martes, 12 de febrero de 2013

Premios y castigos. La última opción


Antes del  premio o castigo

Nadie duda de que los premios y castigos son un instrumento  que sirve para reforzar comportamientos adecuados  y modificar los  inadecuados. Lo que no parece  estar claro es que un uso inadecuado de este medio puede provocar efectos negativos en el desarrollo del niño. Las herramientas habituales y ordinarias en el proceso educativo deben ser:

      1.     El ejemplo y la coherencia de los padres, que se esfuerzan por vivir aquello que exigen.

2.     El sentido común, que lleva a exigir adecuadamente a cada hijo en cada edad.

3.     Los razonamientos. Hay que dar motivos y razones para exigir un determinado comportamiento. Somos animales racionales y esta verdad nos debe llevar a trabajar el instinto y el intelecto de nuestros hijos. Si trabajamos solo el instinto los estaremos domando o adiestrando, si trabajamos también el intelecto los estaremos educando.

4.     La paciencia. Algunos cambios exigen tiempo y graduación de metas

5.     La cantidad de aspectos en los que exigir. No se puede exigir todo y en todo momento. Los dos cónyuges deben acordar tres  ocuatro cosas importantes en las que focalizar la  y exigencia al hijo.

6.     La modulación e intensidad. Lo que le exijo a mi hijo debe ser asequible, alcanzable. Cada individuo tiene capacidades y limitaciones propias. Estandarizar la exigencia, es decir, exigir a todos lo mismo, no me parece adecuado. Las tutorías con profesores o las consultas a profesionales nos pueden ayudar a concretar los umbrales de exigencia para cada hijo, combinando la opinión externa con el conocimiento que nosotros tenemos de Él.

7.     En el proceso educativo nuestro hijo siempre debe sentirse querido. No dejamos de ser padres ni de querer a los hijos porque  tengan fallos y no sean "perfectos".

Solo cuando los medios ordinarios para educar fallan habrá que recurrir a los premios y/o castigos, de forma equilibrada y circunstancial.

Premios y castigos: tipos y consejos de uso

El pedagogo José María  Lahoz  realiza una interesante clasificación   de los premios y castigos, acompañada  de consejos de uso. Recojo a continuación un resumen de la misma:

1.     Tipos de premios

o   Previstos: están pactados y se entregan cuando se realiza la conducta prevista.

o   Imprevistos: se reciben sin previo aviso por una conducta deseable. Causa efectos en quien lo recibe y en quien observa.

o   Por entregas: pequeños logros sirven para acumular puntos para un premio final.

o   Liberadores: permiten liberarse de una tarea desagradable.

o   De base afectiva: consisten en un reconocimiento afectivo de quien los otorga como abrazos, besos, alabanzas,…trato preferente.

o   De base material: regalos de cosas materiales o dinero.

o   Relacionados con la autonomía: consisten en más libertad para administrar tiempo, dinero, espacio…

2.     Consejos para gestionar los premios:

o   Concretar bien lo que se premia.

o   Cumplir lo pactado

o   Proporcionalidad entre premio y esfuerzo realizado.

o   Premios a corto  plazo para los más pequeños

o   Lo que se premia debe ser alcanzable, lo inalcanzable o muy difícil no motiva para el cambio.

o   El premio ha de ser más extraordinario que frecuente.

o   Con justicia merecida: el premio pierde motivación cuando se da aunque no se consiga lo pactado. El dador pierde credibilidad.

o   El premio más valioso es el social – reconocimiento, elogio...-, el premio tangible debe ser el último recurso.

o   La conducta que se está aprendiendo por primera vez debe ser reforzada con frecuencia, hasta que se estabilice.

o   Si premiamos la conducta inadecuada – por ejemplo comprándole un capricho en el hipermercado por no oír una barraquera – creamos una personalidad débil e incentivamos esa forma de conseguir las cosas.

