Acabo de leer un interesante
artículo de Pilar Guembe y Carlos Goñi en el que describen las escasas
alternativas de ocio con las que cuentan los adolescentes de hoy. Ese es el
motivo de que lo escriban con el título “O bebes o te vas”, para resumir las
dos opciones que ofrecen muchos grupos de amigos. Desde mi humilde punto de vista, quizás
habría que ir más allá con el título, para ampliarlo a “O bebes, fumas, esnifas…. o te vas”.
Estrené mi etapa de docente en
una ciudad con un clima maravilloso durante todo el año, en la que se
disfrutaba de una las mejores medias
nacionales en temperatura y horas de sol. Los lugareños disponían y disponen de
una aceptable renta per cápita que, combinada con un nivel formativo mejorable,
daba como resultado una ciudad llena de sucursales bancarias y lugares de
alterne en determinadas zonas de la provincia. A este panorama habría que
añadir aspectos socioculturales muy positivos como el esfuerzo, la iniciativa,
el riesgo o el emprendimiento.
Trabajaba en un centro concertado
y me tocó bregar con situaciones de consumo y tráfico de drogas , que
desaparecieron en el primer año de estancia. Algunos alumnos implicados me
comentaban que “les ofrecían sustancias” en muchas discotecas y pub de la zona.
Uno de estos alumnos era hijo de un miembro de las Fuerzas de Seguridad del
Estado, al que tuve que informar de que su hijo consumía y vendía sustancias en
el centro, detallándole los sitios de compra, que fueron clausurados una semana
después.
Lo descrito anteriormente ocurría
hace más de 15 años y la sociedad parece que va avanzando en esos temas, pero a
peor.
Recuerdo una conversación con una
amiga. Hablábamos de su padre, que fue subdirector de un prestigioso centro
educativo. Comentaba que su padre les sacaba el forfait de temporada a todos
los hijos y les acompañaba casi siempre a esquiar. No está la economía para
copiar el modelo, pero propiciar que nuestros hijos adolescentes practiquen
algún deporte, con cierta dedicación, incluso que compitan, es una opción que
marca distancias con el consumo de bebidas u otras sustancias.
Hay grupos de familias que se
ponen de acuerdo para facilitar que sus hijos practiquen algún deporte,
haciendo turnos para acompañarlos a las competiciones, creando ellos mismos
competiciones, etc. Está claro que el
deporte no es el remedio definitivo contra la afición a la bebida, pero ayuda.
Un buen ambiente en casa, cuidar las situaciones de fracaso escolar, mantener
una buena comunicación con los hijos, pulir el estilo de autoridad, son el necesario
complemento, pero aun cumpliéndose estas condiciones las alternativas de ocio
de los adolescentes no suelen ser muy creativas.
Una de las mejores alternativas
que he conocido son los clubes juveniles, con monitores jóvenes y de calidad,
puestos en marcha por padres o instituciones privadas, con actividades
atractivas. Yo fui unos años monitor de uno de estos clubes donde había
acampadas, deportes varios, actividades culturales, etc. Cubría gran parte del tiempo de ocio de los
asociados y se complementaba con actividades formativas. El modelo funcionaba
si los monitores eran buenos y sabían de qué iba la historia. Ellos eran el
modelo para los más jóvenes.
Medios para el ocio, modelos de
ocio, espacios de ocio, valores, ejemplos, …no anularán las “probatinas” de los
adolescentes a las que tanto temen los padres, ni la influencia negativa de
algunos iguales, pero ayudan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario