuestros actos tienen consecuencias siempre, en los que nos rodean y en nosotros mismos. La valoración y las consecuencias del comportamiento de tus hijos en casa debe asemejarse,  lo más posible,  a la valoración con la que se va a encontrar fuera de ella. Lo que tú les consientas puede que no se lo consientan los amigos, los vecinos, los futuros compañeros de trabajo, su futuro cónyuge y  en los casos más extremos, la policía y los jueces.

Un día un director de instituto, amigo mío,  me explicaba que se encontró en la calle a un antiguo alumno que tenía bajo rendimiento académico, al que le perdió la pista tras dejar el centro. Después de los naturales saludos  este le explicó que era abogado. Mi amigo se extrañó bastante y se interesó por los motivos  que le llevaron mejorar su rendimiento académico. Su alumno le explicó que estaba harto de sufrir las reprimendas y los juicios negativos cada vez que no se levantaba por la mañana, o suspendía o llegaba una nota negativa del tutor o sufría un trato distinto de los demás por sus notas. El dolor íntimo, el sufrimiento….le llevó a cambiar. No estaba dispuesto a seguir así toda la vida.

Cada acto, cada omisión, cada comportamiento, es valorado por nuestra propia conciencia y por la conciencia social predominante. Ambas valoraciones pueden coincidir o no…., últimamente se va contra natura en algunos temas.  Además genera efectos positivos o negativos en los demás, nos hacen merecedores  de alabanzas o de reproches, por ellos nos reclamarán una reparación o recibiremos una agradecimiento material y/o inmaterial. Nada de lo que hacemos es neutro. Todo lo que hacemos o dejamos de hacer tiene consecuencias más o menos visibles , instantáneas o a medio – largo plazo. Arrieros somos y en el camino nos encontraremos, dice la sabiduría popular.

Actuar con responsabilidad nos acerca a los demás, nos da prestigio, incrementa el valor de nuestro trabajo y de nuestros actos en general, ...nos complica la vida, pero nos hace más valiosos ante nuestra propia conciencia, mejorando nuestra autoestima, nuestro autoconcepto  y  acercándonos más a la limitada felicidad de la que disfrutamos en este mundo

Todo esto deben enseñarlo los padres a los hijos y , subsidiariamente, los profesores. Me permito dar los siguientes consejos:

  • Los padres con calidad humana transmiten esto con el ejemplo y pocas palabras. Personas con una voluntad fuerte, cumplidoras, laboriosas, ordenadas, positivas, resilientes, justas, generosas….con hábitos operativos buenos, con virtudes, lo tienen más fácil. Esto es así porque ser responsable cuesta, implica un esfuerzo personal, renuncia… A título de ejemplo, tirar un papel en una papelera implica un pequeño esfuerzo, también terminar un encargo a tiempo, ser puntual, sacar la bolsa de la basura, levantarse a la hora prevista, etc.
  • Límites y normas para los hijos desde pequeños, adaptados a su edad. 
  • Aplicar consecuencias realistas y proporcionadas, que se cumplen siempre cuando se traspasan  o incumplen esos límites. Valorar siempre el cumplimiento con reconocimiento personal al esfuerzo, no a las habilidades. Mejor el halago y las manifestaciones de afecto. Los premios materiales son la excepción.
  • Una sola voz, un solo criterio, un solo mensaje, sobre este aspecto, de los dos cónyuges.

  • Los hijos deben tener y realizar encargos en casa, desde pequeños,  que les ayuden a valorar que las cosas cuestan, que se necesita de su aportación para que las cosas funcionen, que nadie va a aceptar que sean los "reyes del mambo", viendo como los demás se esfuerzan mientras ellos miran.

  • Hablar con relativa frecuencia sobre la empatía.  Preguntarles sobre cómo se sentirán las personas de su entorno ante algunos de sus comportamientos, tanto positivos como negativos. Apoyar estos exámenes en grandes valores, no en el mero juicio de los demás, que los llevaría a la dependencia.
  • Los niños deben disponer de poco dinero y escasos caprichos, incluidos comida y bebida.
  • Ver sus roces en el colegio, con profesores, con compañeros, con amigos,…con ojos críticos. No darles  la razón sin más. Dejar siempre bien a los que ejercen autoridad sobre ellos, aunque haya que cuestionarles algo en privado.
  • Ayudarles a conocerse, dándole nombre a la tendencia que hay detrás de cada comportamiento, tanto positiva como negativa. Hablarles de que hay una persona que nos gustaría ser y otra que realmente somos, que debemos intentar mejorar, pero también debemos aprender a reírnos de nosotros mismos. Esto da pie a hablar de temas como la compasión, el perdón, la comprensión, el acompañamiento, la disculpa … con los demás y con nosotros mismos.
  • Explicarles que siempre habrá una lucha interna entre lo que deben hacer y lo que les apetece hacer. Que estarán más cerca de la felicidad cuando hacen lo que deben . Lo que apetece da un placer momentáneo, acompañado de un sabor agridulce, que afecta a la autoestima y al autoconcepto.
  • Enseñarles que cuando nos equivocamos tenemos dos caminos, justificar el  error o corregirlo…  pero tendemos a lo segundo. Ser sinceros con uno mismo cuesta, pero nos hace más humildes, más objetivos y nos ayuda a a tener los pies en la tierra, a partir de una  posición óptima para avanzar, para mejorar.

Como siempre, me cuesta terminar cuando me pongo a escribir.  Siempre busco una cita; me pongo a buscarla y encuentro varias, pero elijo estas dos:
  • Los buenos padres crean un estilo de vida irresistible para sus hijos
  • Si quieres que tus hijos maduren pronto exígeles responsabilidades por lo que hacen mal y aplaude el esfuerzo por hacer las cosas bien.


José Antonio de la Hoz

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