Son las tres y media de la
tarde y me llega de María un artículo muy interesante, publicado en http://blogs.aceprensa.com , con el título “Las lágrimas del Payaso”. Habla de algo muy importante para no
sufrir en exceso en esta vida, me refiero al “respeto a uno mismo” y a la
excesiva dependencia de los demás.
En mi etapa de profesor me
gustaba indagar en el mundo de las “motivaciones humanas” y había una teoría,
la de McClelland, que me llamaba especialmente la atención. Según él, los seres
humanos actuamos gracias a tres motivaciones básicas: logro, poder y
afiliación. Esta última consiste en lo siguiente: “Deseo de tener relaciones interpersonales amistosas y cercanas, formar
parte de un grupo, etc. A las personas con predominio de esta motivación les
gusta ser populares, el contacto con los demás, no se sienten cómodos con el
trabajo individual y les agrada trabajar en grupo y ayudar a otra gente….”
Pues bien, he conocido alumnos, compañeros, vecinos, amigos, …con este
tipo de motivación, dispuestos a ser y a hacer lo que haga falta
por ser queridos, admitidos,
aceptados, por un grupo de amigos, una vecindad, los compañeros de trabajo,
etc. Quizás sean personas que no han recibido las dosis adecuadas de cariño en
la familia o en el entorno en el que se han educado.
Con su actitud, mal interpretada,
terminan perdiendo el respeto de los demás y siendo el juguete, el bufón, el
destino de bromas pesadas y el entretenimiento de los demás. Son los
injustamente llamados “pagafantas”, los que siempre están disponibles para
todo, los que aceptan siempre el mal humor de los que están al lado, los que
perdonan siempre,… por un poco de amistad o cariño. Es fácil detectar su
servidumbre y aprovecharse de ella, sobre todo cuando quienes están a su lado
no tienen la más mínima sensibilidad o escrúpulo. Quizás nosotros mismos hemos sido
protagonistas, activos o pasivos, de estas situaciones.
Cuando hablamos de personas en edad escolar, podemos fácilmente
encontrarnos con personas sometidas a acoso o bulling. Al profesor le resulta
fácil identificar estas situaciones,…aunque no lo es tanto el prevenirlas, ya
que se requiere una unidad en la apreciación, detección e intervención por
parte del equipo directivo y el propio centro escolar.
Pues bien, en el artículo mencionado al principio, un grupo de
investigación dirigido por la profesora Claire Fox de la Universidad de Keele
(UK) ha establecido una relación entre
el humor y el acoso escolar. Distingue tres tipos de humor, a saber:
§ El humor de
“automejora”: se utilizan las bromas como una forma de hacer frente y reducir la
ansiedad, por ejemplo, riéndose de algo que, de otra manera, podría resultar
amenazante o aterrador.
§ El humor
“afiliativo”: es el que utiliza el llamado “payaso de la clase”, con el que demuestra su
competencia social haciendo reír a los demás, contando chistes e historias
divertidas…
§ El humor
“autodestructivo”: el “payaso” ya no hace reír, sino que da risa; él mismo se convierte en
chiste, por arrancar una sonrisa de los demás se sacrifica a sí mismo, se
auto-desaprueba o se auto-desprecia para conseguir un éxito efímero, pero que
le puede llevar a situaciones insoportables, puesto que nadie puede soportar
ser siempre el hazmerreír de todos.
§ El humor “agresivo”: los niños utilizan
los chistes o las bromas como una forma de atacar a otros compañeros. Están al
acecho de que alguien, generalmente el más débil, cometa un error para
descargar sus burlas sobre él.
Hay riesgo de que el alumno que usa el
humor afiliativo sobrepase la línea que lleva al humor autodestructivo. En esta
situación el “payaso” llora porque es acosado por el que usa un humor agresivo.
Es importante, concluye el artículo, que
los padres detecten que tipo de humor practican sus hijos y los entrenen en el uso del
primero y en no salirse del segundo. También es importante saber qué puede
llevar a nuestros hijos a ser tan excesivamente dependientes que les lleven a
conductas autodestructivas, ¿quizás nuestra incapacidad de mostrarles un amor
incondicional y equilibrado o...?
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