jueves, 12 de diciembre de 2013

¿Es necesario enseñar a obedecer a los hijos?


Hablar sobre la necesidad de enseñar a obedecer puede ser considerado por algunos un atrevimiento, porque hoy se lleva hablar de derechos, no de obligaciones, sin embargo:
  • La obediencia es necesaria para el funcionamiento de las organizaciones y de la sociedad en general, también de la familia. Si todos mandamos, nadie obedece y todo se paraliza. 
  • Llevamos unas decenas de años hablando de derechos pero no de obligaciones, hemos acostumbrado a varias generaciones a pedir mucho y obedecer poco. Criticamos con facilidad el comportamiento ajeno, pero casi nunca ponemos en cuarentena el propio

Los padres deben facilitar la obediencia de los hijos y controlar su realización práctica. Para ello es necesario que el mandato y el mandante cumplan, a ser posible, gran parte de estos requisitos:

  1. Que busque el bien del hijo, su educación o desarrollo personal, no el capricho o la arbitrariedad de los padres, que llevaría a la sumisión.
  2. Que se apoye el mandato con razones para obedecer, aunque la comprensión de estas no sea imprescindible para la obediencia.
  3. Que se realice en el momento adecuado y teniendo en cuenta su edad y circunstancias. En la adolescencia se dialoga y se negocia más que en la infancia.
  4. Que no se acumulen  muchos mandatos en el mismo tiempo. Hay que seleccionar lo importante
  5. Que lo que se mande sea asequible, alcanzable por el afectado. Que se valore el esfuerzo puesto junto con los resultados, los pequeños avances junto con los retrocesos.
  6. Que los padres se esfuercen por vivir lo que mandan. Que den ejemplo
  7. Que se comunique el mandato  cuidando las formas, aunque sea para reprender o exigir responsabilidades. Que no se humille, ni se alce la voz.
  8. Que se mande siempre lo mismo y con constancia, dejando al margen el estado de ánimo.
  9. Que se controle la ejecución de lo mandado
  10. Que padre y madre coincidan en lo mandado y le den la misma importancia. Antes habrá que llegar a consensos.

No hay que cumplir todos los requisitos, pero si hay que repasarlos de vez en cuando.  No se hipoteca el desarrollo de una persona, de un hijo, por un perfeccionismo mal entendido.

Nacemos con una tendencia a hacer lo contrario de lo que nos dicen, pero la obediencia es necesaria para nuestra formación y desarrollo personal, ya que nacemos dependientes y limitados por pasiones, miedos, pereza, ignorancia, desórdenes… que condicionan nuestra libertad. Los padres mandan a los hijos para alcanzar esa libertad, moderando la influencia de esos condicionantes. Para entender esto basta pensar en personas conocidas a las que se les ha consentido casi todo desde pequeños. Suelen ser tiranos, egoístas, manipuladores y disfrutan de poca capacidad de decidir sobre su futuro. En vez de desarrollo y mejora personal, los padres han permitido el desarrollo de pasiones, miedos, pereza, ignorancia….y otros aspectos indeseados de la condición humana.

Obedeciendo, en los términos vistos, desarrollamos capacidades y habilidades. La inteligencia nos ayuda a entender  y descubrir las razones para obedecer. Necesitamos de la voluntad para obedecer y la hacemos crecer obedeciendo. Ponemos en práctica valores, adquirimos hábitos, alcanzamos metas, nos desarrollamos, somos más libres.

También a lo largo de nuestra vida vamos a tener que obedecer  al jefe en el trabajo y, quizás, tiene poder pero no autoridad moral. Vamos a tener que ceder alguna vez con compañeros de trabajo, con la pareja, amigos, vecinos…. Y nos va a ayudar la obediencia vivida en casa, con nuestros padres. No perdemos prestigio ni autoridad cuando cedemos, siempre que no sea siempre y con la misma persona o que lo hagamos por una excesiva dependencia de lo que piensen los demás.

Quiero terminar esta reflexión sobre la obediencia con algunos pensamientos:

  • El niño obedece mejor a aquel en el que reconoce la autoridad y no el poder, aquel del que emana excelencia y comunica respeto . José Antonio  Marina (filósofo, escritor y pensador)
  • Es mejor mandar y obedecer por convicción (seducción), que por coacción (tiranía). Hannah Arendt (filósofa política)
  • Es más fácil quejarse que aguantar, amenazar al niño que persuadirlo . San Juan Bosco
  • Los buenos padres crean un estilo de vida irresistible para los hijos. Anónimo
  • Hace falta saber obedecer para no ser un tirano. Anónimo
José Antonio de la Hoz


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