A lo largo de mi vida profesional
me he encontrado a padres con sentido común, realistas, con los pies bien plantados en el suelo,
con la suficiente humildad para admitir que su hijo tenía unas cualidades muy
normales, tirando a bajas. También he hablado con otros que culpaban del mal
rendimiento de sus hijos a los profesores, cuando uno de los ”problemas” era que su vástago era limitado pero ellos no
lo aceptaban y, por eso, no se buscaban soluciones partiendo de la realidad.
En la motivación de un estudiante
juegan un papel primordial las expectativas de conseguir un objetivo que le
viene marcado desde fuera, por el sistema educativo. De ahí que sea muy
importante que los padres presten especial atención a su hijo en los primeros
años de colegio, sobre todo en lo referente al desempeño en las materias
instrumentales (matemáticas y lengua), a la creación de hábitos de estudio y al
acompañamiento, con una actitud de intervenir ante los primeros indicios de que
el niño se queda atrás, porque cuando esto ocurre, sus expectativas de alcanzar
los objetivos que se le plantean disminuyen y , con ellas, la motivación para
trabajar, sencillamente porque nadie se esfuerza en conseguir algo
inalcanzable.
Otro tema importante es ajustar
las exigencias de rendimiento a las capacidades de los hijos. Casi todos los
estudiantes pueden aprobar si se ponen los medios adecuados, pero no todos
pueden aspirar al sobresaliente. Si a un niño/a de aprobado o notable le pido el sobresaliente, puede que termine
suspendiendo, porque exigirle más de lo que puede dar puede desmotivarlo y
paralizarlo.
Por tanto, lo primero es que los
padres pongan los medios para que sus hijos alcancen un adecuado rendimiento
académico, con especial atención a los primeros años. Después hay que ser
objetivos con sus límites y capacidades, para exigirles metas difíciles pero
asequibles. En tercer lugar, hay que estar atentos a los problemas para actuar,
si se puede, antes de que aparezcan. Por último, si se han puesto los medios, hay
que quedarse tranquilo ante los resultados, dar más importancia al trabajo y al
esfuerzo y querer al hijo sin condiciones. No forma parte del exigir el retirar el
cariño al niño o humillarlo porque no obtengan los resultados que a nosotros
nos gustarían.
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