miércoles, 26 de junio de 2013

Vacaciones de verano o cómo ocupar el tiempo de los hijos

Nuestros hijos están estrenando las vacaciones de verano y, con ellas, muchas horas de tiempo libre, durante poco más de dos meses. Durante el curso han cumplido, mejor o peor, con rutinas de trabajo exigentes, que han creado unos hábitos positivos para su desarrollo como la puntualidad, la capacidad de esfuerzo, la capacidad de planificar, el orden, la memoria, las habilidades relacionales, etc. Pasan de un contexto de exigencia personal a otro de relajación y descanso.

Los hábitos buenos cuesta trabajo conseguirlos y es muy fácil perderlos. Cuentan los atletas que no pueden dejar de entrenar durante varios días porque se les hace muy cuesta arriba recuperar el ritmo de entrenamiento.

Las vacaciones son un periodo de descanso y de cargar pilas. La clave está en ver qué se entiende por descanso y que este sea eficaz, para reponer fuerzas:

  • Hay quien defiende que el descanso es hacer pocas cosas y las pocas que se hagan que requieran poco esfuerzo. A estos hay que recetarles Eparina, para evitar los trombos, porque para ellos las vacaciones son como una estancia en el hospital, pero en casa y sin tratamiento. Eso sí, con enfermera y asistente.
  • Hay padres que entienden las vacaciones poco menos que como una continuación del periodo escolar. Son los herederos de los que reventaban los caballos en la Edad Media. Van gripados por la vida y gripan a los que les rodean.
  • Por último hay quienes entienden el descanso como UN CAMBIO DE ACTIVIDAD.

Para mí la definición más acertada es la última. Si nuestros hijos pasan mucho tiempo sin hacer nada terminarán, paradójicamente, cansados…precisamente de no hacer nada …y aburridos. Probablemente conviertan nuestro hogar en un foco de conflictos, porque no pararán de enredar con sus hermanos, y generar problemas de convivencia. Por eso hay que ayudarles a ocupar el tiempo de forma adecuada. Ahí van algunos consejos:


  • Las vacaciones son un buen momento para leer una buena novela o un cuento, dependiendo de la edad. Al principio cuesta pero, si se escoge bien el libro, se convierte en una adicción. Es meterse en la vida de los personajes y sentir con ellos… Aquí es bueno dejarse aconsejar, pero teniendo en cuenta que detrás de cada escritor hay valores, que podemos o no compartir y que pueden ayudar o no al desarrollo de nuestros hijos. Los clásicos son siempre una opción segura.
  • Casi todos los ayuntamientos ofertan campamentos urbanos, en la propia ciudad, que mantienen ocupados a nuestros hijos toda la mañana. Los campamentos de montaña también son una buena opción, si los organizadores son de confianza.
  • Hay muchas instituciones privadas que organizan campos de trabajo en países del tercer mundo. He visto cambios espectaculares en muchos universitarios, en términos de valorar lo que tienen, de conocer otras culturas, de salir de ellos mismos, etc. El precio de estas actividades es muy asequible porque gran parte del mismo lo pagan en destino con su trabajo.
  • Los padres suelen tener menos vacaciones que los hijos. Por ello es fácil hacerles comprender que deben asumir más responsabilidades en casa durante este periodo, tales como hacer la compra, planchar, quitar el polvo, aprender a hacer la comida, etc.
  • Los adolescentes pueden encargarse de hacer la comida algún/os día/s de la semana. Pueden ir poniendo en práctica recetas fáciles recogidas en algún libro de cocina. Se sentirán útiles y les subirá la autoestima.
  • Las vacaciones son un momento ideal para profundizar en algún hobby, deporte (apuntarse a algún campeonato, clases…) o afición (aprender a tocar la guitarra u otro instrumento, hacer un puzzle, pintar una acuarela, etc), que no pueden atender durante el curso, por falta de tiempo. El deporte los aparta de muchos hábitos nocivos.
  • Se puede mejorar algún idioma extranjero, asistiendo a una academia y, si se puede, con una estancia en el país.
  • Se puede programar alguna fiesta en casa con amigos de nuestros hijos. De esta forma conoceremos más de estos y de sus padres. La ocasión la pintan calva para ponerse de acuerdo en algunos aspectos, como la hora de regreso a casa en el caso de hijos adolescentes.
  • Es un periodo de menos tensión que los padres pueden aprovechar para charlar sobre temas que se dejaron aparcados en su momento.
  • Se puede programar la asistencia de la familia al cine o al teatro, alguna salida a la naturaleza, etc.
  • Se puede visitar, con más tiempo, a los abuelos, primos y tíos y hacer algún plan con ellos.
  • Se puede realizar alguna labor asistencial, como ayudar a dar de comer a gente necesitada , cooperar algún día con el banco de alimentos de la ciudad, etc.

Cosas a evitar en vacaciones:

- El descontrol en la hora de acostarse y levantarse. Esto origina problemas de sueño y de carácter, entre otros. En septiembre cuesta volver a la rutina.

- La falta de un horario y de objetivos,  cada día.

- El descontrol en la comida. Me refiero a picar entre horas, exceso de helados y golosinas...

- Ocupar la mayor parte del tiempo con videoconsolas, Internet o televisión. Hay que negociar con los mayores cómo van a ocupar el tiempo y darles los planes hechos a los pequeños.

- Cuidado con las vacaciones en lugares de costa, sobre todo cuando hablamos de adolescentes. He visto a chavales excelentes, de familias excelentes, que han vuelto del veraneo con adicciones  y  amistades poco recomendables.


Si alguno de nuestros hijos suspende, la prioridad es reforzar sus conocimientos en las materias flojas y planificar los exámenes de recuperación pero, aun así, debe disfrutar de tiempos de descanso.

José Antonio de la Hoz

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