Por mi formación soy muy dado a
usar terminología relacionada con el mundo de la empresa, donde se habla de “procesos”
productivos, de gestión, de comunicación o de toma de decisiones. En el ámbito
educativo también hay procesos, con final más o menos feliz, en función de quien ejerza el control sobre ellos.
Ayer me puse a ver un programa de
televisión en el que un señor, figura del deporte en su juventud, con una
conducta errática de la que salió en su madurez, trataba de ayudar a distintos
progenitores a reconducir los pasos de sus hijos rebeldes, violentos, tiranos, machistas, egoístas
y maltratadores.
A lo largo del programa se veían
escenas de violencia verbal muy duras , de los hijos con los padres, acompañadas de rotura de muebles y puertas, intentos de agresión física, amenazas,
chulería, etc. No tarde más de 20 minutos en cortar la televisión y traer a la memoria las más de 9.000 denuncias
de padres a hijos, por maltrato en 2012 que, según los expertos, son la punta
del Iceberg de esta realidad, porque lo más doloroso para unos padres es
denunciar a sus hijos y muchos no lo hacen.
Un adolescente conflictivo no
surge de la nada. Es el resultado de una PROCESO largo, que comienza en la
infancia, en el que los padres van perdiendo el control en las decisiones y cometiendo errores de calado en aspectos importantes. Van a remolque de los deseos y caprichos de los hijos, que es el camino contrario de la madurez, la autonomía y el desarrollo personal. Quizás ocurre esto por falta de formación, por un amor mal entendido, por ingenuidad o falta de idoneidad, entre otras
causas. No pongo en duda la buena intención de casi todos los padres.
Emilio Calatayud, Juez de
Menores, señalaba en una entrevista reciente que el maltrato de hijos a padres
se ha disparado en los últimos cinco años, llegando al 20% - 25% de los casos
que él juzga, con notable incidencia en
familias de clase media – alta y con un protagonismo similar en chicos y chicas. Los padres afectados no suelen estar de acuerdo en cómo educar a
los hijos, ponen pocos límites y tienen un estilo educativo excesivamente
democrático o sobreprotector.
Es difícil hacer una valoración
de cada caso, sin conocer en profundidad las circunstancias que lo rodean, pero
si se pueden describir comportamientos de los padres con cierta garantía de
terminar en estas dolorosas situaciones. Ahí va una relación, en unos casos en
negativo y en otros en positivo:
- Los padres, desde que sus hijos son pequeños, no van a remolque de sus deseos y caprichos. Para educar hay que exigir. Si no es así, nos encontraremos con un adolescente tirano, egoísta y dependiente
- Los hijos deben acostumbrarse, desde pequeños, a convivir con el “NO”. Ejemplos:
- No te cojo en brazos porque no toca
- No te compro una golosina o algo que te ha llamado la atención por la calle, aunque llores y patalees. Los extraordinarios para los domingos y fiestas, si se puede.
- Desde la más tierna infancia no consentimos que nos levante la mano.
- Te acuestas a tu hora
- No pones la televisión si no toca.
- Te comes la comida aunque no te guste.
- Las rabietas, cuando no se te dan caprichos, las pasas en tu cuarto solo, etc
- Los padres se ponen de acuerdo a la hora de establecer límites y normas. Tienen un solo criterio. No se desautorizan ni juegan a poli bueno, poli malo.
- Los hijos tienen, siempre, metas exigentes pero asequibles. Con ellas trabajan la voluntad, alcanzan una alta autoestima e incuban, poco a poco, un aceptable autocontrol, necesario para el respeto a los demás.
- Los padres controlan que se cumpla lo establecido, hay un seguimiento de cada hijo.
- En casa hay un clima de exigencia en todos sus miembros y valores que se viven y se transmiten que, junto con la voluntad, serán un freno al egoísmo, la dependencia, la tiranía, y demás impulsos y actitudes rechazados por los padres, compañeros, vecinos y sociedad en general.
- En casa hay un clima de confianza y respeto entre sus miembros
- El fracaso escolar se afronta y soluciona en sus primeras manifestaciones
- Las comidas siempre a su hora. No hay caprichos de bollería, bebidas, …salvo las fiestas familiares, cumpleaños, domingos o similares. Los demás placeres también tienen límites.
- Las adicciones se cortan en sus primeras manifestaciones con normas claras (consolas, televisión, internet, móvil, comida, bebida, etc)
- La relación entre los padres es buena. Si se ha roto no se instrumentaliza a los hijos para hacer daño al otro. Permanece el CONSENSO PARA EDUCAR.
- Desde pequeños tienen encargos en casa.
Para educar, para evitar hijos
tiranos, tu debes tener siempre el control. Para que este no sea arbitrario
debe de concretarse, por consenso de los padres, en límites, normas y
responsabilidades por incumplimiento, no en estados de ánimo (hoy estoy bien y
cedo en los caprichos, mañana estoy cabreado y no lo hago).
Termino con un vídeo de Emilio Calatayud en el que menciona el famoso DECÁLOGO PARA FORMAR A UN PEQUEÑO DELINCUENTE
José Antonio de la Hoz
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