viernes, 3 de octubre de 2014

¿Éxito escolar?: ¡Un plan para cada hijo, desde principio de curso...!



En  torno a 8 millones de alumnos de enseñanzas no universitarias acaban de comenzar las clases en España (curso 2014-15), distribuidos en casi 28.000 centros escolares. Les enseñarán distintas materias alrededor de 664.000 profesores. El Estado se gastará en torno a 7.900 euros por alumno en centros públicos y una cantidad sensiblemente menor en centros privados concertados.

Pues bien, a pesar de este despliegue de medios llegarán las notas de la primera evaluación y algunos alumnos traerán suspensos, muchos o pocos. Unos por primera vez y otros arrastrarán la situación de años anteriores. Unos padres se preocuparán  y pedirán una entrevista con los profesores de sus hijos para buscar las causas y las posibles soluciones, y otros no. Los que puedan contratarán los servicios de un profesor particular, sin ser conscientes de que las clases de apoyo son probablemente un parche que no actúa sobre todas LAS CAUSAS del fracaso de su hijo. Otros quizás echen la culpa al colegio o a uno, varios o todos los profesores de su hijo, sin ser conscientes de que, casi con toda seguridad, los suspensos de su hijo tienen una raíz compleja   . Esto es una manifestación más de la tendencia humana a simplificar los problemas, sin valorar  que quizás una de las  causas podemos ser nosotros mismos.

Lo dicho en el anterior párrafo es una posible descripción, muy resumida,  de la actitud de los progenitores frente a los suspensos de sus hijos.

Pues bien, me centro en lo que debería ser la actitud correcta de los padres de alumnos que se mueven en el entorno del aprobado – suspenso, en primaria:
  • Todos los problemas tienen solución a principio de curso y los habrá si su hijo apuntaba maneras en el curso anterior. Procure acordarse de las recomendaciones que recibió a final del curso anterior y sígalas. Haga un plan.. En la primera evaluación hay que actuar con urgencia. En la segunda, solo tienen solución los problemas puntuales y en la tercera hay que mirar a septiembre.
  • En las conversaciones con los hijos se refuerza el papel de los profesores y no a la inversa.
  • Hablar periódicamente con ellos  sobre la importancia de la puntualidad, la constancia, el esfuerzo,  la comprensión de lo que se hace, los efectos positivos de los buenos resultados y del trabajo bien hecho sobre la autoestima, etc. Dar ejemplo en estos puntos.
  • Su hijo debe tener un horario de estudio que ha de convertirse en hábito. Hasta que se consigue los padres están encima, desde pequeños, comprobando que se cumple.
  • Alguno de los padres ha de comprobar diariamente, desde principio de curso, que su hijo hace los deberes y los entiende, prestando especial atención a las matemáticas y la lengua, por tratarse de asignaturas necesarias para aprobar las restantes.
  • Es bueno que los hijos vean en los padres inquietudes intelectuales: leen periódicamente la prensa, leen algún libro, van a algún museo, obra de teatro, etc.
  • En matemáticas, lenguaje e idioma puede haber conocimientos de años anteriores que no domine y que sean necesarios para adquirir los de este año. A esto se le llama desfase curricular. Hay que ponerle solución desde principio de curso; si no sabe como hacerlo, póngase en manos de un pedagogo para solventar el problema.
  • Hay que descartar la posibilidad de que su hijo padezca algún trastorno del aprendizaje.
  • Un entorno familiar con escasa conflictividad ayuda a que los hijos rindan más.
  • La probabilidad de fracaso escolar es mayor en hijos de padres autoritarios, pasotas o sobreprotectores, ya que estos estilos educativos inciden en la autoestima y seguridad de los hijos, cualidades necesarias para afrontar con éxito cualquier tarea.
  • Aumenta la posibilidad de fracaso escolar cuando la comunicación con los hijos es agresiva, humillante y con uso de etiquetas negativas o peyorativas.
  •  Las alabanzas han de ir dirigidas al esfuerzo de los hijos, no a sus cualidades.
  • Debe haber ambiente de trabajo en todos los miembros de la familia. Por la tarde está apagada la televisión y las videoconsolas están guardadas hasta el fin  de semana. Los móviles se compran lo más tarde posible, pero si los hubiere se dejan  en un sitio que controlen los padres cuando se llega a casa. Se da por supuesto que no tienen conexión a Internet.
  • La exigencia debe ir acompañada de cariño incondicional. No se quiere más al hijo que triunfa y menos al que fracasa. A los hijos se les quiere tal y como son, sin renunciar a poner los medios para que mejoren.
  • Los dos padres deben ir a una. También en caso de separación o divorcio. Los hijos no son propiedad de ninguno de los cónyuges y mucho menos una herramienta para hacerle daño al otro/a.
  • En el primer mes de curso hay que visitar al tutor para ver cómo van las cosas.
  • Se hace un plan mensual con cada hijo, con metas concretas y medibles, que se anotan y se revisan . Los dos padres revisan su grado de cumplimiento periódicamente 

Unos padres contarán con unas circunstancias personales, familiares, laborales… que les permitan cumplir con gran parte de lo señalado y otros no. Cada uno que llegue a donde pueda, pero desde principio de curso: como siempre,  ES MEJOR PREVENIR QUE CURAR.

José Antonio de la Hoz


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