
También se define al hombre como “Animal
racional…”. Un alumno respondía esto en un examen y añadía “vaya mezcla más
explosiva” porque, efectivamente, está en manos del hombre decidir que parte de
la definición impera en su vida.
Los hábitos están inspirados por
principios y valores que generan comportamientos más cercanos a la parte
instintiva, impulsiva y sensorial del ser humano o a la parte racional e intelectual.
La primera nos da un ser humano más preocupado de los deseos , del tener, de
cómo nos apetece ser. La segunda nos
acerca más a cómo debemos ser, a la ética y a los valores.
Somos más hombres cuanto más
desarrollamos la parte intelectual de nuestra naturaleza, que constituye
nuestro signo distintivo del reino animal. Un problema reciente de nuestro mundo actual es que se usa la razón para justificar la
deriva hacia principios y valores que terminan dándole más protagonismo a los
instintos, con la socorrida justificación de la libertad y, paradojas de la
vida, terminamos siendo más esclavos que nunca.
En una clasificación simple
podemos hablar de hábitos positivos o negativos. Los primeros cuesta adquirirlos,
necesitan de principios sólidos que apoyen el necesario esfuerzo para
adquirirlos. No se consiguen de forma espontánea, exigen iniciativa personal y
dedicación. A modo de ejemplo, ser
estudioso necesita de un esfuerzo continuado durante mucho tiempo, empujados en
su inicio por el ejemplo y la exigencia de nuestros padres. Los hábitos
negativos son más fáciles de adquirir, ya que basta con dejarse llevar por los
instintos. Ser un comilón no exige un especial esfuerzo, basta con comer
siempre que tenemos gana y de todo lo que nos apetece. Se empieza a ser infiel
a la pareja cuando respondemos siempre a cualquier invitación del instinto sexual
desde que este aparece. Se es perezoso cuando no se hace lo mínimo de forma
repetida.
Los hábitos positivos se
adquieren por repetición de actos, exigen fuerza de voluntad, ejemplo, apoyo y
tiempo, la educación es un plato que se cocina lento. Se adquieren más fácilmente si se cultivan desde la infancia.
Educar hábitos positivos exige de
los padres, profesores o educadores varios requisitos:
1. Apoyarse en grandes valores y
cultivar el hábito que exigen (coherencia).
2. Mantener la exigencia en el tiempo (constancia).
3. Comprender y motivar al niño cuando fracase. Aplicar punto 2
4. Reconocer y elogiar los avances.
5. Hacer los hábitos atractivos.
6. Querer a los niños con sus limitaciones, sin dejar de aplicar el punto 2. Mucho más si se trata de los hijos.
7. Insistir más en el esfuerzo que en los resultados, sin dejarse engañar.
8. Formarse
sobre los hábitos a cultivar en cada edad (ver los enlaces de este blog)
9. Si
se trata de un hijo, consensuar periódicamente un plan de acción con el otro
cónyuge. Si es un alumno, consensuar ese plan con los dos padres.
10. Favorecer una voluntad fuerte en el niño/a desde pequeños. La necesitará para conseguir hábitos positivos
11. Que
tengan como última meta favorecer un modelo de persona libre, ética y autónoma, capaz de conocer y desarrollar
todas sus capacidades.
12. Buscar sinceramente el bien del hijo, alumno…
y no el éxito personal.
José Antonio de la Hoz
Profesor y orientador
José Antonio de la Hoz
Profesor y orientador
No hay comentarios:
Publicar un comentario