jueves, 9 de enero de 2014

Yo juzgo, tu juzgas, el juzga...

Algunas personas manifiestan su alegría en las redes sociales por la enfermedad de un conocido dirigente político. Me conecto a Internet y me encuentro a una seguidora de ese partido quejándose de tal actitud y arremetiendo contra ellos. Algunos comentan su reflexión y arremeten contra todo y todos los que tengan algo que ver con los que se alegraron. Parece que TODOS SON IGUALEs, ...¡los del otro bando claro!

Una vez más, en este país, pensamos – yo me incluyo- con las vísceras; atacamos los puntos débiles y la incoherencia de los demás pero pasamos por alto lo que hacemos nosotros, y no caemos en la cuenta de que también tenemos puntos débiles y muchas incoherencias, probablemente las mismos que criticamos. Todos venimos con defectos de fábrica.

Los mismos que critican que alguien se alegre de la enfermedad del compañero del partido, decían barbaridades ante el accidente, hace unos meses, de una señora del partido contrario. No pretendo colocarme como paradigma de la perfección porque en mi vida, como en la de todos, hay incoherencias y debilidades. Esta realidad me ayuda a ser menos estricto y más compasivo y condescendiente con los defectos de los demás, ya que lo contrario sería injusto. Digo que me ayuda, lo cual no implica que a veces no caiga en esto mismo que estoy criticando. Así somos.

Un repaso a nuestra vida nos hace percatarnos de esas dos realidades: nos resulta fácil criticar a los demás y justificarnos nosotros ante iguales o similares comportamientos. Todo funcionaría mejor si volcáramos nuestra tendencia a enjuiciar sobre nosotros mismos, de forma constructiva, con deportividad, para mejorar no para desmoronarnos, para ser más humildes, no para ahorcarnos como Judas, para ser más compasivos con nosotros mismos y con los demás. Seguro que vivimos más tranquilos, estamos mejor por dentro y los demás disfrutarán más y mejor de nuestra amistad.


Pues nada, una idea más para vivir en casa y transmitirla a los hijos, como siempre con el ejemplo. Esto no es incompatible con juzgar y exigir cuando tal actitud sea intrínseca a nuestra profesión, posición o rol, como es el caso de un educador, profesor, padre, policía…, pero seguro que lo haremos de otra forma

José Antobio de la Hoz

No hay comentarios:

Publicar un comentario