martes, 11 de diciembre de 2012

Motivar al niño para aprender....

Motivar es dar motivos que animen a hacer algo que normalmente cuesta. Pienso que la motivación debe  ir unida a la educación de la voluntad, porque si aquello para lo que queremos educar o educarnos es costoso  vamos a necesitarla.

Hay gente que le encanta practicar un deporte, por ejemplo la bicicleta de montaña, y no necesita especiales motivos para sentirse atraido por el disfrute de la naturaleza corriendo sobre dos ruedas. Pero tiene que levantarse a una hora adecuada, superar las inclemencias del tiempo en cada estación, preparar la bicicleta, quedar con uno o varios amigos....Podemos encontrarnos con dos personas con la misma atracción por este deporte y distinta fuerza de voluntad; probablemente saldrá más al monte el que tenga una voluntad más madura, y estamos hablando de una afición.
 
Pienso que es bueno encontrar motivos para hacer lo que cuesta, pero lo decisivo es saber trabajar contracorriente, con pocas ganas. Se puede trabajar con pocos motivos pero con fuerza de voluntad, pero es más difícil hacerlo con muchos motivos y  una voluntad débil. Cuando en nuestro quehacer diario se impone la sensación -me apetece o no me apetece-, sobre la razón -debo o no hacerlo-, la motivación no es suficiente. Los motivación es más eficaz cuando tomamos decisiones sólidas  - cuesten lo que cuesten- dirigidas a conseguir objetivos o cumplir con deberes.
 
Por otra parte todos, también los niños, nos autoevaluamos y generamos una opinión de nosotros mismos, que será positiva  o negativa en función de nuestra forma de afrontar cada día. Cuando habitualmente ganamos la mayor parte de las pequeñas batallas a las que nos enfrentamos a diario, nuestra autoestima es alta y genera una actitud postiva frente a la vida, pero también ocurre lo contrario, y podemos estar lamiéndonos permanentemente las heridas de nuestras derrotas si rehuimos habitualmente los obstáculos. Estas batallas no se producen en un mundo imaginario, sino en el día a día. Me refiero, por ejemplo, a levantarse a la hora prevista, asearse, llegar puntual al colegio o instituto, reaccionar equilibradamente ante una salida de tono de un compañero, atender en clase, hacer los deberes, comer de todo guste o no, ser honesto, justo ...etc. Hablamos del estudio y del trabajo, de las relaciones con los demás, del ocio...... En todos los aspectos de nuestra vida hay "obligaciones que cumplir", sobre cuya atención nosotros mismos somos los jueces más implacables. En muchas de esas batallas hace falta motivos para ganarlas pero será decisiva la voluntad, que además ayuda a crear motivos vinculados a la autoestima, como tener un rango de elección de metas más amplio con la sensación de libertad que esto conlleva, además del reconocimiento....creando un círculo que se retroalimenta.

Por otra parte hay dos comportamientos de padres y profesores relacionados  con la voluntad y la autoestima. El primero de ellos se centra en que los niños pequeños aprenden más y mejor con amor, porque necesitan de él, desean que sus padres lo quieran y aprenden mejor en un entorno lleno de este sentimiento. El segundo aspecto es el elogio, ya que es de justicia que destaquemos en nuestros hijos sus esfuerzos, sus vencimientos, sus actitudes positivas - que siempre las hay- ...al menos con la misma fuerza con la que destacamos lo negativo. Según algunos estudios elaboramos en torno a 50.000 pensamientos diarios, de los cuales un 80% son negativos, quizás por ello destacamos con más intensidad lo que no va en los otros...incluidos nuestros hijos. Luego nos extrañamos de que tengan un pobre autoconcepto. Aquí entra evitar las comparaciones, hacer juicios de la persona en vez de centrarse en modificar el comportamiento inadecuado (mejor decir "vaya burrada" que "eres un burro"...), criticar en público. Recuerda, elogiar más que criticar.
 
 
Hay que dar motivos a los niños para estudiar porque a ellos lo que les atrae es aprender, pero desde pequeños hay que retrasar racionalmente sus recompensas, establecer criterios y límites en su educación que les ayuden a ser dueños de sus vidas, de sus emociones, creando una voluntad fuerte. Querer, elogiar con equilibrio y combatir conductas más que personas..... Termino estas breves reflexiones con un vídeo de José Antonio Marina, en el que aporta algunas reflexiones interesntes
 
 
José Antonio de la Hoz

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