1. Una valoración inicial
La televisión es un
electrodoméstico cuyo uso puede ser perjudicial o beneficioso para padres e
hijos. En los primeros años de vida solo hay cadenas públicas de televisión y se le asignan tres fines básicos: entretener, informar y educar. Pasados los años se permite la
existencia de cadenas privadas de televisión que reducen la trilogía de fines a
uno solo “ganar dinero” y no tienen ningún problema en admitir que “…de la educación se ocupen los padres”. Ante este panorama los
Estados se ven obligados a legislar sobre los contenidos televisivos, para
proteger a los niños.
Hace unos años asistí a una conferencia de Rosa
María Calaf, que fue corresponsal de Televisión Española, en la que
explicaba la tendencia de algunas cadenas de televisión a convertir los
telediarios en puro espectáculo, con el fin de aumentar su audiencia; en esta
línea explicaba como algunos corresponsales en conflictos armados aparecían con
chalecos antibalas, aunque retransmitían a kilómetros del fuego real, por orden
de sus jefes. La tarea de
informar se condiciona a la de captar audiencia, para obtener un mayor beneficio.
Los telediarios se convierten en voceros de noticias seleccionadas sobre
catástrofes, accidentes, asesinatos, robos…reflejando una realidad sesgada y
negativa de la vida real, y esto sin hablar de su alineación con partidos
políticos y oligarquías financieras. De esta forma se informa de “lo que
interesa”, “en la forma que interesa” y “cuando interesa”, que puede ser mucho,
poco o nada.
Actualmente las cadenas privadas
de televisión solo piensan en “entretener”
para ganar dinero. Los anuncios de televisión se cobran en función de la
audiencia de la cadena en el periodo de tiempo en el que se insertan. El estruendo en sus diversas manifestaciones es lo que más
capta audiencias. Nos fijamos en lo extraordinario. Las telenovelas, concursos,
programas de debate, programas de entretenimiento,…están llenos de estruendo y
acontecimientos extraordinarios, es decir, de cuernos, asesinatos, accidentes,
casquería, traiciones, reencuentros, maltrato, voces, mucho movimiento y
estrés, grandes premios, injurias y calumnias, enfrentamientos, murmuraciones,…solo
hay tranquilidad y más objetividad en los documentales, probablemente porque se programan para la hora de la siesta.
Con este panorama los padres que
no pongan límites al uso de la televisión en
casa, tanto propio como de los hijos, están permitiendo la entrada de
mensajes, estilos de vida, ideas, modos de relación y contravalores desaconsejables … que pueden
traducirse en comportamientos inadecuados en los hijos, en carencias en su
desarrollo, en efectos nocivos para su salud y otras consecuencias no
deseables.
2. Algunos datos sobre la televisión
Para concienciarnos sobre lo que
debemos hacer, es bueno que conozcamos algunos
datos:
·
Los niños entre 4 y 12 años dedican una media de 2,38 horas diarias a ver
televisión (Informe de Barlovento Comunicación para Europa Press)
·
Un 35% de niños tienen la televisión de fondo en
casa, siempre o casi siempre.
·
Un reciente estudio de la Universidad
de Valencia indica que:
o
La primera actividad de ocio de niños y niñas es
la televisión
o
Lo primero que hacen el 30% de niños/as cuando
llegan a casa es encender la televisión (13,1% escucha música, 18,8% juega con
amigos o familiares, 10,9% lee…)
o
Tres de cada diez niños entre 4 y 12 años tienen
televisor en su dormitorio.
o
750.000 niños en España ven la televisión
después de las 10 de la noche y 20.000 después de las doce
o
Solo el 25% del tiempo que ocupan los niños
delante del televisor corresponde a programas infantiles
3. Efectos nocivos de la televisión en los hijos
Vamos a resumir algunos efectos
nocivos de la televisión en la vida de los hijos:
·
Sacar
malas notas: ver la televisión
apenas requiere esfuerzo intelectual, cosa que si exige tomar apuntes, hacer
los deberes, memorizar…
·
Desarrollo
de una actitud pasiva: la televisión capta la atención con una emisión
rápida de planos que puede llevar a los niños a considerar aburridos otros
juegos. Se ejercita poco el cerebro viendo la televisión.
·
Leer
menos libros
·
Hacer menos
ejercicio, ya que la televisión se
suele ver tumbado o sentado. Esto facilita la obesidad infantil
·
Problemas
de salud derivados de las posturas habituales para ver televisión
·
Depresión:
el profesor Brian Primack, de la Universidad de Pittsburgh (EEUU), relaciona el
consumo excesivo de la Tv en la infancia con síntomas depresivos en la
juventud. Entre los motivos: trastornos del sueño asociados a la exposición
prolongada, negatividad de los mensajes,, pasividad, falta de actividades
deportivas, sociales o intelectuales, que actúan como factores protectores
frente a la depresión.