3.      Inconvenientes de los premios:

o  El uso habitual y prolongado crea adicción y tendencia a actuar solo por este tipo de estímulos.

o   Ayuda a cambiar la conducta pero no las actitudes y motivaciones

4.     Tipos de castigos:

o   Previstos: se define una conducta inadecuada a la que se asocia un castigo concreto.

o   Imprevistos: aparece una conducta inadecuada y se castiga. No hay aviso previo.

o   Con oportunidades: se ofrecen dos oportunidades de rectificación antes de llevar a cabo el castigo

o   De base afectiva: indiferencia, silencio, reprimenda, aislamiento o similares.

o   De base material: multas, retirar la paga o algún bien material y otros similares

o   Relacionados con la autonomía: prohibir o limitar salidas, prohibir relaciones con amigos, limitación del tiempo de uso de juguetes, etc.

5.     Consejos para gestionar los castigos

o   Evitar los castigos absurdos, incumplibles o desproporcionados porque es muy probable que no se consiga el objetivo educativo perseguido. Es aconsejable no poner castigos en caliente o alterados.
o Comentarlos previamente con el cónyuge para llegar a un acuerdo.

o   Buscar castigos relacionados con la conducta no deseada. Ejemplo; arreglar lo que se estropea, reducir la hora de llegada a casa si se ha llegado tarde, etc.

o   Es bueno explicar el castigo y que se asuma como una forma de mejorar.

o   El castigo ha de cumplirse lo antes posible, de lo contrario pierde eficacia.

o   Se puede rebajar el castigo si en el momento de cumplirlo está cambiando la conducta. El castigo es un medio.

o   Castigar siempre que se cometa la misma falta, no unas veces sí y otras no, ya que causaríamos confusión y sentimiento de arbitrariedad.

o   No vincular el castigo a tareas escolares (deberes, copiar,…), porque asociará algo desagradable a cumplir con su trabajo ordinario.

o   Evitar los estímulos contradictorios:  le regañamos, después lo castigamos, más tarde nos arrepentimos y terminamos mimándolo.

o   No castigar la conducta adecuada. Ejemplo, le decimos que nos diga la verdad  sobre algo y cuando nos la dice lo castigamos. La próxima vez nos mentira.

6.     Inconvenientes de los castigos:

o    Debe ser el último recurso y no  habituales, porque actuarán bajo la amenaza pero sin asimilar los valores que pretendemos. Tendrán dos patrones de conducta: uno cuando están junto a nosotros, por miedo, y otro en la calle.

o   No deben ir acompañados de juicios sobre la persona. Rechazamos conductas pero no personas. Si podemos decir cómo nos sentimos ante el comportamiento inadecuado

o   La arbitrariedad, injusticia o falta de proporcionalidad generan aversión, venganza y resentimiento

Premios y castigos: otras ideas a tener en cuenta

·       Es bueno que nos acordemos y les recordemos a nuestros hijos, que las consecuencias de nuestros comportamientos, actitudes, carácter…no se quedan en la esfera individual. Las familias, las empresas, los grupos de amigos, la comunidad de vecinos y la sociedad…funcionan gracias al esfuerzo habitual de sus miembros.

·       Es bueno hablar, al menos de vez en cuando, de otras fuentes de felicidad distintas de las materiales, como el trabajo bien hecho, el deber cumplido, la mejora personal, los hábitos buenos, la autoestima y el autoconcepto…y predicar con el ejemplo.

·       Parte del trato que recibimos de los demás es proporcional al sentimiento de gratitud que sienten hacia nosotros, fundamentado en el tiempo que les hemos dedicado, en los servicios prestados, en nuestra capacidad de perdón y comprensión, en nuestro optimismo,  en la cantidad de bienes materiales que hemos compartido…, en definitiva, en realidades más espirituales que materiales.

·       Es de justicia que destaquemos lo que nuestro hijo hace bien, al menos con la misma fuerza con la que castigamos o desaprobamos. De lo contrario estaremos estimulando una baja autoestima en él.

 José Antonio de la Hoz

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