viernes, 14 de agosto de 2015

En la educación de los hijos no hay vacaciones

Hace una semana visitaba a un pariente mío que trabaja como orientador en un Instituto. Está casado y tiene un hijo con cinco años y una niña con siete. Después del habitual saludo e intercambio de información, me comentaba que todos los días les dedica una hora a sus dos hijos  para, entre otras cosas,  fomentar en ellos el hábito de leer y repasar contenidos del curso.

En España comienza un nuevo curso escolar en septiembre y la primera evaluación cuesta si no se han mantenido ciertos hábitos de trabajo durante las vacaciones. No se trata de poner a los niños a estudiar si o si sino de mantenerlos ocupados; ver con ellos, cada noche, que van a hacer al día siguiente.

El pariente al que mencionaba sabe que en la educación de los hijos no hay vacaciones y que esta tarea va de lo siguiente:
  • Crear y desarrollar hábitos y capacidades escolares, sociales, etc. Para lo cual es necesario dedicación y práctica diaria. Pasar un verano sin hacer nada es un retroceso en el camino y costará más que los hijos empiecen bien el curso. Hablamos de hacer deporte, ayudar en casa con encargos y arreglos, leer algún libro adecuado a su edad, repasar contenidos del curso que acaba de terminar, ir viendo algún contenido del próximo curso -especialmente de matemáticas, lengua e idioma extranjero -, participar en algún campamento o similar, visitar algún museo o espacio cultural con la familia o amigos, etc.
  • Fomentar valores en sus hijos, con el ejemplo,  la asignación de tareas y el seguimiento de su desempeño. Me consta que él tiene un día lleno de actividades dónde entran desde su reciclaje profesional, hasta la solidaridad con los demás, pasando, como se ve, por el cariño a sus hijos dedicándoles tiempo. También hace deporte con su mujer, echa una mano en casa, etc. Todo menos sentarse y dejar pasar el tiempo viendo televisión.
  • Exigir y querer a los hijos. Exigirles  conlleva establecer -de forma consensuada con el cónyuge-  actividades y tareas diarias para que ocupen su tiempo. Esto se hace asignándoles pequeños encargos, corrigiendo, manteniendo la exigencia, supervisando el desempeño, comunicándose con ellos en positivo, sin humillar, sobre temas pendientes no vistos a fondo durante el curso,  etc. Dentro de ese tiempo pueden cultivar sus aficiones, siempre que no sea pasar las horas muertas delante del ordenador, televisión o videoconsola.
  • Animar a los hijos a cultivar las relaciones con la familia secundaria, con los amigos, vecinos, etc. El verano es un buen momento para poner el acento en este aspecto. Hay que ayudarles a  hacer planes contando con los demás. Es una buena forma de fomentar las habilidades sociales. Se les puede ayudar preparando alguna pequeña fiesta en casa con cualquier excusa.

Estamos a mediados de agosto y queda tiempo para ponerse a trabajar en estos puntos si hasta ahora no se ha hecho. Cada hora dedicada a un hijo/a tiene sus frutos. Todos tenemos más o menos claro el mensaje pero nos cuesta ponerlo en marcha o nos pilla cansados/as si continuamos trabajando en verano. ¿Qué podemos hacer?. Podemos animar a nuestros hijos a que hagan una plan por escrito de lo que van a hacer al día siguiente y supervisarlo, de forma distinta a cada edad. Os animo, mediante vuestros comentarios en esta entrada a que me compartáis cada uno lo que hacéis.

Termino, como siempre, con una frase. Esta vez de Baltasar Gracián: “Lo único que realmente nos pertenece es el tiempo: incluso aquel que no tiene otra cosa lo tiene”

José Antonio de la Hoz


No hay comentarios:

Publicar un comentario