·
Trastorno
por déficit de atención e hiperactividad: según la Asociación Española de
Pediatría, los menores de dos años que ven la televisión entre 3 y 4 horas al
día, tienen un riesgo entre un 30 y un 40% mayor de padecer Trastorno por
Déficit de Atención e Hiperactividad
·
Retraso
en habilidades sociales: el tiempo que dedicamos a la televisión no lo
ocupamos estando con padres, hermanos, amigos, compañeros…
·
En niños pequeños dificulta la distinción entre realidad y ficción,
ordinario y extraordinario, respeto y falta de respeto,…
4. Consejos útiles
Para que la Televisión no
provoque un perjuicio en los hijos y en el ambiente familiar, los padres
deberían tener en cuenta los siguientes consejos:
1. La
Televisión no está permanentemente
encendida. Se ve con alguna finalidad y seleccionando previamente los
programas.
2. Los
hijos deben tener un límite diario y
semanal del tiempo dedicado a la televisión. Hay que dedicar tiempo a estar
con la familia, ayudar en casa, hacer los deberes, jugar, hacer deporte, etc.
3. No
es aconsejable que la Tv esté siempre encendida
durante las comidas, en el tiempo de estudio y después de las 11 de la noche.
4. La
Tv debe estar en un lugar apto para la
convivencia familiar. Nunca en dormitorios ni habitaciones específicas
5. Que
alguno de los cónyuges vea la televisión
con los hijos hace posible comentar y corregir posibles valores y
situaciones inadecuadas transmitidas en los programas.
6. Los
niños deben tener alternativas de ocio
distintas a la Tv de corte artístico, deportivo o cultural.
7. El
ejemplo de los padres es
fundamental. Los límites han de ir acompañados de la correspondiente coherencia
materna y paterna.
8. La
Tv no debe sustituir a la necesaria
convivencia y diálogo entre padres e hijos.
9.
La Academia Americana de Pediatría realizó la
siguiente declaración en 1999: "Los
pediatras deberán recomendar encarecidamente a los padres que eviten que los niños menores de dos años vean
la televisión. Si bien ciertos programas de televisión pueden ser promovidos
como que están dirigidos a este grupo de edad, la investigación sobre la
primera etapa de desarrollo del cerebro muestra que, para lograr el crecimiento
sano del cerebro y el desarrollo adecuado de las destrezas sociales,
emocionales y cognoscitivas, los bebés y los menores de 5 años tienen la
necesidad imperiosa de interactuar directamente con sus padres y demás
cuidadores importantes. Por lo tanto, habrá que desalentar exponer a los niños
pequeños a los programas de televisión."
10. Todo
lo anterior no implica que todo uso de la televisión sea negativo. Existen
programas que hacen posible un descanso saludable así como un complemento educativo.
La publicidad y los
niños
En la compra de un producto son
varias las personas que tienen
protagonismo; hay quien toma la decisión de comprar, que puede ser inducida por
si misma o por una tercera persona. Hay personas que compran un producto o
servicio y lo aconsejan o desaconsejan a otras. También está la figura del
consumidor del producto o servicio que puede ser, o no, quien lo compró o tomó
la decisión de compra. Por tanto nos encontramos con que las decisiones de
compra se generan por: el que toma la decisión, el que realiza la compra, el
que la induce, el que la aconseja, el que consume directamente el producto y el
que se lo dan a probar. A esto hay que añadir que la actual generación de
padres es – en palabras del Juez de Menores Emilio Calatayud- la más
desagraciada, porque en la infancia estuvo sometida a los padres y en la
madurez a los hijos.
Los hijos tienen un papel
importante en la compra de productos y esto no escapa a las agencias de
publicidad ni a los expertos en merchandising. Recuerde las ristras de caramelos, chicles, frutos
secos,… en las cajas de los supermercados.
Por todo lo anterior, los niños
son para las agencias de publicidad y las grandes superficies comerciales
protagonistas principales en la decisión de compra de muchos productos. A ellos
van dirigidos numerosos anuncios publicitarios, con la ilusión de que fuercen a
los padres a comprar lo anunciado.
Según algunos estudios recibimos
una media de 3.000 impactos publicitarios diarios, muchos de ellos por
televisión. Cada hora nos llegan una media de 25 anuncios de televisión. Los niños reciben, solo de comida basura, una
media de 20.000 impactos publicitarios anuales que van forzando la construcción
de los hábitos alimenticios, dirigiéndolos hacia este tipo de comida,
influyendo de esta forma en la salud
presente y futura de los pequeños.
Entre la primera semana de
octubre y la primera de diciembre se
generan más de 3.500 impactos publicitarios
dedicados a los juguetes, en los que se mezcla realidad y ficción,
porque a los juguetes se le atribuyen cualidades que no tienen, favoreciendo en
el niño la confusión de esos ámbitos.
Por último, hay otro grupo de
anuncios elaborados por las propias cadenas, en el intermedio de la
programación infantil, promocionando otros programas de la cadena. Para captar
la atención de los niños se adaptan a su discurso, también en temas como el
respeto a los padres, el orden, la alimentación, etc.
Los valores, mensajes,
circunstancias, estereotipos, que transmiten los anuncios van dirigidos a
promover el consumo, no a educar. Para ello, se adaptan los spots a las “inclinaciones
naturales” de los niños, que son precisamente las que tratan de corregir los
padres.
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