Con la llegada de la adolescencia
el niño que teníamos en casa comienza a desaparecer, para dar paso a una
persona en la que comienzan a producirse cambios físicos y emocionales. Antes
los padres eran la referencia, ahora lo es el grupo de iguales. Es
una etapa de búsqueda de la propia identidad, de tránsito a la independencia y autonomía
propia. Comienzan a no querer la tutela de los padres y a pedir espacio, que
permita la finalización de su desarrollo personal.
Entre los CAMBIOS FÍSICOS destacan
el aumento de la estatura, el desarrollo de los órganos sexuales, la aparición
de bello corporal y la aparición del acné. En las chicas aparece la
menstruación y se ensanchan las caderas. En los chicos se desarrollan los
testículos. En cada adolescente los cambios se producen en un momento
diferente; en torno a los 11 – 12 años en las chicas y sobre los 13 – 14 años
en los chicos.
Las consultas médicas más
habituales en esta etapa derivan de problemas en la piel, problemas abdominales,
mareos, cefaleas y dolores dentales.En esta etapa aparecen CAMBIOS
PSICOLÓGICOS que pueden afectar tanto al adolescente como a los padres y resto
de familia. Comienza a comunicarse con
más brusquedad y con planteamientos más radicales, todo es blanco o negro, no
hay grises. Nuestro hijo pasa, de forma imprevista, de la alegría más
estridente al gesto más sombrío en poco tiempo, sin que él mismo sepa dar razón
del cambio.
Estos comportamientos forman
parte de su proceso de afirmación.
Son hipercríticos con los padres,
pero receptivos e imitativos con el grupo de amigos, en especial con los
líderes. De ellos imitan comportamientos e ideas. Los padres deben prepararse
para vivir todos estos cambios, pero no vivirlos con angustia. En el periodo
anterior se era más intransigente y más impositivo, en este se debe ser más flexible aunque marcando límites.
Algunos consejos generales a los
padres para este periodo:
·
Para esta etapa hay que hacerse con una mochila en la que haya paciencia, comprensión, afecto,
amor y cariño, diálogo, negociación, coherencia, flexibilidad, medida para
pedir responsabilidades y fortaleza para exigirlas.
·
Establecer pocos límites y en lo importante.
Bien definidos y previamente acordados por los padres.
·
Los padres, como rectores del hogar, tienen todo
el derecho a establecer normas básicas en las que no transigen (ambiente
familiar habitual, horarios, rendimiento escolar, asunción de responsabilidades
,etc)
·
Es bueno explicar a nuestros hijos que todos
estamos sometidos a límites y que estos son necesarios.
·
Dar algún margen en la definición de normas y
responsabilidades en casa. Es bueno que fijen sus propios compromisos…, de
forma adecuada.
·
Enjuiciamos comportamientos, no personas. Decimos
como nos sentimos ante un comportamiento inadecuado, …
·
Se perdonan los errores pero exigimos
responsabilidades, proporcionadas al error.
·
Los incumplimientos tienen consecuencias
conocidas previamente y que luego se exigen.
·
Se recuerda lo que se hace bien en la misma
medida que lo que se hace mal. Nadie se equivoca en todo
·
Retrasar el momento de la reconvención a un
momento de tranquilidad. Suspendemos la comunicación cuando sentimos que él o
nosotros vamos a perder el control. La retomamos al día siguiente o pasados
unos días…, pero la retomamos.
·
Es bueno saber que opinan y dialogar con ellos
de forma constructiva. Hacer esto de forma periódica con cada uno de nuestros
hijos/as
·
Necesitamos y nuestros hijos necesitan que los
queramos tal y como son. No quitamos cariño, ni comprensión, ni afecto…porque cometan errores
·
Las correcciones se hacen en privado. Las
alabanzas en público.
·
Ser receptivos a que nuestros hijos vengan a
casa con sus amigos, charlamos con ellos y vemos que piensan en temas
importantes para nuestro hijo (diversión, trabajo, sexualidad…etc)
·
No perdemos autoridad por pedir perdón cuando
nos equivocamos. Tampoco los padres
José Antonio de la Hoz
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