Algunas personas manifiestan su
alegría en las redes sociales por la enfermedad de un conocido dirigente
político. Me conecto a Internet y me encuentro a una seguidora de ese partido
quejándose de tal actitud y arremetiendo contra ellos. Algunos comentan su
reflexión y arremeten contra todo y todos los que tengan algo que ver con los
que se alegraron. Parece que TODOS SON IGUALEs, ...¡los del otro bando claro!
Una vez más, en este país,
pensamos – yo me incluyo- con las vísceras; atacamos los puntos débiles y la
incoherencia de los demás pero pasamos por alto lo que hacemos nosotros, y no
caemos en la cuenta de que también tenemos puntos débiles y muchas
incoherencias, probablemente las mismos que criticamos. Todos venimos con
defectos de fábrica.
Los mismos que critican que
alguien se alegre de la enfermedad del compañero del partido, decían
barbaridades ante el accidente, hace unos meses, de una señora del partido
contrario. No pretendo colocarme como paradigma de la perfección porque en mi
vida, como en la de todos, hay incoherencias y debilidades. Esta realidad me
ayuda a ser menos estricto y más compasivo y condescendiente con los defectos
de los demás, ya que lo contrario sería injusto. Digo que me ayuda, lo cual no
implica que a veces no caiga en esto mismo que estoy criticando. Así somos.
Un repaso a nuestra vida nos hace
percatarnos de esas dos realidades: nos resulta fácil criticar a los demás y
justificarnos nosotros ante iguales o similares comportamientos. Todo
funcionaría mejor si volcáramos nuestra tendencia a enjuiciar sobre nosotros
mismos, de forma constructiva, con deportividad, para mejorar no para
desmoronarnos, para ser más humildes, no para ahorcarnos como Judas, para ser
más compasivos con nosotros mismos y con los demás. Seguro que vivimos más
tranquilos, estamos mejor por dentro y los demás disfrutarán más y mejor de
nuestra amistad.
Pues nada, una idea más para
vivir en casa y transmitirla a los hijos, como siempre con el ejemplo. Esto no
es incompatible con juzgar y exigir cuando tal actitud sea intrínseca a nuestra profesión,
posición o rol, como es el caso de un educador, profesor, padre, policía…, pero
seguro que lo haremos de otra forma
José Antobio de la Hoz
José Antobio de la Hoz
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