sábado, 16 de febrero de 2013

La intimidad emocional entre padres e hijos

Que los hijos tengan una comunicación de calidad con los padres es muy conveniente para su correcto desarrollo emocional, para reconducir situaciones inadecuadas que los padres desconocerán si no hay confianza... Por eso me parece interesante traer aquí un extracto del libro "Your kids at Risk" de Meg Meeker que he encontrado en la página http://www.sindicatdepares.com
 
La intimidad emocional se produce cuando un adolescente siente que su padre ha “visto en” su verdadero yo y ha aceptado lo que es. Si su hija adolescente cree que va a encontrarse con la desaprobación o el rechazo por parte de mamá o papá, ocultará esa parte de si misma. Por ejemplo, si una niña está incómoda por su exceso de peso, pero ha oído que su madre hace comentarios críticos acerca de las niñas con sobrepeso, es poco probable que hable de este tema. Pero cuando ella esconde una parte de sí misma de esa manera, no puede haber intimidad.
 
La clave para establecer la intimidad emocional con sus hijos es crear un ambiente donde se sientan seguros al expresar sus sentimientos. Los padres que gritan mucho, que constantemente critican, que son imprevisibles, o que se emborrachan tendrá dificultades para establecer esta intimidad emocional, especialmente si hacen que sus hijos se sientan estúpidos o a la defensiva. Los adolescentes con este tipo de padres asumen naturalmente que la exposición de ideas muy personales y sentimientos es como estar pidiendo que les machaquen.
Entonces, ¿cómo crear un espacio seguro? Al pasar más tiempo con sus hijos, por una cosa. Los adolescentes necesitan de nuestra presencia. Cuando damos nuestro tiempo a nuestros hijos les comunicamos de forma potente que los queremos. Cuando los amigos, el trabajo, o cualquier otra cosa nos lleva demasiado tiempo lejos de nuestros hijos, se sienten menos amados. Debemos tratar de estar allí para ellos cuando van a la escuela y regresar a casa por las tardes. Estar disponible para las comidas y antes de dormir. Dedicar un par de horas cada semana por completo a ellos sin interrupciones. Pensar en actividades que se pueden compartir, como hacer deporte o ir al cine. Además, los beneficios de pasar tiempo con nuestros hijos no solo les benefician a ellos. Podemos encontrar que nuestro propio hijo a su vez, sea uno de los mejores compañeros que nos podamos imaginar.
Extracto tomado del libro: Your Kids at Risk
Por Meg Meeker"

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